El efecto mariposa que explicó el desplazamiento de los animales debido al cambio climático

La Voz REDACCIÓN

SOCIEDAD

La ecóloga Camille Parmesan, reconocida con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente.
La ecóloga Camille Parmesan, reconocida con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente. Fundación BBVA

La investigación de tres décadas de la ecóloga Camille Parmesan, galardonada con un Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA,

22 abr 2025 . Actualizado a las 17:23 h.

La Fundación BBVA ha concedido a la ecóloga Camille Parmesan su Premio Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente por demostrar como «las especies silvestres modifican su distribución geográfica» en respuesta al aumento global de las temperaturas. Sus «estudios pioneros» han comprobado como algunos especímenes de animales se desplazan hacia los polos y a zonas más elevadas para evitar climas cada vez más cálidos.

Su investigación comenzó a mediados de los años 90, cuando Parmesan estudió como varias especies de mariposa se desplazaban hacia estos lugares desde los Estados Unidos y Europa, debido al aumento de las temperaturas. Y, a lo largo de las siguientes tres décadas, sus investigaciones han corroborado que el mismo impacto sobre miles de otras especies de plantas y animales en todo el mundo, tanto en ecosistemas terrestres como marinos. «Una huella globalmente coherente» sobre la biodiversidad, según ha indicado el jurado.

Su estudio «ha sentado las bases de la ecología del cambio climático» y ha tenido una importancia fundamental para el diseño de políticas eficaces de conservación «adoptadas por gobiernos y agencias en todo el mundo» a través de estrategias que tienen en cuenta estos desplazamientos de especies, según concluye el acta. Algunos tan importantes como la creación de corredores para conectar hábitats, migraciones asistidas y el desarrollo de áreas protegidas, que permiten preservar a plantas y animales afectados por el aumento de las temperaturas.

Investigación fundamental para la salud pública

Carlos Duarte, secretario del jurado, explica que su trabajo tiene «importantes implicaciones para la salud pública global, debido a la expansión hacia latitudes más altas de enfermedades tropicales como la malaria y el dengue transmitidas por mosquitos, así como para la agricultura y la pesca, sectores que necesariamente deben adaptarse a los desplazamientos de las especies terrestres y marinas como consecuencia del calentamiento».

Por su parte, otro de los miembros del jurado, Pedro Jordano, destaca como Parmesan «también ha sido pionera en la aplicación del análisis de grandes volúmenes de datos, es decir lo que hoy conocemos como big data, para extrapolar sus hallazgos iniciales sobre algunas especies de mariposas a escala mundial, analizando la literatura sobre miles de especies de animales y plantas en todo el planeta e identificando así tendencias consistentes en el desplazamiento de especies»

Nacida en Houston, la profesora Parmesan se formó y desarrolló la primera parte de su trayectoria académica en la Universidad de Texas y, posteriormente, en la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, hasta que en el 2017 se estableció en Francia, en el Departamento de Ecología Experimental y Teórica en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS).

La mariposa que desenmascaró el patrón

Camille Parmesan comenzó su carrera investigadora estudiando las interacciones entre insectos y plantas. Cuando estaba a punto de completar el doctorado, presentó una propuesta «muy arriesgada» a una convocatoria de ayudas a la investigación de la NASA, para estudiar el impacto del cambio climático en la mariposa doncella de Edith, una especie que ya se sabía que era sensible a la variabilidad climática.

En aquel momento, a principios de los años 1990, la comunidad científica esperaba que el aumento en el dióxido de carbono de la atmósfera causara un calentamiento a nivel global, pero este aumento de temperatura aún no se percibía. Por ello, Parmesan, que llevaba años investigando esta especie concreta de mariposa, se preguntó: «¿Y si esta mariposa sirviera de indicador mejor que un termómetro?».

Recorriendo la costa oeste de América del Norte, desde México hasta Canadá, se encontró con lugares al sur, como en México casi todas las poblaciones de aquella mariposa estaban extintas, mientras que en Canadá, prácticamente todas sobrevivían. Parmesan, por tanto, había encontrado un patrón mucho más simple del que esperaba: la mariposa se establecía en latitudes y altitudes cada vez más elevadas.

Además, lo que era más importante, había logrado demostrar que esta tendencia no tenía que ver con la calidad de su hábitat en cada geografía. Descartando los datos de las zonas en las que el hábitat sí estaba degradado, consiguió aislar el efecto del cambio climático y disociarlo de otros factores que podían afectar a las poblaciones de mariposa como la pérdida de hábitats, la contaminación o el uso de fertilizantes. Estos resultados se publicaron en Nature en 1996, en un artículo que firmó como única autora.

«Creo que este fue un salto auténticamente innovador en la investigación en ecología», afirma Parmesan, que se había desviado de las metodologías experimentales más tradicionales, decantándose por analizar datos observacionales. La investigadora exlica que «no valía con demostrar que el cambio existía, yo tenía que poder decir que ese cambio se debía sí o sí al cambio climático y no a todo el resto de cosas que estaban haciendo los humanos». Así nació el campo de la ecología del cambio climático.

Influencia del cambio climático sobre otras especies

A continuación, se dispuso a corroborar este efecto en otras especies de mariposa, esta vez en Europa. Y el siguiente paso fue realizar estos mismos estudios a una escala de especies muchísimo mayor, abarcando miles de especies de plantas y de animales, tanto terrestres como marinos.

Pocos años después, su artículo se convirtió en el más citado de todo el campo del cambio climático y, hoy en día, acumula más de 14.000 citas gracias, según la investigadora, a «la capacidad de coger datos observacionales y realizar un análisis riguroso».

El impacto logrado con aquel artículo llevó a otros grupos de investigación, que trabajaban con especies prácticamente desconocidas para Parmesan, a solicitar su colaboración para encontrar la «huella globalmente coherente del cambio climático», como la llamó Parmesan , en grupos de especies cada vez más amplios, como el análisis que se publicó en 2013 sobre especies marinas en todo el mundo.

Más recientemente, la investigadora ha vuelto a estudiar la mariposa doncella de Edith, esta vez para recabar indicios de que puede estar evolucionando en tiempo real y de forma muy rápida ante el cambio climático. «No tiene por qué ser algo bueno, porque aunque está reaccionando al calentamiento y poniendo huevos en latitudes y altitudes cada vez más elevadas, ese cambio la está volviendo susceptible a otras presiones», apunta.

Con todo ello, Parmesan defiende que el objetivo de las estrategias de conservación no debe centrarse en una especie en concreto, sino en preservar la biodiversidad en general.