Póker, deudas y sumisión química: los pecados de la reina de la burundanga

Javier Romero Doniz
Javier Romero REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

La Audiencia Provincial de León acoge este lunes el inicio del juicio contra una mujer, apodada como la 'Reina de la Burundanga' (3i), que se enfrenta a seis delitos de homicidio en grado de tentativa por hacer drogado reiteradamente a amigos y familiares para, aprovechando su estado de indefensión, vaciar sus cuentas bancarias, apoderarse de objetos de valor o hacerles firmar documentos.
La Audiencia Provincial de León acoge este lunes el inicio del juicio contra una mujer, apodada como la 'Reina de la Burundanga' (3i), que se enfrenta a seis delitos de homicidio en grado de tentativa por hacer drogado reiteradamente a amigos y familiares para, aprovechando su estado de indefensión, vaciar sus cuentas bancarias, apoderarse de objetos de valor o hacerles firmar documentos. J.Casares | EFE

Natalia Torices se declaró víctima de sus estafados en el juicio de esta semana en León con la misma frialdad que habría aplicado para robarles 250.000 euros

26 may 2025 . Actualizado a las 22:08 h.

El movimiento de cartas deslizándose sobre un tapete verde virtual la sedujo hasta perder el control. Las pérdidas se acumulaban y brotaron las deudas. La adicción creció a la misma velocidad que sus ahorros se esfumaban; mano tras mano, partida tras partida de póker online. Cualquier pantalla le servía de casino para seguir enterrándose en un pozo sin fondo. Lo reconoció ella misma, Natalicia Torices, en el juicio celebrado esta semana en la Audiencia Provincial León. Torices protagoniza la única acusación de un procedimiento que supone, según el relato de la Fiscalía, una huida hacía adelante con nuevos y más peligrosos pecados penales que su ludopatía confesa. Torices verbalizó su estrategia exculpatoria en la vista celebrada el jueves, tras tres días escuchando toda la prueba incriminatoria en su contra. La Fiscalía la cuantifica en una petición de 17 años de cárcel por los delitos de estafa continuada, robo con violencia y lesiones.

Torices ocupó el asiento reservado para los interrogatorios. Pretendió, sin éxito, ocultar su rostro con una mascarilla; son numerosas las imágenes de su cara de que circulan en la red desde que se destaparon sus métodos para seguir apostando al póker con dinero ajeno y estafado. La tesis en su contra la sitúa valiéndose de escopolamina —más conocida como burundanga— para someter a sus víctimas, que en algunos casos estuvieron a punto de fallecer y a las que sustrajo 250.000 euros. El modus operandi le aportó a Torices el cliché de reina de la burundanga. Ella, el jueves, en su esperada declaración, pretendió voltear la acusación. Aseguró, sin pestañear ni ruborizarse, pese al carrusel de pruebas en su contra, que fue víctima de sus estafados.

«Me obligaban a fingir que tenía un cáncer porque les venía bien [a una familia propietaria de una empresa que le prestó 195.000 euros]. Me hicieron decirlo, les favorecía para su empresa, para Hacienda, para todo. Llegó un momento que me lo creía hasta yo». Torices, prosiguió: «Repartía con ellos [la misma familia] las ganancias obtenidas de jugar al póker online y las hijas jugaban al bingo conmigo. Por aquel entonces, la adicción al juego me hizo pensar que no estaba cuerda. Se me iba la cabeza», confesó como única responsabilidad de todas las que le imputa la Fiscalía. Torices siguió declarando: «El póker online me permitía vivir bien. Las cosas me iban bien al principio», aseguró a la vez que reconoció otra adicción: «En aquel momento tomaba cocaína para aguantar horas y horas jugando. Muchas tardes las pasaba en casa apostando mientras mis amigos salían a tomar algo».

El relato acusatorio expone que Natalia no vaciló en aplicar cualquier método a su alcance para seguir perdiendo dinero en el póker. Además de la familia a la que habría estafado 195.000 euros, el primero de sus sometimientos químicos ocurrió el 15 de febrero de 2018. Engañó a un hombre para que la acompañase a comprar un vehículo. Le invitó previamente a su domicilio, donde le ofreció un café y un mosto donde había echado varias gotas de burundanga. Repitió la operación en abril del mismo año contra un integrante de la familia a la que ya había estafado 195.000 euros alegando que necesitaba fondos para pagar el tratamiento del cáncer que no padecía. El joven visitó a Natalia para exigirle la devolución de semejante cuantía sin imaginar que acabaría drogado con burundanga.

Suplantación de identidad

No fueron sus últimas víctimas. Estafó otros 9.000 euros a una amiga a través de una suplantación de identidad. Torices, sostiene la Fiscalía, se hizo pasar por el padre de su amiga en una aplicación móvil para retirar sus ahorros de una entidad bancaria y traspasarlos a otra cuenta, en otra entidad, bajo su control. Una vez completado el proceso, la reina de la burundanga volvió a utilizar la sustancia psicotrópica para anular su voluntad y sustraerle el dinero. La técnica le brindó otros 4.000 euros.

Las víctimas de cada estafa se sentaron en el mismo asiento de la sala de vistas que ocupó la acusada. Detallaron cómo les embaucó y sometió a su antojo tras aplicarles burundanga. Todos declararon cómo, cuándo y de qué manera acabaron sometidos al antojo de Torices. La mayoría sostiene que se citaban con ella a algún establecimiento para pedir una consumición que ella misma se encargaba de llevar a la mesa, donde las víctimas esperaban. Poco después de tomar la bebida, comenzaban a encontrarse mal hasta el punto de necesitar hospitalización en la mayor parte de los casos.

La acusada, en su declaración del jueves, ya tomara nota de todo lo dicho por los estafados. Ella solicitó declarar de última para, precisamente, conocer previamente las pruebas contra ella. Torices, al tomar la palabra, en un intento de minimizar al máximo la petición de 17 años de cárcel a la que se enfrenta, añadió: «Utilicé burundanga con dos de las denunciantes, pero no con los otros tres. Me notaba agobiada en cuanto al dinero porque necesitaba pagar una cantidad y la obtuve. Pero no quería matar a nadie». También reconoció el origen de su maléfico plan sin valorar las peligrosas consecuencias para sus víctimas: «Lo vi [aplicar burundanga] en la serie de televisión La que se avecina, [los actores de esta comedia] se lo tomaban a pitorreo».

Torices reconoció igualmente haber sustraído dinero a las dos personas a las que administró escopolamina, aunque sin fines nocivos para su salud; únicamente para sus cuentas bancarias: «Ni les quise hacer daño en su día ni ahora». Sobre la familia del empresario, sostiene que no drogó con burundanga al padre ni a las hijas: «No lo voy a reconocer porque no lo he hecho. No les he robado dinero porque me lo dieron para jugar. Todo esto empezó por el puñetero dinero de las narices».