Paula Madero: música para degustar sin atracones

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

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La artista viguesa que sufrió un trastorno de la conducta alimentaria presenta «Comiendo sin parar», primer tema de un proyecto profundamente personal que transforma once años de lucha en melodías

20 nov 2025 . Actualizado a las 01:01 h.

La historia de Paula Madero (Vigo, 1994) comienza mucho antes de su primer disco, antes incluso de saber que quería ser artista. Empieza en una familia en la que cantar era tan habitual como para otras ir a misa o juntarse para comer los domingos. Su abuela paterna formaba parte de una coral y su padre, Fernando Madero, llegó a dedicarse profesionalmente a la música antes de convertirse en funcionario. Él y la hermana de Paula lideraron durante años la orquesta Ría de Vigo Show, un proyecto que marcó la infancia de la artista. «Yo canté ahí desde pequeña», recuerda. «Mis primeras tablas fueron los camiones escenario de las orquestas, actuando cada día en un sitio distinto». A los 11 años lanzó su primer álbum, titulado Por ti, con versiones y una canción escrita por una tía suya. A los 13 llegó el segundo. Aquella niña que subía al escenario cada verano por hobby empezaba a tener claro que quería vivir de la música.

Esa determinación la llevó a mudarse a Madrid en el 2021 para abrirse camino tirando por el carril de la música electrónica, un proyecto propio en el que invirtió siete años. Pero su estancia en la capital le reveló algo más profundo: llevaba más de una década arrastrando un trastorno de conducta alimentaria (TCA) que se agravaba bajo la presión de un sector lleno de opiniones y miradas ajenas.

«No estaba preparada», admite. «Incluso los comentarios constructivos me derrumbaban». En Madrid, entre trabajos de producción y pequeñas actuaciones, llegó el momento de parar y mirar de frente el problema. Comenzó terapia con su psicoterapeuta, Virginia, y tras tres años de proceso logró estabilizar el TCA. Me curé del trastorno, pero también el fracaso del proyecto anterior», asegura la viguesa que acaba de publicar Comiendo sin parar, el primer single de un proyecto que invita a degustar poco a poco y sin atracones. «Durante once años intenté llenar el vacío con comida, con control, con culpa… Pero no era hambre. Era dolor. Esta canción es mi manera de hablar de aquello que nunca supe decir», cuenta.

La artista, conocida en redes como La Vecina, ha conseguido construir en Tik Tok un vecindario emocional donde más de 170.000 personas a las que ella también llama vecinos, la acompañan diariamente, conectando con su vulnerabilidad, su humor y la verdad de sus letras. La respuesta de la comunidad suele ser cálida y respetuosa: «el 95 % de los comentarios son buenos» dice tras ahuyentar los demonios que la atormentaban. Ahora reconoce que sí se siente capaz de manejar las críticas.

En paralelo, la creatividad volvió a abrirse paso. Su terapeuta le insistía en que escribiera, compusiera y cantara para transformar en arte su experiencia. Y así apareció un nuevo proyecto, construido junto a Isaías Di Marco, su pareja; el hermano de este, Itha Di Marco y Nana Moia. La vida quiso que los cuatro terminaran viviendo cerca de Segovia, «en un retiro espiritual permanente», bromea en relación al proceso de creación de un álbum, que requiere una introspección y largas horas de dedicación.

El equipo trabaja en un álbum conceptual de once canciones, una por cada año que Paula convivió con el TCA. Ya tienen seis prácticamente listas. La primera en ver la luz abre simbólicamente el relato. Madero explica que cada tema estará asociado a una carta propia, inspirada en el universo del tarot. «No como herramienta de predicción, que es algo en lo que no creo, sino como símbolo», aclara. En este caso, Comiendo sin parar se relaciona con la carta de La Mesa, porque para Paula ese fue «el lugar donde empezó todo», el espacio donde la relación con la comida comenzó a distorsionarse.

La intención es que cada canción cuente su propia historia, pero que juntas conformen un viaje emocional: ansiedad, comparaciones, autocrítica, sanación. «Aunque solo una canción ayude a una persona, ya habrá cumplido su función», afirma. El álbum no tiene título definitivo. Sospecha que no va a ser Comiendo sin parar, pero el estilo sí está claro: «Pop como eje central, con influencias electrónicas, urbanas y baladas. Incluso habrá temas bailables, de los de verano.

El proyecto avanza desde la localidad castellana, entre grabaciones, ideas «poca orquesta sinfónica, pero mucha plancha», ríe haciendo un guiño al omnipresente nuevo disco de Rosalía . Tienen idea incluso de lanzar un mazo de cartas, una por canción, si el álbum termina en formato físico.

Semifinal para Eurovisión por San Marino

Mientras dan forma al proyecto, Paula sigue actuando: en invierno en formato acústico con Isaías y en verano de gira con un grupo de la zona de Segovia que recorre toda España.

Durante años, Paula reconoce que pensó que cantar era un don. «Luego descubrí que un cantante tiene que entrenar como un atleta». De la mano de su vocal coach, Lucía Lago, entrena la voz a diario.

La joven viguesa ha participado en castings, aunque asegura que nunca buscó hacerse un hueco a cualquier precio. Su experiencia más especial fue en 2023, cuando su canción «In My Dreams» llegó a las semifinales del proceso para representar a San Marino en Eurovisión. Actuar allí fue increíble», recuerda.