Cuando Marta Sánchez actuó ante las tropas españolas que patrullaban el estrecho de Ormuz: «Foi un día diferente, pero non me gustou»

Paulino Vilasoa Boo
P. VILASOA REDACCIÓN

SOCIEDAD

Marta Sánchez interpreta Soldados del amor en la fragata Numancia
Marta Sánchez interpreta Soldados del amor en la fragata Numancia RTVE

La cantante, al más puro estilo Marilyn Monroe, fue la elegida por el Gobierno para animar a los tripulantes de las fragatas desplegadas en el Golfo Pérsico y el mar Rojo. Pero no entusiasmó a todos: «Estivo ben, pero á xente preocupáballe máis a familia que calquera outra cousa»

22 jun 2025 . Actualizado a las 20:07 h.

En las Navidades de 1990, la Guerra del Golfo todavía no había comenzado oficialmente. Pero la retórica belicista, y los preparativos para la inminente invasión, que se produciría el 16 de enero de 1991, estaban ya en marcha. Empezaban ya a sonar en los medios de comunicación términos y conceptos que tienen de nuevo su eco estos días. El estrecho de Ormuz, ese punto clave para el comercio de petróleo internacional, ya era entonces uno de los puntos clave. Y allí, España había enviado uno de los buques destinados a patrullar y bloquear al régimen iraquí de Saddam Hussein, la fragata Numancia.

El Gobierno de Felipe González tomó entonces una decisión no exenta de polémica para amenizarles las Navidades a los soldados desplegados a miles de kilómetros de su familia: recurrió a la cantante Marta Sánchez y su grupo Olé Olé para dos actuaciones, una en Nochebuena en el Golfo Pérsico —en Abu Dabi para la fragata Numancia—, y otra al día siguiente, en Navidad, en aguas el mar Rojo —en el puerto egipcio de Safava, para las corbetas Infanta Cristina y Diana—.

Marta Sánchez, aunque tuvo sus dudas y cierto miedo por el marco del conflicto bélico, tampoco se lo pensó mucho. «Estos días son tan especiales para nosotros como para ellos, y todo el esfuerzo que podamos hacer es poco para animar a estos muchachos», dijo en su día, «estos chicos se lo merecen todo». Ese era el pretexto, la forma de adornarlo. No era la única razón. Porque con ello emulaba una vez más a su gran referente estético, a esa mujer que popularizó aquello de que Los caballeros las prefieren rubias: Marilyn Monroe.

La cantante coruñesa ya lucía un look parecido a la actriz, tras teñirse su cabello a ese rubio que fue desde entonces su seña de identidad. Y presumía de que en Nueva York la habían confundido con la tentación rubia por la calle, a pesar de que iba con el pelo mojado y sin maquillar. Eso decía ella.

Con su actuación ante las tropas, daba otro paso para parecerse aún más a su ídolo. Marilyn lo había hecho ya con los soldados estadounidenses de la guerra de Corea, en 1954; Marta lo haría con las tropas españolas desplegadas en las maniobras previas para la Guerra del Golfo. Un momento, pensó ella, a la par de icónico. «¿Por qué no?», dijo entonces.

El ministro Narcís Serra y su esposa junto a Marta Sánchez, que asistieron la recepción de la fragata Numancia
El ministro Narcís Serra y su esposa junto a Marta Sánchez, que asistieron la recepción de la fragata Numancia OSCAR MORENO

A las 10.45 de la mañana del sábado, 22 de diciembre, Marta, de 24 años por entonces, en compañía del ministro de Defensa, Narcís Serra, y Jefe del Estado Mayor de la Armada, el almirante Carlos Villa, tomaron un Boeing 707 de la Fuerza Aérea Española desde el aeropuerto de Barajas con destino Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. 

La idea de la delegación española era realizar los espectáculos musicales a ciertas millas de distancia de puerto. Desgraciadamente, el estado del mar obligó a que la fragata Numancia, que había estado patrullando el estrecho de Ormuz hasta unos días antes, tuviese que atracar para poder disfrutar de la actuación.

Fue un éxito entre los soldados. «Sensacional actuación de Marta Sánchez ante los marineros españoles en el Golfo Pérsico», decía el titular de la portada de La Voz del miércoles, 26 de diciembre. En el interior, el título indicaba que los soldados habían quedado «encantados con la actuación».

El espectáculo, en el que participó también el humorista Raúl Sender, comenzó a las 15.00 hora local y duró dos horas. La cantante recuperó para la actuación un tema de Olé Olé que le iba como anillo al dedo al evento, Soldados del amor. Esa canción que dice eso de «Tú y yo, soldados sin batalla, los dos, manteniendo guardia, tú y yo protegiéndonos, los dos, soldados del amor […] no sé cuánto tiempo pasaré sin ti, sin el poder que me das a mí, entre nosotros no hay guerra ahora». La verdad es que ni pintado.

Toda España pudo ver los conciertos a través de TVE. Una treintena de trabajadores de la televisión pública viajaron, con 20 toneladas de material, al golfo Pérsico y al mar Rojo para no perderse detalle del espectáculo. La mayoría, según decían las crónicas entonces, no pudieron dormir ni comer sentados en tres días.

La retransmisión no dejó ninguna duda de que los militares habían disfrutado como nunca del espectáculo. Muchos miraban embobados a la cantante, que logró su objetivo de levantar el ánimo de las tropas. Era el objetivo declarado de Sánchez, que antes de partir, declaró: «Vamos a ver a unos chicos jóvenes a los que les gustan las mujeres guapas. Más que nada van a ver a una mujer, porque allí creo que no se ve ni una. Les alegraré la vista». La habían elegido porque tenía «curvas», porque la veían atractiva y, según ella, porque no había «nadie de sus características en el panorama musical». También, supuestamente, por sus canciones. Pero en esto desilusionó a los soldados, dado que no pudieron escuchar su voz en vivo, ya que actuó en playback

Lo que no esperaba Marta Sánchez es que, quizás, los militares no buscaban —o, al menos, no todos— ver chicas guapas. A posteriori, las reacciones de los militares y de sus familias, recogidas por La Voz, demostraron que quizás sus prioridades estaban en otras partes.

Así lo declararon la docena de esposas de marinos españoles que pudieron visitar a sus maridos un par de semanas antes para estar con sus maridos durante un fin de semana. «Una segunda luna de miel» que les supo a poco y que no les permitió celebrar con sus esposos las Navidades. «En vez de pagarle a Marta Sánchez el billete, podrían haberlo hecho con nosotras, que somos mucho más importantes para ellos», exclamaron dos de ellas en una noticia recogida por La Voz. 

También otros familiares expresaban quejas similares. Como los del soldado José Álvarez, de A Rúa, a quien sus amigos y conocidos de Valdeorras habían podido reconocer en la retransmisión del concierto. Su madre decía a La Voz que su hijo sería más feliz teniéndolos a ellos allí por Navidad que a la cantante coruñesa. «Que nos levaran aos pais en vez de a Marta Sánchez. Houbérano agradecido máis». 

El caso es que podría parecer que era solo la opinión de las esposas o de sus padres. Pero no era así. El propio José Álvarez lo confirmó al llegar a España, ya en el mes de enero. «Estivo ben, pero á xente preocupáballe máis a familia que calquera outra cousa», declaró sobre el concierto.

También el malpicán Manuel García demostró que la actuación de Marta Sánchez se había vivido con más euforia en la Península que in situ. «Foi un día diferente, pero non me gustou», dijo sin cortarse un pelo dos meses después, cuando ya estaba en su pueblo natal. El concierto le había parecido normal, e incluso algo frío, y lamentó que la artista no interactuase nada con los soldados. Para él, cualquiera de las acompañantes de la cantante habían sido muchísimo «máis simpáticas».

No solo ellas, también la ex miss España Esther Arroyo, que fue enviada por la revista Interviú unas semanas antes a Oriente Medio vestida de Papá Noel. «Pareceume máis simpática que Marta Sánchez», opinó García, que formó parte de la tripulación de la corbeta Infanta Cristina.