
Seguimos con Adolescencia, por la oportunidad que la serie nos ha brindado para hablar de lo que no solemos hablar. Aunque la audiencia real de la serie protagonizada por Stephen Graham y sus exigentes planos secuencia no va a llegar a nuestras vidas, nadie le puede hurtar ya su capacidad para meternos el dedo en el ojo para que nos demos cuenta de los derroteros por los que transcurre nuestro mundo. Adolescencia será programada en los colegios ingleses, lo que demuestra que allí consideran el cine y las series herramientas educativas poderosas que aquí seguimos despreciando y que además quieren compartir con los adultos que serán el tipo de mundo que nos está quedando.
Una reputada guionista gallega reconocía hace unos días el valor de Adolescencia, pero ofrecía una circunstancia muy interesante: hace apenas dos años movió en el mercado un proyecto de contenido similar (y calidad comparable, conociendo a la guionista; niño de 13 años que mata y lo hace además en España, en donde la policía no puede entrar con ametralladoras en su habitación para detenerlo y su reclusión se limita a unos meses, con lo que el papelón de los padres es más terrible si cabe) que fue recibido con un recelo definitivo por plataformas y televisiones por la visión tan descorazonadora que ofrecía de esos niños capaces de hacer cosas horribles. El recelo, claro, se sustanció en negativa.
Así que algo ha pasado en la percepción colectiva para que hoy Adolescencia nos interpele como lo está haciendo, quizás por este clima que se vuelve por momentos irrespirable y por la convicción ya cierta de que sí, en efecto, podemos hacer cosas terribles y pueden pasar cosas terribles.
De todas las realidades posibles que desliza la serie, una de las más dolorosas es la de los institutos. Ese capítulo en el que la cámara se mete como un machete en el colegio del protagonista para descubrir a profesores que no se enteran de nada responsables de educar a chavales que sobreviven en un lugar que más que guardarlos y formarlos parece la primera posta de una carrera vital en la que tendrán que conformarse con sobrevivir.
No toda la Adolescencia es como la de la serie pero…