Los vinos de Amandi de la última cosecha, los más «cálidos» desde que hay datos

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

AGRICULTURA

Viñas en Os Chancís, donde se recogieron los datos del estudio
Viñas en Os Chancís, donde se recogieron los datos del estudio CARLOS CORTÉS

Un estudio de la bodega Don Bernardino pone de relieve el impacto de la falta de lluvia y las altas temperaturas en la uva

05 dic 2025 . Actualizado a las 09:41 h.

La meteorología cambiante asociada al calentamiento global está siendo una constante en los últimos años en la Ribeira Sacra. Inviernos suaves, frío fuera de época, lluvias torrenciales en períodos cortos y sequías prolongadas hacen del tiempo algo cada vez más difícilmente predecible. Pero este último año es el más atípico de todos de los que existen registros en las estaciones de MeteoGalicia. Esta es la conclusión a la que llega la bodega de la subzona de Amandi Don Bernardino en un estudio para el que tuvo en cuenta los datos disponibles desde el 2015 en la estación de mediciones de Os Chancís, en el municipio de Sober.

«Los vinos de Amandi del 2025 van a pasar a la historia como los más cálidos jamás elaborados», dice Diego Rodríguez, enólogo de la bodega. En Don Bernardino realizan habitualmente un seguimiento de los datos de temperatura y precipitaciones de esa estación para controlar los ataques de hongos como el mildiu o el oídio en sus viñedos. Este año la temperatura media en el primer trimestre fue un 5% superior a lo habitual en la última década, incremento que propició, tras un invierno sin apenas heladas importantes, un inicio muy temprano de la brotación de las vides.

«La etapa vegetativa fue tan intensa que las primeras uvas que empezaron a enverar se encontraron el 28 de junio», explica el enólogo. El refranero sentencia que «por Santiago pinta o bago», en referencia al cambio de color de la uva. Pero la tradición de poco vale en la práctica cuando se dan temperaturas tan altas como las que caracterizaron este año el ciclo vegetativo de las vides desde su arranque.

«La consecuencia más notable ante el exceso de calor y el clima árido ha sido una maduración muy irregular en la mayor parte de los viñedos. Las plantas sin un sistema radicular suficientemente desarrollado padecieron estrés hídrico severo, en algunos casos provocando la muerte de la planta y en otros el pasificado de la uva por deshidratación», explica Diego Rodríguez.

Otro fenómeno notable, según pudo comprobar, fue la ausencia de lluvia durante todo el proceso de maduración. Las precipitaciones se concentraron en las primeras fases, cuando las precipitaciones fueron significativas, lo que propició una importante incidencia del mildiu en algunas zonas. Los tratamientos fitosanitarios se concentraron en mayo y junio y a partir de ahí ya resultaron innecesarios.