Carlota Suárez, jugadora gallega del INAC Kobe: «Salí de España para poder tener algún ahorro de cara al futuro»
DEPORTES

«Cuando veía estadios con mucha gente pensaba cómo sería jugar así. Es lo que siempre soñé y en Japón podemos vivir al 100 % de esto», relata la delantera, que tiene un diario en el que refleja todas sus aventuras
10 may 2025 . Actualizado a las 12:13 h.Vive en un completo sueño. En todos los sentidos. Tras abandonar el fútbol español por querer tener ahorros en el futuro, Carlota Suárez (Vigo, 1997) disfruta del deporte, de las experiencias y de las nuevas culturas a más de 10.000 kilómetros de casa en el INAC Kobe
—A Japón, menudo cambio.
—Sí, a mi representante siempre le dije que no me importaba salir de España. Ya había estado en Estados Unidos, donde estudié la carrera, y siempre que saliese una oportunidad llamativa fuera de España, que me lo comentase, que seguramente le diría que sí.
—¿Cómo surgió la posibilidad?
—Jordi [Ferrón] es un entrenador español que ya estaba el año pasado y quería una delantera centro alta, y pensó en mí. Se lo dijo a mi representante y este me lo comentó. Japón siempre ha sido un país que quería visitar y qué mejor que vivir allí.
—Además del entrenador, hay dos jugadoras españolas. Eso le habrá ayudado a adaptarse, sobre todo por el idioma.
—Al estar tan lejos de tu casa necesitas sentir hogar en las personas, y tenerles a ellos ayuda muchísimo. La barrera del idioma ha sido muy complica, el japonés es súper difícil... Me he quedado como mucho con 20 palabras. El resto de compañeras no hablan inglés, aunque futbolísticamente nos entendemos porque muchas palabras japonesas de ese ámbito vienen del inglés. Pero si te quieren preguntar por tu día, ahí se complica. Sacamos el traductor y hemos aprendido a comunicarnos por señas. Algunas se han propuesto aprender español y dicen palabras sueltas.
—A pesar de eso, ¿cómo está siendo la experiencia?
—Increíble, una que ni en mis mejores sueños hubiese imaginado.
—¿Es muy diferente la liga respecto a la de España?
—Es súper competitiva. Aquí tienen mucha agilidad mental, no sé si porque son bajitas, pero tienen gestos muy rápidos. Técnicamente son una pasada y no paran de correr. No hay descensos, y equipos que van últimos te pueden ganar. Salen a jugar y no se encierran atrás. La liga es bastante mejor de lo que pensaba.
—¿Y a nivel de instalaciones y masa social?
—Los partidos son increíbles, jugamos en el mismo estadio que el masculino y, además, hay mucha afición que viene a vernos. El mínimo debe ser de 3.000 espectadores, en casa. Contra el Hiroshima había entre 10.000 y 15.000 personas. Hay gente que viaja a todos los partidos. Es lo que siempre soñé. Cuando lo veías en la tele y pensabas, ¿cómo será jugar con tanta gente? Lo he experimentado. En cuanto a instalaciones, profesionalidad... es una pasada, otro nivel.
—¿Se puede vivir al 100 % del fútbol?
—Totalmente. Uno de los objetivos que tenía a la hora de salir de España era poder tener algún ahorro de cara al futuro, porque allí se vive al día. Todavía queda, pero se conseguirá. No nos tocará a nosotras, pero sí a las siguientes.
—También habrá vivido un choque cultural.
—Es muy diferente, sí. Las jóvenes lo hacen todo. Si hay que mover una portería, por ejemplo, van ellas. Incluso alguna vez he ido a recoger un cono después de un ejercicio y ha venido una rápidamente a cogérmelo. Son muy agradecidas. Noto que, aunque hacen faltas, no son pícaras. Si sale un balón y no se sabe para qué equipo es, en vez de sacar rápido y hacer dudar al árbitro, dicen a qué equipo le toca. A mi entrenador eso le pone de los nervios, porque el fútbol también es eso... ser un poco pícaro.
—En España le apodaban Haaland por la altura, ¿allí conserva el mote?
—No, pero sí que es cierto que en las entrevistas aquí me preguntan por eso. Las jugadoras son muy bajitas. Llevo tres amarillas, cosa que no me ha pasado nunca. Una de ellas fue porque, al saltar con una rival a un balón de cabeza ella se desequilibró... El tema del arbitraje es un poco como en España: hay que mejorar. He visto algún partido de la Liga F y pienso que me quejaba con razón.

«Mi entrenador dice que no estoy en ‘Callejeros Viajeros'»
Suárez recapitula en un diario todas sus aventuras en Japón y no descarta un futuro en el fútbol gallego.
—No es su primera experiencia lejos pero, ¿cómo lleva al distancia de la familia?
—Estoy acostumbrada... Mi familia vive en Madrid y, desde que llegué de Estados Unidos, nunca volví allí. Con mi padre tengo fijado un horario y hacemos FaceTime. Se echa de menos, pero es cierto que coges con más ganas el volver a casa.
—Estará aprovechando para viajar y conocer nuevos lugares.
—Sí. La liga acaba el 17 y mi idea es quedarme un poco más para conocer zonas que están un poco lejos o a las que hay que coger un avión, y eso en un día libre no puedes. Pero si me tuviese que ir ya de Japón estaría muy contenta con todo lo que he visitado. El entrenador a veces se mete conmigo y me dice: «Este día es para descansar y no para hacer un Españoles por el Mundo o Callejeros Viajeros». Pero es que hay que aprovechar ahora, luego no se sabe qué puede pasar.
—Todas sus anécdotas de viaje las refleja en un diario.
—Leí en X que los japoneses tenían un diario que se llama hobonichi, que es a cinco años. Puedes hacer fotos y vídeos, pero hay anécdotas que hay que escribirlas. Mientras lo hago pienso que hago bien, porque seguramente se me olvidarán más adelante. No sé dónde estaré el año que viene, pero gracias al diario podré ver cómo ha avanzado mi vida y lo que había hecho el año pasado. Escribir diariamente me parecía cansado, porque hay días que son muy repetitivos. Pero si pasa algo, lo escribo. Incluso se lo he recomendado a amigos, es algo bonito de tener.
—Habla de un futuro incierto. ¿Se plantea regresar a España?
—Tengo contrato hasta el 30 de junio y, aunque estoy contenta aquí, estoy abierta a opciones. Me acuerdo mucho de que mi padre siempre me dice que le gustaría volverme a ver en Primera y disfrutar de mis partidos... Si me quedo un año más aquí estaré súper agradecida y, si no, agradecida por la experiencia.
—El Dépor y el Celta están apostando mucho por el fútbol femenino. ¿Le gustaría volver?
—Nunca voy a decir que no. Aunque siempre he vivido en Madrid, me siento de Galicia. Me gustaría ayudar a que el fútbol gallego siga estando en una categoría alta y donde se merece. Sigo en contacto con gente como Sami [Samara Ortiz], con la que hablo mucho. En mis mejores amigos de Instagram tengo a muchas que siguen en el Dépor. La conexión está ahí... A muchas les hacen gracia los vídeos que subo. Las anécdotas que escribo en el diario también las cuento ahí. Se parten de risa. La gracia de esto también es compartir las experiencias.