María Castro: «En la calle, la gente ya no me llama por mi nombre, sino Pía Adarre»

j. moreno MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Europa Press

La gallega está disfrutando del reconocimiento a su papel en «La Promesa», que emite La 1

21 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una de las criadas más carismáticas del ficticio palacio de los Luján en La promesa. La actriz María Castro (Vigo, 43 años) se mete en la piel de Pía Adarre en esta serie diaria de La 1 que se emite todas las tardes (18.15 horas). Con una amplia trayectoria en teatro y televisión, la intérprete reconoce que le gustaría volver a participar en un proyecto musical.

—¿En casa le preguntan qué va a pasar en «La promesa»?

—Me pregunta mi madre, pero mi padre no le deja que diga, porque claro, la ve todas los días. Ella la ve por la noche porque por el día me ayuda con las niñas. No preguntan mucho porque saben que no lo voy a contar (risas).

—El trabajo de actriz puede ser muy inestable. ¿Una serie diaria le da tranquilidad personal?

—Empecé a trabajar relativamente joven, con 18 años, y he tenido la suerte de ir enganchando, o bien teatro, o bien cine. He trabajado un montón. Eso no significa que mañana, de repente, deje de sonar el teléfono, pero hasta ahora me ha ido muy bien. Más que tranquilidad me da facilidades para la conciliación familiar. Ruedo en Madrid, no tengo que viajar y el horario siempre es el mismo. El equipo siempre intenta que entre primero para acabar antes y poder estar con mis hijas cuando salen del colegio. De esta forma puedo hacer de madre. Cuando acaba el día estoy reventada, sí, pero he podido estar con ellas. El poder estar en el crecimiento de mis hijas me da mucha tranquilidad mental, a pesar del cansancio físico que me pueda generar esta conciliación.

—También rodó estando embarazada.

—En Seis hermanas grabé todo el embarazo de mi primera hija, también con la misma productora Bambú Producciones. Ahí se contó porque el personaje también vivía un embarazo. En La promesa lo conté, porque un embarazo es una complicación que hay que tener en cuenta para rodar y es complejo. No me pusieron ningún problema, con lo cual lo agradeceré toda la vida, porque yo no me quería marchar, la verdad. Y al director se le ocurrió una cosa, que era el fingimiento de la muerte de Pía. En vez de ver como un impedimento a mi embarazo, lo vio casi como una oportunidad para hacer algo grande.

—¿Qué queda de aquella María Castro que vimos hace más de dos décadas en la serie juvenil «SMS: Sin miedo a soñar»?

—Queda todo. Creo que sigo teniendo la misma ilusión por el trabajo y la misma inocencia. El motor de mi vida es la ilusión. Puedes estar cansado, pero la ilusión puede impulsar a tu cuerpo. Siempre he tenido una cabeza muy fuerte y no vivo las cosas como una mártir. Lo que sí ha cambiado es mi centro, que ahora son mis tres hijas y mi familia. Mi ilusión era ser madre y costó tanto que no importa no dormir, ya volveré a hacerlo.

—¿Sigue aprendiendo en su trabajo?

—Un día de rodaje es un día de aprendizaje. Antes me veía mucho en el combo al acabar las secuencias y ahora no. La autocrítica es necesaria para evolucionar, pero de todo se aprende.

—¿Y en «La promesa» se ve durante muchos años?

—Todavía no he sentido lo de dejar el proyecto, porque no dejan de pasar cosas: una violación, un embarazo, un intento de aborto, un parto en el que casi muere. Eso hace que no me canse. Además, los compañeros son encantadores y estoy muy contenta. En la calle, la gente ya no me llama María Castro, sino Pía Adarre.

—¿A qué reto profesional se enfrentaría? ¿Se ve dirigiendo?

—En dirección no, que hay que tomar muchas decisiones y no quiero eso. Ya decido la ropa y la comida de mis hijas todos los días. No quiero tomar más decisiones. Soy muy bien mandada. Lo que sí me gustaría hacer es algo de musical, pero no quiero que me lo den, sino que me lo quiero ganar. Yo no tengo una gran voz. A lo mejor podría cantar algo, pero que ganase más el peso interpretativo o el baile que la canción.

—¿Le han ofrecido participar en «Tu cara me suena»?

—Sí, alguna vez, pero es que eso me da mucho miedo. Porque hay cantantes también. Y hay tan poco tiempo para preparar cada semana una cosa. Viajas mucho. No es solo cantar, sino que encima hay que imitar a otro.

—¿Y algún programa loco que le hayan propuesto?

—Me ofrecieron en su día el programa en el que famosos saltaban del trampolín. Yo dije en su día sí a MasterChef, porque la verdad que me gusta mucho la cocina. Me gustó un montón, pero bueno, vamos a centrarnos ahora en los fogones de La promesa.