«Larga vida a la montaña y a los que intentan conquistarla»

OPINIÓN

30 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La montaña

Cada vez que un alpinista queda atrapado, la espera angustiosa se apodera de todos mientras un generoso rescate de colegas se despliega, muchas veces impotente ante la magnitud del reto, que acaba con un cuerpo eternamente congelado en la montaña a la vista de compañeros que no pueden y, quizá no quieran, rescatarlo. Es el mejor homenaje a unos deportistas que compiten contra la vida y la naturaleza. Ningún deporte quita tanto. Ningún arte es más sublime que saber que has burlado las más elementales leyes de la naturaleza, la has vencido y te ha dejado contemplarla, por un instante, en todo su esplendor.

Acaba de perderse toda esperanza de que una montañera rusa con la pierna facturada sea rescatada de una montaña de Kirguistán, después de quince días luchando. El montañero casi siempre muere en la montaña porque es donde le hubiera gustado nacer y crecer y decide quedarse para siempre, lejos de las vanas comodidades, en esa vista espectacular con frío, nieve y viento. Sus familiares y amigos saben que no nacieron para los despachos, aunque deben recorrerlos para financiar sus aventuras, y que los tienen prestados por poco tiempo, hasta que conforman un nuevo reto, una nueva expedición. La montaña los embruja como canto de sirenas imposibles de resistir. Si por una de esas casualidades de la vida logran apartarse de ella, se sentirán incompletos, cansados, desmotivados, las comodidades de la vida les perturban, la camaradería de los nacionales de la montaña les obsesiona. Larga vida a la montaña y a los que intentan conquistarla. Luis Peraza Parga. San Diego (California)