Si tienes un «affaire» en el trabajo, mejor que lo sepa la empresa

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Las multinacionales suelen restringirlos para evitar conflictos de intereses

03 sep 2025 . Actualizado a las 10:13 h.

Dos consejeros delegados despedidos y un desplome en bolsa del 17,5%. Es el saldo que atesora Nestlé en el último año. La multinacional suiza dueña de Nesquik, Nescafé o Litoral (comercializa fabada asturiana) y otras 2.000 marcas más, no levanta cabeza. Vuelve a estar sumida en una crisis interna tras el cese de Laurent Freixe, quien llevaba casi 40 años en la casa. Varios mensajes en el canal de denuncias interno de la compañía —Speak Up— sacaron a la luz el trato de favor que dispensaba el directivo a una subordinada, con la que mantenía una relación sentimental. Hizo falta investigar a fondo para recabar pruebas, una operación que dirigieron mano a mano el actual presidente de Nestlé, Paul Bulcke, y su vicepresidente, Pablo Isla —el ex presidente y ex director ejecutivo de Inditex tomará el relevo de Bulcke en abril del 2026—.

Al igual que ocurre con otras multinacionales, el código de conducta de la empresa de comestibles más potente del planeta es muy estricto al respecto. No permite que una relación sentimental interfiera en la toma de decisiones o genere conflictos de intereses, especialmente cuando existe una situación de subordinación entre los implicados.

¿Cuáles han sido los casos más sonados?

El más reciente y sonado es el de Andy Byron. El ex director ejecutivo de Astronomer fue pillado in fraganti por una kiss cam en un concierto de Coldplay en actitud cariñosa con su amante, Kristin Cabot, directora de Recursos Humanos de la compañía —ambos acabaron renunciando a sus trabajos, después de ser apartados—. Byron no solo engañó a su mujer, también a la empresa para la que trabajaba, a la que no informó de la relación. «Se espera que nuestros líderes establezcan las pautas tanto de conducta como de responsabilidad, y eso no se ha cumplido», dijo de él su sucesor en el cargo, Pete DeJoy.

Un año antes, la compañía de ferrocarriles Norfolk Southern hizo lo mismo con su director ejecutivo, Alan Shaw, y la directora jurídica, Nabanita Chaterjee Nag, tras quedar acreditado que mantenían una «relación inapropiada» para el buen funcionamiento de la empresa.

En el 2023 también tuvo que dimitir el consejero delegado de la energética BP, Bernard Looney, quien ocultó varias relaciones que había mantenido con compañeras. Lejos de sincerarse con la empresa, trató de maquillar sus aventuras, incurriendo en falsedades, hecho por el que BP le retiró retribuciones multimillonarias.

Brian Krzanich pilotó a la tecnológica Intel hasta el 2019, cuando reconoció haber ocultado una relación pasada con una trabajadora de la compañía. Tras la presión interna que tuvo que soportar, acabó dejando el puesto.

Más sonada fue la salida en el 2019 de Steve Easterbrook de la cadena de comida rápida McDonald's. El ex director ejecutivo de la multinacional estadounidense mantuvo relaciones con tres trabajadoras bajo su mando y a una de ellas le dio trato de favor al concederle opciones sobre acciones (derecho a comprar o vender esos títulos antes de una fecha determinada) por valor de varios miles de dólares. También utilizó el correo corporativo para recibir y enviar fotografías de contenido sexual explícito.

Lejos de reconocer que había incumplido el código de conducta de la empresa, la demandó al año siguiente para reclamar una indemnización por despido improcedente de más de 40 millones de dólares.

 

¿Tuvieron consecuencias legales?

En la mayoría de los casos, los directivos admitieron haber incurrido en faltas graves, antes de dimitir, pero alguno ha acabado en los tribunales. Es el caso de Easterbrook (McDonald´s). Su demanda para conseguir la indemnización no prosperó. Es más, tuvo que llegar a un acuerdo para devolver a la multinacional 105 millones de dólares en efectivo y en acciones tras quedar constatado que había mentido. En el 2023, la SEC (supervisor de los mercados) le impulso una multa de 400.000 dólares y lo inhabilitó para ejercer labores ejecutivas durante cinco años, tras hallarlo culpable de engañar a los inversores.

¿Está prohibido en España?

El Estatuto de los Trabajadores (ET) no prohíbe de forma expresa tener una relación sentimental dentro de la empresa. De hacerlo, se estaría vulnerando el derecho a la intimidad y la vida privada de los empleados (art. 89). No obstante, las compañías sí pueden regularlas con códigos de conducta o cláusulas contractuales que las restrinjan estableciendo, por ejemplo, la obligación de notificación. Los tribunales en España han dictado sentencias admitiendo despidos disciplinarios por este motivo, pero los jueces han de examinar cada caso y debe quedar bien acreditado el perjuicio a la empresa. Para ello, los magistrados tienen en cuenta la relación jerárquica, la falta de transparencia en la comunicación, pruebas de favoritismo y de violación de normas internas, además de la afectación al resto de la plantilla.

¿Cómo se regula en otros países europeos?

Mientras en Estados Unidos existe una actitud menos permisiva con los affaires en el trabajo —por filosofía empresarial—, en la mayoría de los países europeos no están prohibidos y resulta muy difícil conseguir que un tribunal declare disciplinario un despido por este motivo.

En Francia solo se admite cuando una relación no declarada supone un conflicto de interés especialmente grave. El año pasado, por ejemplo, se admitió la procedencia del despido del director de Recursos Humanos del grupo textil Payen por ocultar su largo romance con una sindicalista de la empresa. Los jueces le afearon el «incumplimiento de su deber de lealtad».

En Alemania no existe una prohibición legal al respecto. La empresa tendría que aportar pruebas objetivas del daño que ha podido provocar en términos de falta de confianza, discriminación, etc.