Protagonista de películas como «A un dios desconocido», «El crimen de Cuenca», «La historia oficial» o «El hijo de la novia», recibió el Goya de Honor en el 2004. Las cinco películas por las que será recordado para siempre
13 dic 2025 . Actualizado a las 17:31 h.Héctor Alterio, uno de los actores más venerados del cine y el teatro en español, ha fallecido este sábado a los 96 años de edad, dejando tras de sí una carrera monumental que abarcó más de siete décadas. Su muerte ha sido confirmada por su familia en un comunicado remitido por Pentación Espectáculos, la productora donde llevó a cabo sus últimos trabajos en el teatro. «Con profundo dolor queremos comunicaros que hoy, 13 de diciembre por la mañana, nos ha dejado Héctor Alterio. Se fue en paz después de una vida larga y plena dedicada a su familia y al arte, estando activo profesionalmente hasta el día de hoy. Descanse en paz», señala la nota
Alterio era uno de los intérpretes más queridos tanto en su Argentina natal como en España, donde desarrolló de manera prolífica su carrera y donde fue reconocido por su enorme trayectoria con el Goya de Honor 2004, que recibió de manos de sus hijos, los también intérpretes de cine, teatro y televisión Malena y Ernesto Alterio.
Nacido en Buenos Aires en 1929 en el seno de una familia de inmigrantes napolitanos, Alterio descubrió muy temprano su pasión por las tablas. Su vocación lo llevó a estudiar Arte Dramático y, en 1948, a crear la compañía Nuevo Teatro, un proyecto que buscaba aportar innovaciones a la escena argentina y que se mantuvo activo hasta finales de los años sesenta. Allí, se forjó como un intérprete profundo y comprometido, consolidando un estilo que combinaría la naturalidad con una intensidad emotiva que atrapaba a espectadores y críticos.
A principios de los años setenta, cuando ya era un rostro conocido en el cine argentino, la situación política del país lo obligó a tomar una decisión que cambiaría su vida. Amenazado por la Triple A, una organización de extrema derecha, Alterio se exilió en España en 1975 con su esposa, la psicóloga Modesta Ángela Bacaicoa, y sus hijos, entre ellos Malena y Ernesto, quienes heredaron su pasión por el oficio. En estos 50 años en nuestro país, nunca perdió su acento porteño.
Madrid se convirtió en su nueva casa, y donde comenzó otra etapa clave de su carrera. Pronto se integró en el cine y el teatro españoles. Su primera aparición significativa fue en Cría cuervos (1976), de Carlos Saura, tras lo cual vinieron papeles memorables en películas como A un dios desconocido (1977), de Jaime Chávarri, por la que obtuvo la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, y El crimen de Cuenca (1980), dirigida por Pilar Miró.
Legado Imborrable
Alterio no solo brilló en producciones europeas: su carrera cinematográfica en Argentina ya había sido fundamental para la historia del cine latinoamericano. Participó en títulos que hoy se consideran clásicos, como La tregua (1974), la primera película argentina nominada al Oscar; Camila (1984) y La historia oficial (1985), esta última ganadora de la estatuilla a la Mejor Película Extranjera. También se consolidó internacionalmente por su papel en El hijo de la novia (2001), una película que emocionó al público de todo el mundo y que reforzó su reputación como un actor dotado de una humanidad y una calidez difíciles de igualar.
Además de estos hitos, a lo largo de su carrera participó en más de 150 películas, incluyendo títulos como Caballos salvajes, Cenizas del paraíso, Plata quemada, Kamchatka, Las huellas borradas, Noviembre y otros filmes que subrayaron su versatilidad como actor.
En el 2004, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España le otorgó el Goya de Honor en reconocimiento a una trayectoria ejemplar, un momento especialmente emotivo porque fue entregado por sus propios hijos, Malena y Ernesto. Además del Goya. En el 2008, su Argentina natal le reconoció con el Cóndor de Plata por su trayectoria cinematográfica y en el 2023, el Centro Cultural Kirchner de Buenos Aires le brindó un homenaje que contó con la presencia de un nutrido grupo de profesionales del séptimo arte de Argentina, como Ricardo Darín.
Su familia y colegas siempre destacaron su humildad, su capacidad para escuchar y su entrega absoluta al trabajo, cualidades que lo convirtieron en un referente humano además de profesional. Pese a su avanzada edad, todavía disfrutaba de su oficio. Actualmente estaba de gira representando el texto Una pequeña historia, de tintes autobiográficos.
La noticia de su fallecimiento ha generado una ola de reacciones en España, Argentina y el resto del mundo hispanohablante. Amigos, directores, compañeros de escena y admiradores han recordado no solo a un intérprete incomparable, sino a un gigante que dedicó toda su vida a contar historias, a explorar emociones humanas universales y a tender puentes entre culturas a través del arte.