Fernando García Cadiñanos: «Dialogar con Antonio López ha sido una experiencia imborrable y yo diría que casi trascendente»

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro FERROL / LA VOZ

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Ramón Loureiro

El obispo de Mondoñedo-Ferrol fue, durante su etapa como vicario general en Burgos, uno de los grandes impulsores de la creación de las puertas que el artista ha diseñado para la catedral castellana

30 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Las puertas diseñadas por el gran Antonio López para la catedral de Burgos se encuentran ya, desde esta misma semana, en la ciudad castellana. En principio se mostrarán en el museo, a la espera de que se decida su destino definitivo: un destino que no acaba de concretarse porque hay colectivos que se oponen a su colocación en el templo y piden que allí permanezcan las puertas que ya hay: unas puertas de madera. Llegue, cada cual, a las conclusiones que estime más convenientes. Aunque a mí, particularmente (nada sé, tampoco, de arte, pero me gusta vivir con los ojos abiertos y ser testigo de mi tiempo), me gustaría ver esas tres maravillosas puertas de bronce, obra de uno de los más grandes artistas del mundo entero, en ese templo extraordinario que es la catedral burgalesa.

Pero no es de eso de lo que quería hablarles, disculpen el preámbulo: lo que quería decirles es que ese proyecto, el de las puertas de Antonio López, tuvo desde el principio uno de sus más grandes impulsores en quien entonces era el vicario general de Burgos, Fernando García Cadiñanos, hoy obispo de Mondoñedo-Ferrol. Y que el artista, como muestra de afecto, le ha hecho llegar, hace unos días, el boceto (¿puede llamársele así); el modelado inicial, a escala, del que esas puertas nacieron. Al obispo lo emocionó mucho ese gesto de Antonio López. Y uno también se emociona al ver las tres piezas firmadas por su autor: una representa al Niño Jesús, otra a la Virgen María y la tercera, la central, a Dios Padre. La eternidad habita en ellas.

Ramón Loureiro

«Por su espiritualidad»

«Dialogar con Antonio López ha sido una experiencia imborrable, y yo diría que casi trascendente —señala García Cadiñanos—. Se trata de un genio, de un gran artista, de una cultura sorprendente, pero también de una talla humana genial por su humildad, por su saber acoger a las personas y las ideas. Por su capacidad de plasmar la realidad. En definitiva, por su espiritualidad». «Por eso la obra —subraya el obispo de Mondoñedo-Ferrol— me parece genial y de un hombre genial... para una catedral genial».