La era del «móvil eterno»: por qué Europa quiere obligar a que los teléfonos duren más y se reparen fácilmente
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La Unión Europea iintrodujo este año nuevas normas para alargar la vida de los «smartphones» y «tablets» y contribuyan a reducir residuos electrónico
12 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Imagínese un mundo donde su móvil no se quede obsoleto tras apenas dos o tres años, donde cambiar la batería sea tan sencillo como reemplazar las pilas de un mando a distancia y donde encontrar piezas de repuesto no sea una odisea por internet. Ese futuro dejó de ser una utopía tecnológica: en junio del 2025, la Unión Europea aprobó un conjunto de normas que obligan a los fabricantes a diseñar dispositivos más duraderos, reparables y sostenibles. Además, todos deben llevar etiquetas que informen no solo sobre eficiencia energética, sino también sobre durabilidad, vida de la batería y reparabilidad. Este etiquetado recuerda a las calificaciones que ya conocemos en electrodomésticos como frigoríficos o lavadoras, aunque con un matiz más tecnológico: evalúa la capacidad de un dispositivo para seguir funcionando y ser reparado durante años.
Un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), basado en las respuestas de más de 100.000 usuarios europeos, identifica los principales problemas que afectan a los dispositivos móviles. La batería degradada encabeza la lista con un 25 % de los casos, seguida de las pantallas rotas o defectuosas (20 %), los conectores de carga dañados (13 %) y los botones físicos que simplemente dejan de responder (8 %). Lo más significativo del estudio es el momento en que aparecen estos problemas: poco después del segundo año de uso, justo cuando expira la garantía legal. En muchos casos, la reparación no resulta viable por su coste o por la falta de disponibilidad de piezas de repuesto y soporte técnico. Como resultado, millones de smartphones funcionales acaban desechándose por fallos menores pero irreparables. En el 2023, los residuos electrónicos alcanzaron los 4,5 millones de toneladas anuales en la Unión Europea.
Para afrontar esta situación, Bruselas ha aprobado el Reglamento de Ecodiseño, que establece normas para que los dispositivos duren más y sean más fáciles de reparar. Los fabricantes deben garantizar el suministro de piezas de repuesto durante siete años y permitir que los reparadores profesionales accedan a manuales con instrucciones de desmontaje y diagramas. Todos los dispositivos deberán recibir actualizaciones de software durante al menos cinco años, sin coste adicional para el usuario, y contar con baterías más duraderas que puedan reemplazarse sin herramientas especiales. En los modelos estándar, las baterías deberán conservar al menos el 83 % de su capacidad tras 500 ciclos completos de carga, y quienes opten por baterías integradas deberán asegurar que duren hasta 1.000 ciclos manteniendo al menos el 80 % de su capacidad original. Además, estos móviles deberán resistir inmersiones breves en agua y tener protección frente al polvo.
La normativa también establece que los dispositivos deben ser más resistentes físicamente: los modelos normales soportarán al menos 45 caídas sin funda, mientras que los plegables resistirán 50 caídas combinadas. Los manuales de usuario deberán advertir sobre factores que aceleran el desgaste, como altas temperaturas o carga rápida.
A partir del 2026 se implementará el Pasaporte Digital del Producto, un registro digital que mostrará información sobre materiales, durabilidad y reparaciones de cada dispositivo, accesible para quienes deseen conocer la historia del móvil antes de comprarlo. Y en el 2027, todas las baterías deberán poder reemplazarse sin herramientas, un cambio frente a la práctica habitual de integrar baterías difíciles de extraer.
Reutilizar los móviles de otros
Este impulso hacia la durabilidad coincide con un interés creciente por los productos reacondicionados, que ofrecen una segunda vida a dispositivos previamente usados. Casi la mitad de los españoles está dispuesta a comprarlos, y nueve de cada diez de quienes ya lo han hecho repetirían la experiencia. Esta práctica, habitual entre particulares, empieza a abrirse paso en el mundo empresarial, aunque todavía no sea generalizada, según explican desde la distribuidora de tecnología Ingram Micro. «Siempre nos esforzamos por explicar a nuestros clientes que nuestra misión es guiarlos hacia la tecnología que realmente necesitan para cumplir sus objetivos, sin importar si se trata de los productos más recientes o no», señala Santiago Delgado, Division Manager de Ingram Micro. «Esto hace que muchos usuarios puedan alcanzar sus metas con un producto reacondicionado, siempre que se ajuste a sus necesidades reales».
El impacto ambiental también está detrás de esta tendencia. Algunos estudios calculan que adquirir un móvil reacondicionado puede ahorrar hasta 80.000 litros de agua y evitar la extracción de casi 244 kilos de materias primas necesarios para fabricar uno nuevo. La idea es sencilla: como producir un dispositivo genera una huella ambiental considerable, alargar su vida útil a través de varias “vidas” ayuda, a largo plazo, a reducir su impacto. El Observatorio Cetelem indica que más del 64 % de los usuarios elige productos reacondicionados por su precio, mientras que un 22 % lo hace por motivos de sostenibilidad, conscientes de que dar una segunda vida a un dispositivo evita desperdiciar bienes que aún tienen mucho que ofrecer.