
«Llevaba varios años sin enamorarme y pensé que no quería ser madre muy mayor. Pero preferiría haberlo tenido con alguien y compartir todo esto», comenta esta mujer todoterreno que reconoce que tiene ayuda de su familia para criar a Zoe y Leo
11 abr 2025 . Actualizado a las 11:07 h.Con 44 años y dos niños, Eva Colera no le puede pedir más a la vida. Se siente completamente realizada porque pudo conseguir lo que tanto deseaba: ser madre en solitario, y no solo una vez, sino dos. «Yo soy la pequeña de seis hermanos. Y siempre lo hemos pasado tan bien juntos.... Vivimos cerca todos y los primos también tienen mucha relación. Entonces, yo quería tres o cuatro hijos y estuve a punto de volverme a embarazar el verano pasado, pero la realidad me dio una bofetada, porque no podía económicamente ni tampoco podía con mi alma. Pero por ganas, sí. Lo que siempre tuve claro es que quería dos hijos como mínimo. Eso seguro», comenta ya de primeras Eva, que transmite muchísima energía y positividad.
«Soy profe y soy consciente de la diferencia que hay cuando tienes un hijo a cuando tienes dos. Pero también se entretienen juntos y juegan mucho entre ellos y aprenden cosas diferentes. No digo que sea malo tener solo un hijo, pero yo al estar sola pues pienso que si un día me muero o enfermo o me pasa algo, no los dejo solos. Se tienen el uno al otro. Porque por muchos tíos y primos que tengan, al final también tienen un hermano. Y ese es el lazo más fuerte que pueden tener», explica.
«Siempre había querido ser madre. De toda la vida. Y llevaba varios años sin enamorarme, sin emocionarme con nadie. Yo siempre había sido de tener pareja, pero llevaba muchos años que no era así. Entonces pensé que no quería ser madre muy mayor y que me tenía que poner las pilas. Fue ahí cuando tomé la decisión de hacerlo en solitario», cuenta. Aunque reconoce que le habría gustado compartir esas vivencias con una pareja. «Preferiría haberlos tenido con alguien. Compartir todo esto. Pero la verdad es que no hay un día que me haya arrepentido de la decisión que tomé. Aunque eso no quita que eche de menos un compañero, en mi caso. Pero, a la vez, la relación que tenemos Zoe, Leo y yo no la cambio por nada. Tenemos una relación increíble. Y creo que tiene que ver con que somos tres».
Sobre cómo se organiza en el día a día con dos niños pequeños de 6 y 4 años, Eva reconoce que muchas veces tiene que pedir ayuda a sus padres. «Si los necesito, siempre están ahí. Pero todo es cuestión de organizarse», indica. «Lo bueno es que desde el primer momento tu planteamiento es realista. Y lo malo, es que la carga mental la tienes toda tú. Y es lo peor que llevo. Esa sensación de que tengo que tener el control de todo. Mis amigos ya se meten conmigo. Porque si hay que hacer una tarea para el cole, mis hijos son los primeros que la llevan hecha. Y no es porque yo quiera ser la primera. Es porque quiero quitarme obligaciones y cosas de encima pendientes de hacer. Eso es para mí es lo más difícil de ser madre en solitario», reconoce.
Y continúa: «Y eso que yo soy profe de primaria e infantil y ni tan mal. Pero aún así, me paso la vida pidiendo favores. Y luego, también está la parte económica, que ha sido devastadora. Yo era una persona normal, pero que viajaba mucho. Mis gastos los dedicaba a eso. Y tampoco soy de gustos caros, pero vivía bien. Desde que soy madre, me he reducido la jornada para poder llegar a todo y estar con ellos, que para mí es lo importante. Y te empobreces de mala manera», explica.
Baja de maternidad
Sobre ese aspecto, considera que se debería tener en cuenta que una persona sola tiene más dificultades en la crianza de los hijos y a la hora de asumir gastos. «No está planteado con igualdad de condiciones. No nos pueden dar la misma baja a nosotras que al resto». Se refiere a que el Tribunal Constitucional reconoció que un menor debe permanecer las mismas semanas al nacer con sus progenitores, sea como sea el modelo de familia, y el derecho de permiso lo extiende como mínimo hasta las 26 semanas para equipararlo con las biparentales, pero nunca las 16 actuales. Pero es un derecho que estas familias deben pelear en los tribunales, con los gastos y esfuerzo para ellas, porque no está aún regulado por ley. «Deberían compensarnos de alguna manera, porque nos tenemos que reducir la jornada para llegar a lo mismo que llegan dos personas. Esa es la realidad», añade. «Lo sangrante es que un viudo con dos hijos es familia numerosa, mientras que las monoparentales, no. Estamos hablando de una injusticia y de una diferenciación que, legalmente, es increíble que se siga permitiendo». Y explica lo difícil que supone criar a dos hijos una persona sola con un ejemplo concreto: «Mi segundo hijo estuvo nueve días en la uci al nacer. Y yo tuve que coger la moto, con una cesárea recién hecha, para que me diese tiempo a darle de mamar a mi hijo y, a la vez, ir a contarle el cuento a mi hija por las noches, a llevarla al cole y a estar con ella para que no se sintiera abandonada».
A pesar de ello, reconoce que volvería a hacerlo una y mil veces. «Yo siempre he gozado mucho todas las etapas de crianza de mis hijos. Y, ahora mismo, es la primera vez que lo estoy pasando un poco peor, porque estoy estudiando una oposición y no descanso igual. No me concentro... Pero desde que nacieron siempre lo he llevado muy bien», explica.
Aunque agradece el apoyo que siempre tuvo de su familia: «Me ayudaron económicamente para que pudiese tener a los dos. Tanto mis padres como mis hermanos. Juntaron dinero para pagármelo. Tengo una hermana que tuvo un hijo por inseminación artificial y también le ayudamos todos los hermanos, pero sobre todo, mis padres». Sobre si Zoe y Leo notan en falta una figura paterna, la respuesta es una evidencia: «No echan de menos a ningún padre. A veces les digo de broma algo, y ellos ya me dicen: ‘Que yo no tengo padre’. Y si les pregunto si les gustaría, su respuesta es: ‘¡Qué va! Nosotros ya somos una familia’. Somos los supertrés. Y no queremos ser otra familia. Somos esto. No quieren tener un padre, porque nunca lo han tenido. Además, toda mi familia es muy dispar. Hay una lesbiana, con mujer y dos hijas, y cada una se ha embarazado de una. Hay otro separado. Hay una madre soltera de un hijo, otra divorciada. Hay otra que tiene perros y dice que son sus hijos... Hay otro que es la familia tradicional, absolutamente.... Y cuando les leo cuentos inclusivos a mis hijos o vemos películas, ellos me dicen: ‘Mira, como nuestra familia...’». Claro que sí, porque en la diversidad está la virtud. Ahora Eva solo echa en falta una cosa: «Me gustaría tener pareja, aunque no sé si estoy preparada para ello. Pero ganas, sí que tengo. Algún día». ¡Seguro!