
No tiene líneas rojas ni azules, ni por supuesto arcoíris. Es como si todo le diera igual. ¿De verdad alguien en la derecha española pensó en algún momento que el fenómeno Ayuso era exportable a la política nacional? Si Feijoo flojea, debe preocuparse más por Moreno Bonilla que por el extremismo de Ayuso. Isabel fue decidida a convertir la cumbre de presidentes en una astracanada y lo consiguió desde el primer minuto. La lio con una vieja conocida en los saludos de cortesía. Recibió a su rival de siempre y ahora ministra de Sanidad, Mónica García, con una frase terrible: «¿Vas a darle un beso a una asesina?». Tuvieron que intervenir los servicios de protocolo. Luego cumplió su amenaza y se marchó cuando en la cumbre se habló en alguna de las lenguas cooficiales que hay en España, idiomas que merecen un respeto. España es una realidad plurinacional. Con culturas históricas, la catalana, la vasca o la gallega, que suponen una riqueza inmensa e infinita, mal que le pese a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Así lo reconoce la Constitución, Carta Magna que Ayuso abraza cuando le viene bien y que pisotea cuando le estorba, como el viernes con su menosprecio a idiomas seculares y vivos. Increíble que Miguel Tellado, gallego, haya defendido ese desplante.
Este comportamiento de Ayuso tiene su base en lo bien que le funcionó en las urnas, en el microcosmos de Madrid. Una mayoría absoluta fagocitando todo el voto de Vox en su territorio le dio fuerzas para incrementar su postural radical y extremista, que le susurra en el oído su confesor áulico Miguel Ángel Rodríguez. Pero es imposible que esa práctica funcione más allá del Guadarrama. Cada vez que Ayuso y sus ideólogos convencen a Génova para que Feijoo abrace la línea dura, lo llevan al desastre. La convocatoria de la manifestación de hoy con ese lema que parece improvisado por Ayuso, mafia o democracia, es un error. El Gobierno de Sánchez puede gustar más o menos, puede convencer más o menos, puede disgustar más o menos, pero es un Ejecutivo legítimo, no una mafia ni un cartel promocional de la película El Padrino. Feijoo tiene una trayectoria sólida de mayoría absolutas en Galicia, desde el centro y la moderación. Abrazar los credos con los que triunfa entre su público Ayuso no es el camino. Además, Ayuso se ha echado al monte todavía más por dos motivos bien claros que ella y sus asesores negarán. La política del mantón de Manila sangra por dos heridas que no ha parado de negar. Una de ellas, de ahí su saludo chulapón a la ministra García, es la causa abierta por fin por lo sucedido en las residencias de Madrid. Asunto que no le apetece ni un poco a la presidenta madrileña. Son muchos muertos por unos protocolos que negaron la humanidad y la compasión a nuestros mayores, y la justicia no debe parar hasta que se sepa la verdad de tantos fallecidos. Y el otro es la investigación judicial y la imputación de su pareja. Son esas dos cruces con las que carga las que han llevado a Ayuso a extremar lo extremo, de tal manera que empieza a ser ya un meme de sí misma.