Luis Rojas Marcos vivió de cerca los dos grandes apagones de Nueva York: «Aquel apagón agravó los problemas urbanos, pero se cuenta que un impacto inesperado salió a la luz nueve meses después»

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DOS GRANDES COLAPSOS DE LA HISTORIA ha afrontado el psiquiatra Luis Rojas Marcos, el psiquiatra e investigador español que estuvo al frente del Sistema de Hospitales Públicos de Nueva York durante el 11S
04 may 2025 . Actualizado a las 17:08 h.Había cumplido ya el sueño de volar lejos de la realidad en blanco y negro de los sesenta en España, pero no había cumplido aún diez años de nueva vida en la Gran Manzana cuando Luis Rojas Marcos (Sevilla, 7 de agosto de 1943) vivió el que fue su primer apagón. El Gran Apagón, ese que dejó a oscuras la ciudad de Nueva York dos días de mediados de julio de 1977. A diferencia del corte masivo de suministro que apagó los miles de luces de Nueva York en 1965, el del verano de 1977 derivó en un caos sin precedentes. El que se lleva las mayúsculas iniciales como apagón no las merece solo por el desplome eléctrico, sino especialmente por lo que desencadenó en la gente, una violenta respuesta social que no olvida el psiquiatra, investigador y profesor que llegaría a ser director del Sistema Psiquiátrico Hospitalario de Nueva York desde 1982 hasta 1992.
Con 24 años y recién licenciado en Medicina, con un bagaje de suspensos cicatrizando en el expediente escolar, Luis Furbuchi —así llamado por su madre por su hiperactividad— cruzó el charco para saltar a la inmensidad de América desde una España en dictadura, impulsado por los aires de cambio que siguieron al fracaso americano en Vietnam.
«En 1977, yo ya vivía en Nueva York. Me vine en junio de 1968», dice quien estaba por vivir aún otro de los grandes apagones del país de las oportunidades, el del 2003. «Viví de cerca los dos apagones. Fueron muy diferentes; porque la reacción del pueblo fue muy distinta. En 1977, caos, violencia, atracos, saqueos, incendios... La reacción del pueblo que se vio en el apagón del 2003 fue otra». Los dos apagones duraron algo más de 24 horas, el de hace 22 años fue más generalizado que el del 77, «pero la reacción de la gente en el 2003 fue pacífica, una exhibición colectiva de festejos solidarios y momentos entrañables e incluso alegres», señala el médico que estuvo al frente del Sistema de Hospitales Públicos de Nueva York, con un área de competencia que comprendía 16 hospitales públicos y la red de ambulatorios de la ciudad de Nueva York, desde 1995 hasta el 2002 y desde el que trató trauma humano de alcance mundial de los atentados del 11 de septiembre.
Parte del suministro pudo recuperarse en 24 horas, pero algunas zonas castigadas por el apagón del 2003, debido a una sobrecarga del sistema eléctrico, no recuperaron la corriente dos semanas después. Una de las diferencias entre los dos colapsos fue que, «en el apagón del 2003, se tuvo que descartar la posibilidad de un acto terrorista, porque mentalmente estábamos cerca de lo vivido el 11S». «Pero el pueblo reaccionó pacíficamente, frente al de 1977, que configuró un escenario de violencia preocupante, del que tengo malos recuerdos. Son varios los factores sociales de cada época que explican las diferentes respuestas colectivas», subraya Luis Rojas Marcos.
DOS RESPUESTAS CON CAUSAS
El 14 de agosto del 2003 era jueves, un día que Luis recuerda como caluroso y festivo. «La ciudad se apagó a las cuatro de la tarde. Solo hubo festejos. Ocurrió menos de dos años después de los atentados del 11S y se palpaba el sentimiento de vulnerabilidad», recuerda el psiquiatra. «Inmediatamente, el recién elegido y respetado alcalde Michael Bloomberg anunció que no había indicio de terrorismo, lo que provocó un suspiro colectivo de alivio y todos salimos a la calle a compartir y celebrar la vida», señala el médico.
Desandando décadas, el apagón de 1977 había caído un viernes «pasadas las nueve en una de las noches más sofocantes del verano», según recuerda el autor de Optimismo y salud, que dice que el entonces alcalde de Nueva York, Abe Beame, «que lideraba la ciudad prácticamente en bancarrota, declaró el estado de emergencia sin dar información alguna sobre las posibles causas».
«Lo que conmocionó a la ciudad fueron los miles de personas que desataron una ola de asaltos y saqueos. El escenario parecía más un motín masivo que un apagón. Algunos señalaron la crisis financiera como la principal causa del desorden», revela Rojas Marcos, que considera esa desobediencia civil un reflejo del rechazo de la guerra de Vietnam y el desencanto con el gobierno central tras el escándalo del Watergate y la consiguiente dimisión del presidente Nixon.
«El apagón agravó los problemas urbanos, pero se cuenta que un impacto inesperado salió a la luz nueve meses después, cuando las salas de maternidad de los hospitales de la ciudad se vieron desbordadas por bebés que fueron concebidos a oscuras», concluye. Y volvió la luz.