Los perros en los hospitales gallegos son más terapeutas que mascotas

M. cobas / j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Pepe Álvarez pasó el mes de febrero ingresado en el CHUO, donde recibió la visita de Pelitos.
Pepe Álvarez pasó el mes de febrero ingresado en el CHUO, donde recibió la visita de Pelitos.

Media docena de iniciativas apoyan con animales el bienestar de los pacientes

15 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Osakidetza, el equivalente vasco del Sergas, acaba de poner en marcha un programa piloto en dos hospitales para que los pacientes ingresados puedan recibir visitas de sus mascotas. No es el primer ejemplo, porque el Hospital Civil de Málaga tiene un programa en paliativos llamado «Tu mascota te acompaña», el de Can Misses (Ibiza) el «Dogspital» para pacientes ingresados. Algo parecido a lo que ocurre en los centros alicantinos de Torrevieja y Vinalopó o en el Rey Juan Carlos de Móstoles (Madrid). También en Galicia se están dando pasos en ese sentido, con el ejemplo de «Can da man» en Ourense. Aunque la presencia de mascotas en los centros sanitarios gallegos en realidad tiene más de tres lustros de historia. Generalmente está asociada a acciones terapéuticas algunas de ellas con la colaboración de entidades externas como la Fundación María José Jove o la Fundación Andrea

Piñor

Psiquiatría. El área sanitaria de Ourense fue pionera en la realización de terapias con animales. En el 2009, los perros Curro y Menta llegaron al hospital Cabaleiro Goás para convivir con los pacientes psiquiátricos. La experiencia piloto salió tan bien que cuando el servicio se mudó a Piñor (donde está actualmente), los perros también lo hicieron.

Ourense

«Can da man». El pasado enero, el CHUO ponía en marcha un programa que permite que los pacientes ingresados reciban la visita de sus mascotas. La solicitud debe tramitarse a través del servicio de Humanización y el encuentro se produce en la cubierta terapéutica del nuevo edificio de hospitalización. Inicialmente pensado para los enfermos en cuidados paliativos que tenían la necesidad de despedirse de sus animales de compañía, después se amplió a aquellos que tienen que estar mucho tiempo ingresados. «No tendríamos problema de hacerlo con pacientes de estancias cortas si la separación se le hace difícil», explica la psicóloga clínica Nuria Seijas, la profesional que impulsó «Can de man».

clínico de santiago

Pediatría. Desde hace algo más de un año la entidad Só lles falta falar, de la mano de la Fundación Andrea y con María Sabell al frente, colabora con los profesionales de Pediatría del CHUS. Lo que persiguen es que los perros ayuden en tareas como estimulación afecto-emocional de los niños, porque la presencia de los animales contribuye a la empatía y la relajación. Además, cuenta con la ventaja de que la planta de pediatría tiene una terraza propia para llevar a cabo actividades den el exterior.

marítimo de oza

Los jueves. Los pacientes de Psiquiatría del Hospital Marítimo de Oza tienen los jueves, con la ayuda de la Fundación María José Jove y el Inibic, la actividad mejor valorada por parte de los usuarios. Uva, Pot y Briana, de la escuela canina Candamín, ejercen como terapeutas de cuatro patas que les ayudan a desarrollar habilidades como la responsabilidad, la autonomía, los cuidados básicos, el compromiso o la interacción social. Con esta iniciativa, el centro se suma al hospital materno-infantil Teresa Herrera, donde ya tienen una trayectoria más dilatada en terapias con mascotas.

Además de en Psiquiatría, la Unidad de Cuidados Paliativos de Oza también permite, dentro de sus múltiples líneas de humanización, la posibilidad de despedirte de tu mascota.

Pepe Álvarez, paciente que recibió la visita de su perro: «Non contaba que puidera vir o can. Foi unha alegría grande»

Maruja Bardelás, su mujer, pensó que le vendría muy bien pasar un rato con su inseparable Pelitos. Y no se equivocó

m. cobas

El pasado mes de enero, el ourensano José Antonio dos Santos se llevó una de las alegrías de su vida. Después de veinte días ingresado en el CHUO —una vez más en lo que calificó como un año nefasto— recibía la visita de Cata y Togo, los border collie con los que viven él y su mujer. Reconocía emocionado que le había sentado muy bien el reencuentro y las lágrimas de los perros evidenciaban que ellos también lo necesitaban.

Maruja Bardelás lo vio en la prensa y pensó que a su marido, Pepe Álvarez, también le beneficiaría poder estar con Pelitos, el papillón que adoptaron hace casi siete años. «O can é moi bo e para Pepe é o seu amor», reconoce Maruja, que relata que el perro duerme con su marido y que nunca se separa de ellos. Así que no dudó en solicitarlo. «Non contaba que puidera vir o can ao hospital. Foi unha alegría grande, grandísima», cuenta el hombre, que el próximo miércoles cumple 80 años.

El reencuentro fue en la cubierta terapéutica. «O can estaba estrañado, porque Pepe levaba unha máquina, pero pronto se puxo ben», recuerda Maruja. Pelitos acudió una segunda vez de visita al CHUO y nada más llegar a la puerta se puso muy contento, relata su dueña: «Xa sabía ao que viña». Tenían fecha para una tercera, pero cuando se acercaba el momento Pepe recibió el alta tras 26 días ingresado por culpa de una infección. Así que vuelven a estar juntos en su casa de Maside. «Pelitos é un máis da familia», dice Pepe, que resalta las bondades del programa. «É moi bo para o que está alí ingresado poder ver o can, porque os días son moi largos», dice. Y añade: «Alí cando menos tempo se bote mellor, pero ás veces hai que ir».

Los beneficios de «Can da Man» son más que evidentes, asegura la psicóloga clínica Nuria Seijas. «Hace que para el paciente sea más tolerable la estancia en el hospital, porque hay gente que incluso se plantea no ingresar para no separarse de sus mascotas», asegura. Seijas avanza que harán una investigación para estudiar de manera científica la mejora de la sintomatología ansiosa o depresiva de los ingresados, e incluso sobre si se reduce la necesidad de analgesia para el dolor.

Desde la puesta en marcha del programa, cinco pacientes han recibido la visita de sus mascotas. «En todas las ocasiones fue muy emocionante», reconoce Seijas.