
El 30 de agosto de 1925 eran inaugurados los dos elementos relacionados con el filántropo local emigrado a Argentina
31 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Los vecinos de Cangas amanecieron el 30 de agosto de 1925 al ritmo de las bandas de música del Regimiento Murcia y del batallón de cazadores de Mérida. Las calles, ese domingo de hace cien años, estaban adornadas con banderas, arcos y guirnaldas. Fue un día especial. No solo la villa celebraba las fiestas del Cristo, sino que en esa fecha coincidían dos inauguraciones. Por un lado, se bendeciría la plaza de abastos, y, por otro, se descubriría el monumento a José Félix Soage, el cangués, emigrado en Argentina, que hizo posible el nuevo mercado local y realizó importantes donaciones a la población.
A las doce de la mañana, el obispo de Madrid, el vigués Leopoldo Eijo Garay, bendecía la nueva plaza. Acto seguido, se descubría, a los sones del himno de España, el monumento realizado por el escultor Francisco Asorey. Hubo aplausos y vítores para el protector de Cangas.
En aquel acto participaron los miembros de la comisión organizadora de la creación del monumento, con Antonio Cabanelas al frente, el alcalde de Cangas y el ex-gobernador Prudencio Landín en nombre de la familia de Soage. Este último ensalzó al filántropo, tanto por su obras en Buenos Aires como en Cangas. Al finalizar el acto, los concurrentes participaron en un espléndido banquete.
En aquel día se producía el desenlace de una historia que comenzaba en 1894, año en el que Cangas vivió una virulenta epidemia de viruela que había llevado al alcalde a suspender las clases en las escuelas debido al peligro que suponía para los niños. Un vendaval se llevó por delante la deficiente estructura en la que se cobijaban los vendedores. Los comerciantes quedaron a la intemperie. Con el paso del tiempo, José Félix Soage decidió regalar a su pueblo un edificio para acoger la plaza de abastos. Él pagaría la obra, en torno a las 200.000 pesetas, y el Concello debía buscar el emplazamiento. Tras cierto debate se acordó levantarlo en la actual ubicación, para lo que tuvieron que pedir permiso al Estado por ser un espacio dependiente del puerto. El informe favorable llegó en mayo de 1923. A partir de ese instante ya todo quedó en manos del arquitecto vigués Jacobo Esténs, casado con la hija del industrial conservero Salvador Massó.
El monumento a Soage quiso ser la materialización del agradecimiento de Cangas a su benefactor. El dinero fue recaudado por suscripción popular, con una importante cantidad aportada por el erario municipal. La obra de cantería del monumento fue hecha por el contratista vigués Dapresa.
Pero la plaza de abastos no fue el único regalo que hizo José Félix Soage a su villa natal. Realizó otras importantes donaciones antes de fallecer en Buenos Aires, en 1924. El filántropo tenía un especial cariño hacia la iglesia parroquia debido a que allí se había bautizado. En 1901, Soage pagó el abovedamiento de una de las naves de la ex-colegiata, y, pocos días después de su fallecimiento, llegaba a la villa el órgano que había pagado para sustituir al anterior, ya muy deteriorado.
Unos años antes, en 1906, Soage donó 4.000 pesetas para el arreglo de la calle de Barreiros, y aún aportó dinero para afrontar las importantes obras de abastecimiento de agua a la localidad.
Un año antes de su fallecimiento se organizó un acto de agradecimiento público al emigrante. Fue el 4 de marzo de 1923. El Concello de Cangas junto con la Alianza Marinera organizaron una manifestación pública como acto de agradecimiento. Fue un acto multitudinario celebrado en domingo.
José Félix Soage falleció el 8 de abril de 1924 sin poder ver acabado el nuevo mercado ni el monumento dedicado a él. Hubo en los días posteriores varios funerales pagados por el Concello de Cangas en memoria del hombre que nunca se olvidó de su pueblo.