
El doctor Juan Calderón se jubila después de cerca de 40 años atendiendo y velando por la salud de generaciones de vecinos de Lalín y de Deza
05 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El doctor Juan Antonio Calderón Alva, (Sevilla, 1958), acudió ayer al Concello de Lalín para despedirse, ante su inminente jubilación, después de cerca de cuatro décadas atendiendo a generaciones de lalinenses y vecinos de la comarca dezana. En el consistorio fue recibido por el alcalde, José Crespo, que le agradeció «en nome dos lalinenses que coidara de nós e da nosa saúde durante tantos anos». El regidor comentaba en Radio Voz que «é unha desas persoas discretas, anónimas agás para os que foron os seus pacientes, e que lle leva dado moito a este pobo co seu traballo» asegurando que «despedínme co corazón partido... para Lalín é unha mágoa porque foi un grandísimo profesional e así llo fixen constar». Le deseó que disfrute de su jubilación y piensa que es una pena que no se quedara en su puesto más tiempo, indicaba. Crespo le entregó «unha pequena metopa do Concello de Lalín para que teña de recordo na súa vitrina, pero merece moito máis».
Calderón recordaba ayer que cuando empezó a trabajar como facultativo en Lalín fue también al Concello, un trámite obligado en aquellos tiempos para los facultativos que se hacían cargo de una plaza y quiso también, como gesto de cortesía, hacerlo de nuevo a la hora de la despedida.
El 25 de septiembre cumple 67 años y el 19, porque suma unos días de vacaciones, será su último día de trabajo en el Centro Integrado de Saúde de Lalín cumpliendo dos años de prórroga de la jubilación. Unas instalaciones que reconoce «me hizo mucha ilusión poder estrenar». Comenta que en el centro lalinense incorporó recientemente a tres médicos jóvenes: dos hombres y una mujer que tienen contrato de momento hasta noviembre. Espera que puedan renovarlo y cree que el Sergas les facilitará la posibilidad de quedarse si así lo desean. Cuenta que «ellos están contentos y yo les animo a quedarse en Lalín porque estar aquí ahora es un lujo». «Tal y como están las instalaciones, más la infraestructura sanitaria del sistema, los medios de diagnóstico, los medios de desplazamiento, etcétera, es una opción extraordinaria trabajar en Lalín», asegura.
Considera que también es un buen sitio para vivir aunque reconoce que aunque muchas veces «la gente joven prefiere vivir en las ciudades, hasta se lo han puesto más fácil porque la autopista ahora cuesta la mitad».
Una huella imborrable
Calderón ejerció en Lalín «del 89 al 92 y del 96 hasta ahora». En medio, del 92 al 96, trabajó cuatro años en el centro de salud de Vila de Cruces. Son 36 años y un tiempo que reconoce «te deja una huella imborrable».
En las últimas décadas muchas cosas cambiaron en el mundo de la Medicina «y a bien, para mejor en todo», apunta. Entre los avances destaca la historia clínica informatizada, que fue un gran hallazgo; los servicios de urgencias, los servicios de ambulancias medicalizadas, el helicóptero. Los horarios de los servicios de Urgencias que antes empezaban a las 17.00 horas y ahora a las 15.00 horas y ya son 24 horas. Hubo un cambio a mejor en personal, dotación, medios y un largo etcétera». Considera que las instalaciones del CIS «son un lujo».
Coincide con Crespo que se necesita contar «fundamentalmente con más especialistas y más medios de diagnóstico por imagen y complementar con ecografías y ecografistas que realicen informes radiológicos ecográficos. Y que los especialistas puedan realizar más pruebas de las que se realizan para no tener que ir a hacerlas en Santiago».
Señala que «por lo demás todo muy bien. Los servicios de Enfermería son extraordinarios, los auxiliares... Yo estoy muy contento y satisfecho con todo lo que viví allí sin excepción. El balance es muy positivo».
Los cuatro primeros años de ejercicio de su profesión fueron «en Santiago de Compostela. Yo era médico militar y estuve primero allí desde el 83 al 87 aproximadamente, en la Brilat, y luego hasta el 88 o así estuve destinado en A Coruña en Cirugía del Hospital Militar de A Coruña y de ahí ya pasé a Lalín. Luego ejercí cuatro años en Cruces. Regresé a Lalín, y hasta ahora». Sus estudios de Medicina los realizó en Madrid con lo que ahora quiere, además de buscarse alguna actividad en la que ocupar el tiempo libre, retomar el contacto con amigos y ex compañeros de estudios, con compañeros del ejército y disfrutar ya sin prisas del tiempo con sus amigos de Silleda, municipio donde reside.
La informatización de las históricas clínicas y existencia de la receta electrónica supusieron mejoras importantes
Calderón, como los médicos de su generación, vivió en primera persona multitud de cambios. Si los facultativos que los precedieron aún tenían que viajar a caballo a algunos domicilios del rural cuyo acceso era complicado «nosotros tenemos taxis para desplazarnos y el rural está mucho más estructurado, cuenta con carreteras en condiciones por disperso que sea, y todo eso nos facilitó también mucho la labor y contribuyó a mejorar la asistencia a los pacientes, que es de lo que se trata». Unos cambios que empezaron ya con una mejora muy sustancial de los viales en la zona y de las infraestructuras y a los que se sumaron otros muchos avances que revolucionaron la forma de trabajar.
En Vila de Cruces, recuerda, «estuve haciendo guardias de cuatro días seguidos y nos teníamos que pagar la manutención el médico que estuviera de guardia. Aunque estaba ya el centro de salud, no estaba habilitado el espacio para poder pernoctar en él y había servicio de urgencias». «La vida de los médicos de ahora no tiene nada que ver con la de hace 40 años cuando empezamos». Relata que el primer teléfono móvil que hubo en la comarca «se le entregó para su uso al centro de salud de Vila de Cruces. Estaba Román Becaría de conselleiro y aquello era un armatoste, un ladrillo que no funcionaba la mayor parte de las veces porque nadie sabía que existía aquello, pero dormíamos y salíamos con aquel tocho».
En ese paquete de importantes mejoras destaca además de lo que supuso la revolución de las telecomunicaciones, la aparición de la receta electrónica que acabó con una serie de papeleo a mano y aquello de entenderle o no la letra a los médicos. Mejoras a las que suma, en tiempos de Ana Pastor, pasar a depender de Santiago dejando de tener como referencia el hospital pontevedrés de Montecelo, mucho más lejos y por peor carretera.
Calderón recuerda que «de no tener ambulancias y los pacientes tanto de Lalín como de Silleda estar referenciados al hospital de Montecelo pasamos ahora a ir a Santiago, tener el taxi, ambulancias y si es muy urgente el helicóptero». Antes, explica «había que pensarlo para mandarlos a Montecelo. No había ambulancias y muchas veces no había ni un taxi ni nada, solo el coche particular del paciente si lo tenía».