
Casa Marabina dará un premio de 500 euros a la primera persona que sea capaz de comer dos tortillas de patatas el 31 de octubre
12 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.En las ventanas del local anuncian un concurso único. El próximo 31 de octubre darán un premio de 500 euros (300 en metálico y 200 para consumir en el restaurante) a la primera persona que sea capaz de comer dos tortillas de patatas en menos tiempo. «Hay un tope máximo de media hora y ya hay apuntadas cinco personas. Queremos llegar a los diez concursantes. Hay que tener en cuenta que la tortilla que hago pesa tres kilos y medio y lleva 18 huevos. Es decir, hay que comer siete kilos en menos de 30 minutos», explica Mailin Romero Chay.
Ella y su marido, Alfredo González, son los propietarios de Casa Marabina en Ledoño, Culleredo, un local que cuenta con carpa, comedor exterior y terraza en la que pueden atender a 190 comensales. «Cocino yo con tres ayudantes, y mi marido está en la parrilla con otra persona, además de personal de sala», apunta. Todas las mañanas hace cuatro tortillas gigantes, una normal, otra con cebolla, y otras dos que van variando, de cocido, chicharrones o chorizo.
«Me costó mucho que me saliese bien hasta que di con la proporción exacta, de 3 kilos de patatas y docena y medio de huevos. El mejor catador es mi marido. Un cliente empezó con la broma de que sería capaz de comer una entera y de ahí surgió lo del concurso. Veo complicado que alguien gane porque son tortillas muy contundentes», reflexiona Mailin.
En Galicia con euro y medio
Es sonriente y positiva. Mientras charlamos en el comedor del hotel, su marido atiende a los clientes que toman café en la zona de bar y sus hijos de 15 y 12 años se entretienen con el móvil antes de ponerse a estudiar. Se la ve feliz porque la familia y el negocio le van bien, pero en el camino hubo más espinas que rosas. Es venezolana de la zona de Maracaibo y por allí se les llama marabinos, de ahí el nombre del negocio.
«En el 2003, con 22 años, decidí venir a España. Trabajaba en el sector de la construcción y las cosas empezaron a ir mal, aunque diez veces mejor que ahora. Tenía una prima en Ferrol y me vine sin saber muy bien qué iba a hacer. Llegué a Galicia con euro y medio en el bolsillo. Me acuerdo que conseguí un trabajo de camarera en O Temple y una habitación en O Portádego a la que llegue con mis pertenencias en bolsas de basura. Entre unas cosas y otras llegué una hora tarde al trabajo, y eso que soy puntual. Estuve unos meses, después en un Sanbrandán en A Corveira, dos años en el café Veracruz... Quise salir de la hostelería y estuve un tiempo en una agencia de viajes, pero pronto me di cuenta de que no era lo mío. Fui comercial de telefonía móvil, de productos para coches... Mi marido insistía en que la cocina se me daba bien y me matriculé en la Escuela Álvaro Cunqueiro. Les debo mucho, al igual que a mi madre, Elka, y a mi suegra, Pastora, que me enseñó los secretos de los platos gallegos», relata Mailin.
Tras pasar otra vez por distintas cocinas, abrió en el 2019 su propio negocio, donde charlamos esta semana. Este año, además, participó en la Batalla de restaurantes, de Chicote.
Trabaja muchas horas. De sol a sol. «El domingo cierro a las siete de la tarde, pero abrimos todos los días. A finales de octubre empiezo con la temporada de cocidos, que servimos todos los jueves con el menú del día. Cuando acaban, allá por Semana Santa, cojo cuatro días de descanso. Y en verano, 15 de vacaciones. Hay muchas cosas que pagar. Mi abuelo materno era de Hong Kong y creo que heredé un espíritu de sacrificio importante. Tengo poco ritmo caribeño», comenta con buen humor esta mujer que se confiesa apasionada de la carne. «Podría comerla todos los días y me encanta el cocido. Las carnes maduradas y los bacalaos son nuestras especialidades», afirma Mailin, que no para. «Continúo formándome, ahora hago un curso de gestión hostelera», asegura esta mujer que prepara tortillas de tres kilos y medio.