Felipe dejó a Guerra por carta

SOCIEDAD

Felipe González y Alfonso Guerra en el Debate sobre el Estado de la Nación en febrero de 1987
Felipe González y Alfonso Guerra en el Debate sobre el Estado de la Nación en febrero de 1987 D.BLANCO / CONTRERAS

18 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Muy recomendable es la nueva serie de Movistar + La última llamada, en la que los cuatros últimos expresidentes de España: González, Aznar, Zapatero y Rajoy cuentan en primera persona cómo afrontaron la soledad del poder en momentos especialmente delicados. Hay muchas razones para verla —la relevancia de lo que se relata, el testimonio directo de los protagonistas o el repaso de hechos históricos como el 11-M, la guerra de Irak, el asesinato de Miguel Ángel Blanco o la crisis del 2008—, pero el gran acierto es, sobre todo, cómo el entorno y los propios presidentes dejan entrever su personalidad. Sobresale el caso de Felipe González, que desde el inicio se vio obligado a desdoblarse y abandonar a Felipe para convertirse en González. Detrás de esa imagen del político carismático y locuaz, se esconde un hombre muy, muy, solitario, extremadamente tímido, marcado por las carencias de una niñez dura y mucho más inseguro de lo que aparenta. «El hijo del vaquero», que llegaba a las reuniones oliendo a establo, se agarró a Guerra para no tambalearse, porque si algo le costaba —dicen los íntimos—, es enfrentar el cara a cara. Guerra era el que iniciaba las conversaciones que llevaban a la destitución de los ministros porque a Felipe se le atragantaba. Lo cuenta Guerra, que destripa parte de su compleja relación a lo largo de décadas. Felipe, cuando se vio en la tesitura de romper con él, no pudo mirarle a la cara. Lo despachó por carta.