Leire Martínez ante su concierto de este sábado en Vigo: «Ha habido gente que nunca ha dejado de echar de menos a Amaia, y eso no es siempre fácil de asumir»

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Con la perspectiva que le dan los diez meses transcurridos desde su turbulenta salida de La Oreja de Van Gogh y con su nuevo proyecto ya en marcha, Leire vuelve a Galicia en solitario en dos de las grandes citas del verano. El sábado 30 actúa en Vigo, en el Galicia Fest, y el 6 de septiembre en el Recorda Fest de A Coruña. «Yo soy quien soy por todo lo que he vivido y porque he tenido la capacidad de ir aprendiendo a superarlo», afirma

30 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Un vago comunicado por parte de la banda ponía, en octubre del 2024, fin a la trayectoria de Leire Martínez como cantante durante 17 años de La Oreja de Van Gogh. A la perplejidad inicial por parte de la artista le sucedieron un sinfín de declaraciones y entrevistas que Leire Martínez (Rentería, 1979) decidió zanjar un par de meses después para centrarse en el lanzamiento de su proyecto en solitario, ya bajo su nombre y apellido. Cuando aún resonaban los ecos de lo acontecido, Leire publicó Mi nombre, una canción que no disimulaba su condición de dardo envenenado lanzado contra quienes buscaban a alguien que la sustituyera. Después llegó otro sencillo, Tres deseos, el anuncio de un disco y el inicio de una gira que hará dos escalas en Galicia: el hoy en el Galicia Fest, en Vigo, y el 6 de septiembre en el Recorda Fest, en A Coruña. Antes de esas dos visitas profesionales a Galicia, tierra con la que mantiene un estrecho vínculo —su marido es de Ferrol—, la cantante ha revivido para YES las sensaciones, emociones y repercusiones que le provocó su abrupto alejamiento del grupo.

—La pregunta del millón. Con la perspectiva y la distancia que te han dado estos diez meses, ¿por qué crees que decidieron prescindir de ti?

—No tengo ni idea. De verdad te lo digo. Creo que solo ellos pueden darte respuesta a esa pregunta.

—¿Qué ha supuesto para ti formar parte de La Oreja de Van Gogh durante 17 años?

—Ha sido uno de los aprendizajes más grandes de mi vida. En muchos aspectos, no solo en lo profesional. También en lo emocional y en lo personal. He vivido experiencias únicas, porque hay cosas que no creo que se repitan. Y no pasa nada. He tenido la suerte de poder vivirlas de su mano. He conocido muchos países y a gente increíble, he actuado en escenarios maravillosos... Estoy superagradecida de todo ello.

—En «Mi nombre» te marcaste un «shakirazo» en toda regla. ¿Cuánto hubo de terapia, cuánto de desahogo y cuánto de venganza en esa canción?

—De terapia y de desahogo, mucho. De venganza, nada, porque no es la venganza lo que me mueve en la vida. Sí que hubo una necesidad de vomitar lo que yo estaba sintiendo, porque veía que no me permitía avanzar. Tratar de ignorar sentimientos que no nos resultan agradables no es nunca la solución. Yo he necesitado hablar de ello y decir: «Pues me siento así y ya está». Evidentemente sé que no es un tema agradable y que habrá gente a la que no le haya hecho gracia lo que he contado, pero bueno... Insisto, para mí ha sido un ejercicio de terapia porque necesitaba desbloquear esa pantalla y poder avanzar.

—En otro de los temas del disco que conocemos, «Tres deseos», ya no hay ninguna alusión al tema de La Oreja. ¿No las habrá tampoco en el resto del álbum?

—Yo sé que en cualquier cosa que yo escriba en este momento todo el mundo va a ir buscando la letra pequeña o a leer entre líneas. Este es un disco que llega en un momento de catarsis, eso es cierto. Pero mi catarsis no solo tiene que ver con el grupo, por mucho que haya sido el cambio más grande y que afecta a muchos aspectos de mi vida. Entonces, las canciones nacen de esa catarsis, pero no todas hablan de La Oreja de Van Gogh, aunque sí hablen de cambios. También hay reflexiones en torno a cómo yo me he sentido en estos meses pero no solo con el grupo, sino como mujer dentro de la industria musical. Este disco, y en eso sí que Mi nombre es una declaración de intenciones, tiene la voluntad de reivindicar mis principios y mi forma de entender la vida.

—¿Qué no volverías a repetir?

—A ver, yo he tenido la capacidad que he tenido para hacer y gestionar cosas en el grupo, y eso ya no se puede cambiar. Ojalá hubiera tenido más capacidad. De haber sido así, habría tratado de mejorar la comunicación entre nosotros.

—Dijiste en una entrevista que en el grupo no te sentías querida y que te preguntabas: «¿Por qué no soy suficiente?». ¿Has encontrado respuesta a esa pregunta?

—Creo que esta pregunta también les corresponde contestarla a otras personas. Cuando comenté eso, hacía referencia a que hay cosas, que aún después de una convivencia tan larga con gente, te sorprenden. Y esto es extrapolable a una relación de pareja o familiar. Cuando las historias se acaban, a veces te sorprendes porque en vísperas de esa ruptura todavía crees que hay ciertas emociones, hay amor, hay cariño... Por mucho que se haya desgastado. Me pareció increíble que una vez que se cerró la puerta, todas esas emociones desaparecieran de esa manera.

—En alguna ocasión has dicho que crees que llegará el momento de la reconciliación personal. ¿Has vuelto a hablar o tener relación con alguno de los miembros del grupo?

—Algo ha habido, pero no te podría decir que ha sido una toma de contacto para retomar relaciones. No. No ha habido conversaciones en ese sentido. No existe relación.

—Piensas que la próxima vocalista de LOVG no lo va a tener fácil, ¿por qué?

—A ver, yo no tengo ni idea de lo que va a pasar. Pero me resulta difícil imaginar un marco en el que haya una tercera persona, que no seamos ni Amaia [Montero] ni yo. Me cuesta visualizarlo. Y hablo en base a mi propia experiencia, a lo que yo he vivido dentro del grupo.

—Porque ¿tú no lo tuviste fácil?

—A lo largo de estos años ha habido voces que nunca han dejado de echar de menos a Amaia. Y eso no siempre es fácil de asumir.

—¿No se te trató con justicia?

—No al 100 %. Y si entrara una tercera persona... habrá que ver qué pasa. El contexto y la situación está en un punto en el que todo va a ser muy controvertido, porque va a haber gente que va a intentar defenderme a mí, gente que va a seguir defendiendo a Amaia... No es fácil. Ya está todo muy sucio. Ojalá, si entra otra persona, tenga el camino libre para poder ser ella misma sin que nadie la juzgue ni la compare.

—¿Porque tú sigues defendiendo que Amaia no tuvo nada que ver en la decisión del grupo?

—No tengo ni idea. Ella sabrá y sabrán ellos. Yo lo que digo es que a mí nadie 

—¿Cómo te has protegido durante todo este tiempo?

—Una de las formas que he utilizado para protegerme ha sido mantenerme muy al margen de las redes sociales y de leer determinados comentarios. Yo sabía desde el principio que no a todo el mundo le iba a gustar. Y te estoy hablando de 17 años atrás. Lo que sí, a lo largo de todo este tiempo, no he consentido que nadie que no me conozca me diga quién soy. En eso también me he protegido. Me he ocupado mucho de conocerme a mí misma para que nadie de fuera me dijera quién era.

—¿Y qué has descubierto en ese proceso de autoconocimiento?

—Muchas cosas. Cosas maravillosas y otras a mejorar. La mayoría de ellas están muy relacionadas con cómo nos convertimos en personas, quiénes son nuestros referentes, de quién aprendemos y en base a qué aprendemos. Porque todos nacemos en un contexto muy concreto, en una familia, con unos padres... Y ahí empieza todo.

—Tú narraste en un documental los traumas que tuviste en tu infancia y en tu adolescencia, que te llevaron a pasar por momentos realmente duros. ¿Hasta qué punto te supuso una liberación contarlo en público?

—Te voy a ser terriblemente honesta. Hay formatos tan amarillistas y que sé que lo único que buscan es el titular y conseguir audiencias, con los que no suelo ser partidaria de colaborar. Pero también soy una persona que cree que los cambios solo pueden llegar desde dentro. Por eso acepté participar en ese documental, porque entendí que no había un interés comercial, sino que realmente estaban interesados en lo que yo les pudiera contar.

—Es importante que personas como tú, que sois referentes para mucha gente joven, deis ese paso y mostréis públicamente que no todo es fortaleza, que también tuvisteis momentos oscuros en la vida y que se superan.

—Es que la fortaleza se adquiere precisamente después de pasar por situaciones desagradables que te van curtiendo y te van enseñando. Si nunca te has enfrentado a determinados escollos en la vida, nunca vas a adquirir las herramientas que hacen falta para superarlos. Yo soy quien soy por todo lo que he vivido y porque he tenido la capacidad de ir aprendiendo a superarlo.

—¿Aquella niña que tanto sufrió todavía asoma en la Leire Martínez de hoy en día?

—Por supuesto. Es más, te diría que afortunadamente. Yo no quiero dejar de ser aquella niña. En psicología hay un término que es resignificar, que no supone cambiar tu forma de ser, sino darle otro sentido y asumir de otra manera lo que te ha ocurrido. Lo colocas en un lugar donde no duele. A mí me da mucha pena que a medida que vamos creciendo, vamos obviando todo lo que había en ese niño que fuimos para pasar a ser un adulto con otro tipo de obligaciones y responsabilidades. A mí me gusta que Leire evolucione, pero que mantenga aquellas esencias que para mí eran tan genuinas y tan importantes. Mi creatividad viene desde entonces. No quiero perderla. No quiero perder esa frescura ni esa ingenuidad. Evidentemente, he adquirido cordura y sensatez, y eso me ayuda a no hacer el loco. Pero sí que me gusta mantener ciertas cosas que me acompañan desde niña y que son rasgos muy importantes de mí, de mi forma de ser.

—Los cantantes románticos suelen decir que se escribe mejor desde el desamor. No sé si en tu caso se escribe mejor desde el dolor.

—Si a ti ahora, por ejemplo, alguien te dijera: «Dime tres momentos de tu vida complicados y tres felices», seguro que los complicados te salen más rápido. Recordamos siempre más lo malo que lo bueno, y entonces como que cuesta menos escribir desde ahí. Además, la gente empatiza mucho con ese dolor. Para mí, Mi nombre no ha sido una canción fácil de escribir y no te imaginas la de gente que me ha escrito para decirme: «¡Cómo me está ayudando tu canción!». Eso es maravilloso. Es verdad que a mí me cuesta menos escribir desde el dolor, pero mi perspectiva a la hora de hablar del dolor es siempre desde una postura positivista. Vale, esto duele, pero se puede.

—Estás empezando una carrera en solitario con 45 años. ¿Es doblemente difícil hacerlo a esa edad? ¿Está aquejada de edadismo la industria musical española?

—Sí, por supuesto. De hecho, yo estoy sorprendidísima de lo bien que me van las cosas. El edadismo es algo que nos lleva por delante a todos, pero de forma más inmediata a las mujeres.

—¿Y qué podemos hacer frente a eso?

—Seguir trabajando en la igualdad y poner el foco no solo en lo estético. Por supuesto que la juventud es hermosa. Es un momento de plenitud vital. A nivel físico te encuentras bien, tu cuerpo te acompaña y todo está en su sitio. Pero luego todo eso va cambiando. Y no lo aceptamos. Nos cuesta mucho hacernos mayores y asumir los cambios, tanto en nuestro físico como en nuestras capacidades. Y entonces seguimos poniendo el foco en lo que resulta hermoso, en lo estético. O modificamos eso o las mujeres vamos a seguir sufriendo mucho.

—Con un marido ferrolano, imagino que conocerás bien Galicia.

—Tengo que reconocer que Galicia para mí era bastante desconocida. Había ido con el grupo alguna vez, pero no había investigado mucho ni me había movido por ahí. Pero en los últimos cinco años, desde que conozco a mi marido, Miguel, estoy descubriéndola, y es que es alucinante. Estoy enamorada de Galicia. A veces me hace gracia porque mi marido, y los ferrolanos en general, no tratan especialmente bien a su ciudad, y yo les digo: «Pero si tenéis un tesorito maravilloso». Desde su propia decadencia, Ferrol tiene un romanticismo que a mí me atrapa y me encanta. Y a nivel gastronómico también me parece alucinante. Es que es todo maravilloso.

—¿Te vendrías a vivir a Galicia?

—No sé si a vivir, porque a nivel de infraestructuras viajar a Galicia es un poco complicado y me dificulta un poco el tema, pero sí que es un destino al que voy cada vez que puedo. Entre la morriña de mi marido y la mía propia, en cuanto tenemos ocasión, nos escapamos. Para mí Galicia y Ferrol son casa.

—¿Cómo estás haciendo para marcar las diferencias que separan el proyecto del grupo del tuyo personal?

—Yo no reniego para nada ni pretendo alejarme de lo que hice hasta ahora. El hecho de que yo no continúe con La Oreja de Van Gogh tiene más que ver con ellos que conmigo. Así que yo, en ese sentido, voy a ser fiel a lo que he venido haciendo a lo largo de estos años. Es donde me encuentro cómoda y es el lenguaje musical que comprendo. Evidentemente, el hecho de que ellos no estén a mi lado ya supone una diferencia, aunque sea estética. Y también es verdad que con la banda con la que voy ahora sonamos un pelín distinto, pero salvo eso, estilísticamente voy a moverme en ámbitos muy parecidos. Mi voz ha sido durante 17 años la voz del grupo, por lo tanto es lógico que recuerde mucho a lo que fue. Van a seguir estando canciones que también son mías y por lo tanto va a haber mucho de La Oreja en lo que la gente vea. Pero es que yo no reniego para nada de todo eso.

—¿Qué diferencias estás advirtiendo entre presentarte bajo el paraguas de un grupo a hacerlo con tu nombre y apellido al frente?

—Si te soy totalmente sincera, a día de hoy, a nivel de público, no estoy sintiendo ninguna diferencia. Honestamente, pensaba que sí que la iba a haber y además no pasaba nada. Era natural. Para mí cualquier plaza y cualquier escenario eran buenos. Mientras hubiera una persona que quisiera venir a verme ya era un lujo. Pero de momento está yendo todo un poco a lo grande. Estoy flipando un poco, la verdad.

—¿Da vértigo?

—Sí, da mucho vértigo. Mucho. Sí, porque soy muy consciente de cuáles son mis handicaps, de lo rápido que va todo y de esta forma tan efímera de consumir música. Que lo que hoy funciona, mañana ya no. Y eso sí que me genera bastante vértigo.

—¿Los adelantos que ya conocemos son representativos de lo que nos vamos a encontrar en tu primer disco?

—En parte sí. Son representativos en tanto que va a ser un disco de pop. No voy a sorprender en ese sentido. Pero tampoco todas van a sonar como Mi nombre. Va a haber cosas más parecidas a Tres deseos, hay alguna canción más lenta... Hay un poquito de todo.

—Pues precisamente aprovechando el título de tu última canción, di tres deseos.

—Seguir teniendo salud para afrontar y sobrellevar todo. Y hablo de la salud a todos los niveles, no solo de salud física. La salud empieza en la cabeza y acaba en el dedo gordo del pie. El segundo, poder seguir trabajando y viviendo experiencias que me hagan feliz. Y el tercero, ser capaz de disfrutar todo lo que haga.