¿Existe el crimen perfecto? Un tribunal francés juzga el caso Jubillar, el asesinato de una mujer cuyo cadáver nunca apareció
INTERNACIONAL

La principal incógnita que sobrevuela este proceso es qué ocurrió exactamente con Delphine Jubillar, que desapareció el 15 de diciembre de 2020 de la casa familiar en la que estaba con quien era todavía su marido y los dos hijos
23 sep 2025 . Actualizado a las 17:04 h.El lunes arrancó en Albi, al sur de Francia, uno de los juicios más mediáticos de los últimos años. En el banquillo se sienta Cédric Jubillar, pintor y escayolista de 38 años, acusado de asesinar en diciembre del 2020 a su esposa Delphine, enfermera de 33 años y madre de sus dos hijos. Cinco años después, el enigma sigue intacto: no hay confesión, no hay pruebas materiales y, sobre todo, no hay cadáver.
El Tribunal de lo Criminal del Tarn se prepara para cuatro semanas de un proceso que atrae la atención de más de 300 periodistas acreditados. La expectación no es gratuita: la desaparición de Delphine reúne todos los ingredientes de una novela negra. Una víctima joven, un matrimonio en crisis, un marido inestable, un amante, testigos contradictorios y un cuerpo que, pese a innumerables batidas, nunca apareció.
Una noche sin respuestas
La madrugada del 15 de diciembre del 2020, Cédric llamó a la gendarmería para alertar de que no encontraba a su mujer. Según su versión, ella habría salido a pasear al perro en plena noche y nunca regresó. Cuando los agentes acudieron a la vivienda familiar en Cagnac-les-Mines, encontraron a Jubillar en pijama, con sus dos hijos pequeños dormidos, y apenas un detalle extraño: unas gafas rotas.
A medida que avanzaban las pesquisas, las sospechas se dirigieron hacia él. El matrimonio estaba en pleno proceso de separación y Delphine había iniciado una relación con otro hombre, a quien envió un mensaje de amor justo antes de desaparecer: «Je t'embrasse» («Te beso»). A ello se sumaban testimonios de vecinos que recordaban gritos esa misma noche y la declaración de la madre de Cédric, que aseguró que su hijo le había confesado semanas antes que quería matar a su esposa.
Las acusaciones
Para la Fiscalía, se trata de un caso de asesinato machista. De confirmarse su culpabilidad, Cédric Jubillar podría ser condenado a cadena perpetua. Su defensa, sin embargo, insiste en que no hay pruebas concluyentes. «Nada lo acusa, salvo la idea preconcebida de los investigadores», repite su abogada, Emmanuelle Franck, que insiste en que la separación se desarrollaba en un clima «amistoso» y sin violencia.
Ese choque de relatos se refleja en el juicio, donde desfilan 65 testigos y 11 peritos. La familia de Delphine, en cambio, sostiene con firmeza que nunca habría abandonado voluntariamente a sus hijos ni su trabajo de enfermera, que ejercía con entrega y vocación. Los hijos de la pareja también planean sobre el proceso. El mayor, de 11 años, asegura estar convencido de que su padre es responsable de la desaparición de su madre. Según cuenta, se despertó la noche de autos y escuchó cómo sus padres estaban discutiendo.
Cédric, por su parte, responde con frialdad y monosílabos. A veces se muestra afligido, otras desdeñoso: «Todavía impugno los hechos de los que se me acusa», afirmó antes del inicio del juicio.
Los indicios
El escritor Thibault de Montaigu lo resumía en Le Figaro: «Estamos ante una novela de Simenon. ¿Cómo puede alguien matar a su mujer sin dejar pistas, transportar el cuerpo en secreto, enterrarla en un lugar imposible de hallar y recibir a la policía en pijama mientras los niños duermen?».
Más allá de un par de gafas rotas, los investigadores no hallaron ninguna prueba sólida. Ni rastros de sangre, ni huellas, ni el cuerpo de la víctima. Las múltiples batidas organizadas en los alrededores no dieron resultado. La falta de un cadáver convierte este proceso en una rareza judicial y en un desafío para la acusación.
El juicio ha empezado sin cadáver y con un expediente de 16.000 páginas que se sostiene en testimonios y perfiles psicológicos. La acusación ha puesto el foco en la personalidad conflictiva del acusado: una infancia caótica, un padrastro violento, la adicción al cannabis y la dependencia económica de una mujer que llevaba las riendas familiares. El veredicto se espera para mediados de octubre.