El tratamiento de Sergio Peris-Mencheta en EE. UU. costó casi 5 millones de dólares: «Aquí vale lo mismo, pero nos lo cubre la Seguridad Social»

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

Sergio Peris-Mencheta, en «La Noche en 24h»
Sergio Peris-Mencheta, en «La Noche en 24h» RTVE

El intérprete español destaca que, por pertenecer al Sindicato de Actores, tiene el mejor seguro que existe en el país, y cree que la sanidad española debería informar a los pacientes del precio de los tratamientos: «No sabemos valorar la suerte que tenemos»

11 jun 2025 . Actualizado a las 15:43 h.

Sergio Peris-Mencheta se trató de la leucemia en un centro médico de Los Ángeles, donde el actor reside desde hace años. Cuando le diagnosticaron la enfermedad, el pronóstico era malo, hasta que entró en contacto con el doctor Antonio Pérez, jefe de leucemia infantil del hospital de La Paz en Madrid, el primero que le dio esperanzas. «Lejos de decirme que me voy a morir, me dice que me voy a salvar», le contó a Xabier Fortes en La Noche en 24h. El intérprete hizo las maletas rápidamente para venirse a España, pero, en el último momento, cambió de opinión: decidió quedarse en Estados Unidos.

«Tengo la suerte de que, al pertenecer al Sindicato de Actores de Estados Unidos, tengo el mejor seguro que hay allí», le ha explicado Peris-Mencheta al entrevistador, confirmando que todo su tratamiento había costado casi 5 millones de dólares —son 4,3 millones de euros al cambio—. Y no por ser Estados Unidos, eso quiere dejarlo claro. «Es importante decir que cuesta lo mismo aquí que allí», destaca el actor, «es lo mismo que le habría costado a la sanidad española». Pero hay una diferencia sustancial: en nuestro país la cobertura no depende en absoluto del seguro contratado. «La diferencia es que aquí nos lo paga la Seguridad Social», celebra.

También destaca que, en Estados Unidos, todo ciudadano es consciente de lo que vale el tratamiento. «Allí, te lo mandan, "que sepas que ha costado esto"». Defiende que la sanidad pública española debería hacer lo mismo. «Cada vez que cogemos una ambulancia, cada vez que nos ponen una vacuna, cualquier tipo de tratamiento, tendrían que mandarnos lo que ha costado, porque no sabemos valorar la suerte que tenemos», sugiere.

La situación estadounidense discrimina a quienes no cuentan con un seguro tan potente como el que tienen los actores sindicados. La situación se pone aún más fea ahora que el Gobierno de Trump quiere desmantelar algunos programas de cobertura a personas sin recursos, como el Obamacare. Por eso, asegura Peris-Mencheta con conocimiento de causa, «mucha gente está saliendo de allí por patas». Y no se refiere con ello solo a los hispanos. «También los propios gringos», destaca. «Y uno de los principales destinos es España».

El actor fue al plató de La Noche en 24 horas para contar su experiencia y presentar 730 días, su relato sobre la leucemia. También ha avanzado que está pendiente de publicación un documental sobre todo el proceso de su tratamiento, en gran medida con material que grabó su propia mujer.

Cuando al actor le diagnosticaron leucemia, no le pilló por sorpresa. «Mi padre había muerto de leucemia, mi abuelo había muerto de leucemia y todo hacía presagiar que era congénito; la estadística está ahí», ha comentado. Aunque, por suerte, la enfermedad no es hereditaria, cree que seguramente «hay una predisposición genética».

La primera noticia de que iba a sufrir la enfermedad que había acabado con la vida de sus antecesores le vino de una visita al hospital por otra complicación. En ese momento, le detectaron un síndrome mielodisplásico, y le avanzaron que «iba a degenerar en leucemia».

A partir de ahí llegó un intento de buscar alternativas por parte del actor. Las perspectivas que le daban los médicos eran muy malas, por lo que optó por prácticas alternativas. Hasta la llamada del doctor Antonio Pérez. En ese momento, se abrió ante él la puerta de la esperanza. Hizo las maletas, sacó el avión de un día para otro y les dijo a sus hijos que se mudaban a España, para tratarse en el hospital de La Paz. Estando en la ducha, ya preparándose, lo pensó mejor. «Tengo 5.000 plaquetas, cuando lo mínimo son 150.000, y encima con una piedra del riñón, que por casualidad me estaba bajando», reflexionó entonces Peris-Mencheta, «¿qué hago metiéndome en un avión?».

Por eso se quedó. Y desde entonces se trató, con éxito, de la enfermedad. «En la parte más fuerte del tratamiento estuve un mes y algo en el hospital, con trasplante de médula de mi hermano, el único que tengo», expresa.

Ahora ya está «fuera de la enfermedad», aunque los doctores no lo dan completamente por terminado «hasta que pasan 10 años», comenta. «Nunca se sabe si puede volver a aparecer».

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Lo que le quedan ahora son las secuelas, los efectos secundarios tanto de la quimioterapia y la radioterapia como del trasplante de médula. «Las manos hinchadas, náuseas, los pies y las rodillas se me hinchan, pinchazos en los tobillos... todas las articulaciones dan guerra. Por suerte, la cabeza más o menos va funcionando», dice.