
Un recorrido por el Bar Monforte, donde nació el actual Antela, hasta la sede de la peña celtista en el Bar Lulo
21 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El bar del pueblo, del barrio, el de nuestra calle. Un punto de reunión que en muchos casos respira sabor añejo. Si eso lo aderezamos con fútbol y con la tertulia de los lunes —ahora ya cualquier jornada pospartido—, la ecuación nos sale con un foco de decenas de historias peculiares. Como la del Bar Monforte, que regenta uno de los personajes más conocidos de la hostelería de la provincia, Antonio Rodríguez Martínez (Xinzo de Limia, 1973). Ante la placa que —en su propio local— recuerda la implicación de su padre en la fundación del Antela CF, el federado, relata: «Nació como una fonda, con mis padres y una tía, en los años cincuenta del siglo pasado, pero se cerró en los ochenta, porque la familia decidió convertirlo en quiosco, con revistas y chuches». Hilvanando recuerdos, Toño gira hacia el escudo del equipo de fútbol. «Mi padre era uno de los directivos y cuando se decidieron a federar el club, las reuniones eran aquí. Si contaban con algún jugador de fuera de Xinzo, también dormía aquí y se alimentaba del menú del día», añade.
El actual propietario se inició en el ramo en los noventa, con el Pub Berlín. Y con su socio también trabajó en la noche de Ourense y abrió más tarde el Fiadeiro. «Después llegaron mis mellizos y bajé un poco la intensidad, pero este local siempre tuvo su encanto para mí y en el 2006 reabrí el Monforte, el nombre ya me venía dado».
No le falta ese toque balompédico de otrora, pero es un enclave que respira vida a cualquier hora del día. Los desayunos, los vinos, la terminal de Loterías y otras iniciativas de su inquieto impulsor: «Los jueves tenemos nuestra particular ruta de pinchos, junto a la Central Heladera, A de Torino y el Meigallo. Los viernes y los sábados pongo música y funcionamos como un pub con bastante ambiente. Incluso traemos a algún grupo de vez en cuando para ofrecer conciertos en directo».
Tampoco faltan las partidas de cartas y Toño recuerda que monta algún reclamo para esos aficionados: «En distintas fiestas se acostumbra a convocar campeonatos de tute y nosotros tenemos el nuestro, que también tiene una gran acogida. En fechas muy significativas, nos gusta igualmente dar un paso adelante, como en los magostos, que hacemos uno de los más grandes de por aquí y tiene mucho tirón».
El Monforte está en una de las arterias más relevantes de Xinzo, la rúa Curros Enríquez y las razones para visitarlo son varias. Si parafraseamos al mítico anuncio, y por supuesto, el fútbol.
Un refugio celtista
De bar a bar y tiro por inercia. A las pocas frases de conversación sale a relucir que al frente del Bar Lulo, en la praza de Oriente limiana, está Mauricio Martínez (Xinzo de Limia, 1972). Hay que preguntar por Chicho, o de lo contrario lo conocerán muy pocos. Es el primo de Toño, que regenta el Monforte no demasiado lejos de allí.

«Mis padres abrieron en 1973, un bar de los de siempre. Recuerdo que mi madre cocinaba junto con mi tía y cuando se celebraba la Saínza en el propio día, antes de que lo fijaran en domingo, ella hacía una gran comida y venía mucha gente», explica Chicho, con el objetivo de incidir en que se trata de un negocio familiar, en el que después tomó el relevo su hermano Julio, mientras que él abría su primer pub con diecinueve años. A la postre, le tocó hacerse cargo del Lulo.
«Siempre fue un bar muy futbolero y yo mantuve esa línea. En la plaza, si el tiempo lo permite, sacamos televisores cuando hay partidos importantes, de la selección —sobre todo en competiciones internacionales—, o de los principales equipos, sobre todo del Celta, porque tenemos aquí la sede de la peña», aclara Martínez Martínez, si bien los habitantes de la villa saben bien donde está el cuartel general celeste.
Son ya más de un centenar los integrantes del colectivo celtista y sus reuniones o cenas son también una muestra de lo bien respaldado que está el equipo vigués en este enclave de A Limia.
Del mismo modo son asiduos los jóvenes valores del Antela, sobre todo por edad los integrantes del filial, aunque es fácil ver a un público emergente en la terraza, si el partido en cuestión lo merece.
Chicho recalca que las caras del Lulo son de sobra conocidas: «Nos reunimos la gente de aquí, a ver el fútbol o a comentarlo, como cualquier cuestión del día a día, clientes que vienen a leer el periódico o a enterarse de lo que pasa a nuestro alrededor. Podría decirse que tenemos una clientela de casa, habitual». Algunos lo llaman segunda casa, otros comercio de proximidad.