Una mínima coherencia se ha impuesto en el polémico asunto de la tasa turística, a pesar de las intenciones del gobierno local, que ha demostrado una enorme falta de empatía, por puro y simple déficit de diálogo, con el sector más afectado por su aplicación, el de los hoteleros. El aplazamiento de la entrada en vigor de la tasa al 1 de octubre alterará las previsiones presupuestarias del Concello de este año, pero esa es una consecuencia asumible. Veremos si es suficiente esa demora para solventar un problema que pudo percibir cualquier persona mínimamente enterada de la gestión de los alojamientos y no solo los directamente afectados. Octubre es también un mes de máxima actividad hotelera en Santiago y seguro que muchos pequeños establecimientos tendrán problemas para adaptarse, incluso con el plazo extra de dos meses. El gobierno local no quiso escuchar los mensajes que le llegaron reiteradamente desde el sector porque es contrario a la tasa y lo ninguneó. Ahora afronta un resultado de descrédito a su reiterada proclama de diálogo permanente en todos los ámbitos ciudadanos. Este no parecía el talante de Goretti Sanmartín, que tampoco sale indemne del barrizal en el que se ha metido esta semana: la puesta a los pies de los caballos del departamento municipal de protocolo para justificar su contradictoria y cuestionada actuación al hacerle el vacío a la princesa Leonor. Su ausencia fue un ejercicio partidista que la ciudad, aun sin aprobarlo, podía esperar, puesto que ya no es novedad el uso ideológico de la institución que representa a todos los compostelanos. La novedad sorprendente y grave es que, para salir del atolladero, responsabilice a trabajadores del Concello que, por cierto, han demostrado su entrega, su valía y su profesionalidad durante muchos años y bajo la dirección de alcaldías de distinto signo político, hasta el punto de hacer, cuando menos, poco creíble la argumentación de que fueron por libre al confirmar inicialmente su asistencia al acto de la medalla. Y, aunque fuese cierto, no son formas. ¿A la alcaldesa le señalan el camino del fanatismo doctrinal, no vaya a desviarse? En todo caso, es lamentable su mensaje a la plantilla entera de funcionarios. ¿Es así como quiere ganarse su confianza para engrasar la maquinaria del Concello?