Un santiagués, agricultor en La Alcudia: «Después de toda la noche incomunicado, cuando logré volver al pueblo y vi la destrucción, me desmoroné»
SANTIAGO
Fernando López, un compostelano que se mudó a ese municipio de la Comunidad Valenciana hace nueve años, revive con emoción su última semana. «Hoy es el primer día que trabajamos», aclara
04 nov 2024 . Actualizado a las 16:01 h.Es ahora, seis días después, y ya con las comunicaciones telefónicas restablecidas, cuando Fernando López, el santiagués de 43 años que en el 2015 se mudó a La Alcudia acompañando a su mujer, valenciana, logra narrar para La Voz todo lo vivido. «Fue horrible. Lo que sucedió aquí es inédito. En el tiempo que llevo en Valencia hicimos frente, en algún octubre, a gotas frías, pero lo del martes pasado fue indescriptible», insiste el compostelano, relatándolo.
«Yo, al trasladarme a La Alcudia, comencé a trabajar como agricultor, sobre todo centrado en el cultivo de naranjas y caquis. El martes pasado no pudimos ir a la tierra al haber llovido ya bastante la noche anterior. La tierra aquí es arcillosa», explica, centrándose en las horas fatídicas de la tarde del martes, cuando las precipitaciones en Valencia se volvieron torrenciales.
«Yo era consciente de una alerta naranja, no roja. En ese momento pensabas que sería como lo vivido otros años. Aquí la gente está acostumbrada a esos episodios en los que en un día caen 150 litros de agua… Creo que si hubiésemos sido conscientes de la alerta máxima se hubiese a lo mejor podido evitar alguna muerte, pero fue todo de tal magnitud que la destrucción sería igualmente masiva», reflexiona.
«Sobre las 17.15 horas tuve que ir a una fábrica que hay en un polígono cercano, en Carlet. Para ir allí cogí la autovía A-7 desde La Alcudia. Al poco ya vi retenciones, pero la gente pensaba que se debían a que un poco antes se había producido un tornado en las inmediaciones. La distancia hasta Carlet son como dos kilómetros, pero tardé más de una hora en poder coger la salida de la autovía; y fue un milagro, porque a esa a hora ya estaba lloviendo con una fuerza descomunal. Un río cercano, el río Magro, se desbordó. A Carlet se puede acceder por dos zonas. Una de ellas es la del puente del polígono, un puente que al poco se desmoronó. Cuesta contar lo que se siente estando ahí», reconoce aún sobrecogido.
«Ya en la fábrica, todo se precipitó. La A-7 se cortó y quedamos incomunicados. Yo sabía que mi mujer y mis hijas estaban en casa. Nosotros vivimos en un tercero, y eso me tranquilizó. Pero yo estaba trabajando con un compañero cuyo domicilio, en La Alcudia, está en un bajo. Su mujer e hijos estaban allí y nos empezaban a enviar vídeos del agua subiendo… Los dos, allí metidos, vivimos mucha tensión e incluso, y a medida que empeoraba la situación, momentos de pánico. En ese momento ni calibras tus propias consecuencias. Solo piensas en poder salir hacia allí, en ayudarles. Nosotros, por nuestro trabajo, conocemos todos los caminos e incluso intentamos volver por ellos hasta La Alcudia, pero al final desistimos. Era imposible, muy peligroso. Veías cómo se caían muros de chalés, cómo todo se lo empezaba a tragar el agua… Las fotos que se publicaron desde la semana pasada muestran la destrucción en las distintas poblaciones, pero ahora también queda por reflejar cómo quedaron las distintas urbanizaciones o casas aisladas. Fue todo horrible», refrenda.
«Cada poco íbamos a una zona más alta del polígono para tener cobertura y poder seguir en contacto con los nuestros. A las 23.00 horas, la situación en la casa de mi compañero se alivió un poco. Ya con más tranquilidad afrontamos la noche. Pudimos volver a La Alcudia al día siguiente, sobre las diez y pico», relata conmovido.
«Yo no soy de aquí. Soy de Santiago, muy de la terriña. Pero cuando el miércoles logré volver a La Alcudia, que también es ahora mi pueblo, y vi la destrucción, con gente abrazada llorando por las calles, me desmoroné», admite, poniendo el foco, en el caso de esta localidad valenciana, en que «muchísima gente lo ha perdido absolutamente todo». «Mucha gente joven había préstamos para comprarse un coche y lo perdió... Yo, por la empresa, tengo dos coches, y hay vecinos que nos los están pidiendo para poder ir a trabajar fuera, y claro que se los dejamos», prosigue, aclarando, aún así, que en el caso de La Alcudia el sentimiento de abandono que denuncian otras localidades valencianas, como Paiporta, él la vivió sobre todo en un primer momento. «Creo que ese sentimiento pudo tenerse el miércoles, pero en esa jornada que siguió a las lluvias torrenciales, ya por la tarde, estaban trabajando los bomberos en La Alcudia. Creo que en nuestra localidad la coordinación fue mejor que en otras, también por un mejor acceso. Algo que también ayudó es que aquí somos muchos agricultores y que todos sacamos los tractores para ayudar en las tareas de limpieza. La movilización creo que ya desde el primer momento aquí fue mejor», defiende, no evitando contener las lágrimas al poner el foco en los jóvenes.
«Eso sí me gustaría remarcarlo. Chavales de 14 o 15 años se volcaron desde el primer momento en las tareas de limpieza y ayuda, trabajando día y noche, sin descanso. Ellos han salvado la vida a muchos. Ya los conocemos los héroes de La Alcudia. Ver eso emociona, igual que sentir cómo a los dos días empezaron a llegar voluntarios con ayuda. En este municipio hay dos supermercados grandes. Uno quedó totalmente inundado. El otro pudo trabajar, pero el miércoles ya se quedó sin stock. Empezaron a faltar cosas, y muchísima gente del pueblo empezó a llamar a conocidos o familiares y se las acercaron desde otras localidades. La solidaridad vivida aquí estos días es una pasada», enfatiza.
«A pesar de la mayor coordinación, en el municipio hubo varias jornadas sin luz, sin comunicaciones telefónicas… Es hoy el primer día en el que podemos trabajar», destaca por teléfono mientras a su lado tiene a una de sus dos hijas. «Aquí al menos no hay clase hasta el martes. Tiramos como podemos», constata.