Mercedes Clase C 300: ¿híbrido de diésel o de gasolina?

Por Javier Armesto

MOTOR ON

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El Mercedes Clase C 300 de acelera de 0 a 100 km/h en poco más de 6 segundos, pero gracias al apoyo del motor eléctrico tiene un consumo muy bajo y su batería le permite circular 100 kilómetros en modo eléctrico. Su hermano híbrido de gasolina es su principal rival.

20 may 2025 . Actualizado a las 09:26 h.

La frontera entre una marca generalista y una premium está a veces en los pequeños (pero grandes) detalles. La versión actual del Mercedes Clase C ya lleva unos años en el mercado y su silueta puede que no impacte tanto como algunos modelos más recientes, pero su diseño de berlina clásica y elegante se mantiene inalterable y hace que gane muchos puntos. Más en esta época en la que el público vuelve a mirar hacia este tipo de carrocerías, que ofrecen una aerodinámica, y por tanto una eficiencia de consumo, muy necesaria en la era de la movilidad eléctrica.

Dentro de la gama híbrida enchufable del Clase C, y dejando aparte la versión C63 AMG (680 caballos, está en otra galaxia), Mercedes ha hecho una apuesta curiosa: hay híbrido de gasolina e híbrido diésel, ambos con especificaciones y rendimiento casi idénticos. Nosotros hemos probado el C 300 de, con un motor de de gasoil de 197 CV que se combina con otro eléctrico de 129 CV, ofreciendo una potencia total de 313 caballos. Una cifra suficiente para impulsar el coche de 0 a 100 km/h en solo 6,2 segundos, algo que pudimos apreciar en el primer adelantamiento. A pesar de circular sobre una carretera totalmente mojada, el Mercedes aceleró con decisión y de forma muy lineal, sin ningún tipo de derrape o extraño debido a lo deslizante del asfalto.

Montar un motor de combustión y además una batería de ion-litio de tamaño respetable (25,4 kWh, ofrece una autonomía eléctrica de alrededor de 100 kilómetros) supone irse por encima de las dos toneladas de peso, hasta 2.140 kilos. Pero no los vamos a notar, porque contamos con un enorme par de 440 Nm y el coche responde en cualquier circunstancia. Lo que sí percibimos es el aplomo con que circula, y es que el reparto de pesos está equilibrado porque la batería se encuentra debajo del piso del maletero. Esto hace que el Clase C híbrido enchufable tenga menos espacio para el equipaje que sus hermanos de gama: 315 litros, poco para una berlina que mide 4,75 metros de largo.

El confort de marcha es marca Mercedes, con ese tacto delicioso del volante y los pedales, unido a una suspensión firme pero con buena amortiguación. La insonorización también destaca, hasta el punto de que tuve que bajarme a mirar por detrás si realmente era la versión diésel y no la de gasolina. Esta última tiene la misma potencia final, aunque el motor térmico tiene algunos caballos más (204). Pesa 55 kilos menos y es una décima más rápido en el 0 a 100 (6,1 segundos), y eso que dispone de menor par. La autonomía eléctrica es idéntica en ambos modelos, 116 kilómetros en modo homologación WLTP, y el gasolina tiene unas emisiones ligeramente superiores a las del diésel (12 gramos de CO2 por kilómetro frente a 11), aunque este tiene la ayuda del AdBlue. El gasolina ofrece un consumo medio WLTP de 0,5 litros a los 100 y el diésel una décima menos.

Difícil tesitura elegir entre uno y otro: la diferencia de precio no llega a 6.000 euros (a favor del híbrido enchufable de gasolina), y puede que en unos meses la ventaja del menor precio del gasoil sea anulada por el Gobierno, siguiendo las directrices verdes de Bruselas. Pero me he guardado un dato que quizá incline la balanza: el C 300 de alcanza el par máximo a 3.600 revoluciones, mientras que su hermano de 95 octanos hay que subirlo de vueltas hasta las 6.100 rpm para extraer todo su potencial. Dependerá, pues, del estilo de conducción.

En un recorrido de 65 kilómetros por carretera (tumbando pedal brevemente en algunos momentos), el Clase C 300 de arrojó un consumo medio de 2,1 l/100 km y 13,3 kWh/100 km, circulando el 81 por ciento del tiempo en modo eléctrico. El total desde reset (10.478 kilómetros) marcaba 3,1 litros a los 100 y 15,4 kWh. La gestión de la frenada/retención regenerativa es soberbia, por lo que vamos a poder acercarnos sin duda a esa cifra redonda de 100 kilómetros sin emisiones. Obviamente, si lo ponemos en modo Sport la cosa cambia.

En el interior del habitáculo hay suficiente altura al techo, incluso con el cristal panorámico con cortinilla eléctrica. El cockpit es casi perfecto, con un volante grueso y achatado por abajo, excelente visión por el retrovisor interior y un cuadro de instrumentos digital complementado por la pantalla multifunción ubicada entre el salpicadero (y no sobre este) y la consola central, por lo que es más accesible y no resta visión a través del parabrisas. Los pasajeros de atrás tienen bastante espacio para las piernas y al no ir montada la batería bajo el suelo pueden poner los pies debajo de las butacas delanteras sin problema.

Con un precio de 69.200 euros, este híbrido enchufable de Mercedes no está al alcance de todo el mundo, pero ahora mismo es como tener dos automóviles en uno: un coche para el día a día, con el que podemos ir al trabajo o movernos por ciudad y alrededores casi íntegramente en modo eléctrico; y una berlina para desplazarnos con total comodidad en viajes de muchos cientos de kilómetros, sin tener que preocuparnos de enchufes.