El día de la matrícula de honor

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

El Celta, que ni en sueños pensaba a principio de curso con Europa, tiene la oportunidad de certificar la Europa League ante un Balaídos entregado

18 may 2025 . Actualizado a las 16:41 h.

El Celta comenzó el curso en agosto, con muchas caras nuevas en la clase, con un montón de primerizos y con un profesor que encaraba su primer ejercicio completo en el aula de Primera División. Los alumnos lo hacían con la mochila cargada de piedras del pasado y con asignaturas por recuperar, una de ellas, las remontadas. En este contexto, los nuevos estudiantes de Afouteza buscaban el aprobado holgado, superando los parciales con tranquilidad y sin dejarlo todo para el examen final del último día como sucedió en los cursos lectivos anteriores, en los que llegó el suficiente raspado con el colegio a punto de repartir las notas.

Hace nueve largos meses, la tierra de nadie era el objetivo, un espacio intermedio con pinta de paraíso en medio de un puñado de temporadas llenas de suspensos. Hace un año, sin ir más lejos, el equipo afrontaba a estas alturas un partido en Granada que debía conducir (y lo hizo) hacia la salvación matemática.

Este curso todo ha sido distinto, con alguna asignatura colgando en la cuesta de enero, pero sobre todo, con buenas notas en todas las materias. Además, el estadio de Balaídos se ha convertido en el patio de recreo de los alumnos de Claudio Giráldez. El campo vigués da sentido al significado de fortín; de hecho, el equipo puede igualar hoy su tercera mejor marca en Primera si suma a costa del Rayo Vallecano su décimo segunda victoria como local, algo esencial para no haber tenido nunca el descenso en los talones y desde el mes de febrero se ha convertido un equipo con números de Champions.

Este crecimiento llevó a la tropa de Claudio Giráldez a solventar el aprobado básico de la permanencia con celeridad y aunque la asignatura de Europa tardó en aflorar en el vestuario y en la sala de prensa, terminó por convertirse en el gran objetivo de la recta final de curso. «Tenemos el aprobado y ahora vamos por la matrícula de honor», le dijo al mundo el profesor Claudio Giráldez.

Por eso, a falta de dos jornadas lectivas, ya divisa la meta de la competición continental, un objetivo que nadie pensaba cuando tocó el timbre por primera vez. Un triunfo esta tarde ante el Rayo le certifica la séptima plaza y un empate, al menos, la octava. Pero en el diccionario de esta clase no aparece la palabra conservador y con independencia del resultado necesario, el Celta no saldrá a especular ante su rival más directo en estos momentos en un partido con la etiqueta de final, pero con red. Porque pase lo que pase, el equipo seguirá siendo séptimo, y en el peor de los casos, le quedaría una bala en la recámara para la última jornada en Getafe ante un rival con la permanencia pendiente por el momento.

En la historia centenaria del club no es la primera vez que el conjunto vigués se encuentra a un paso de certificar el billete continental, lo hizo en una decena de ocasiones e incluso una vez se coló entre la nobleza, pero casi todo el mundo tiene la sensación que esta es la ocasión más especial. Con un equipo con 14 gallegos en las convocatorias y con gente de la casa que comenzó en preescolar hasta alcanzar el aula de los mayores. El día de la matrícula de honor.