
Especial Agro | La voz del experto | En España, a día de hoy, el 80% de la población vive en el 20% del territorio. Y esto no es bueno, pues de no corregirlo irá a más con desequilibrios cada vez más acusados y con consecuencias difíciles de revertir
07 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El Centro Común de Investigación (JRC, Joint Research Centre), organismo dependiente de la Comisión Europea, emite periódicamente informes en los que se fundamentan una buena parte de las políticas de la Unión Europea en áreas que van desde la agricultura y la seguridad alimentaria, el medio ambiente, la innovación, el crecimiento y otros temas de áreas diversas, pero relacionadas.
En el último informe se concluye que la población europea en general se reduce y envejece; pero que esta problemática es más acusada en las zonas rurales. Y así, las proyecciones demográficas hasta 2040 apuntan a una transformación paulatina, pero profunda en el equilibrio territorial de la Unión Europea: las zonas urbanas continúan creciendo y concentrando la actividad económica, al tiempo que las zonas rurales más alejadas pierden población y se enfrentan a un envejecimiento acelerado, lo que amenaza la sostenibilidad de sus servicios y estructuras sociales.
Sin embargo, además del toque de atención que suponen estas advertencias, podemos sacar algunas propuestas para la acción, pues el debate y las políticas de sostenibilidad no deberían ser dicotómicas rural ? urbano, sino más bien buscando la interdependencia y el fortalecimiento de las relaciones entre ambos ámbitos, pues sería erróneo tratar de entender el medio urbano desconectado del rural y viceversa, sino que en las políticas de desarrollo hay que establecerla a partir de una visión territorial.
El citado informe distingue cuatro tipo de regiones: las urbanas, las intermedias, las rurales cercanas a ciudades y las rurales remotas, fijándose en variables como la población, el empleo, la aportación al PIB y los usos del suelo.
Territorios con proyecto
Los análisis son necesarios, son el punto de partida para hacer algo más, para determinar acciones integradas en un plan general de carácter estratégico. No puede ser que se hagan análisis para archivar, y que el análisis quede enrocado en la parálisis.
Cada una de estas tipologías de regiones (urbanas, intermedias, próximas a las ciudades y remotas) tiene sus oportunidades para diseñar el propio escenario de futuro, pues no hay territorios sin futuro, hay territorios sin proyecto.
Las regiones rurales remotas necesitan estrategias adaptativas que tomen en consideración su vulnerabilidad estructural y potencien iniciativas ligadas al turismo, a la industria especializada, a la puesta en valor de sus recursos naturales.
Por su parte, las regiones intermedias y próximas a las ciudades lo tienen más fácil; sus oportunidades estarían en la producción de alimentos de calidad, de proximidad, aprovechando las infraestructuras de distribución para garantizar el abastecimiento de las ciudades.
Y por último, las regiones urbanas también tienen sus deberes: considerar su enclave territorial para fortalecer las relaciones urbano rurales, pues el rural no solo es fuente de alimentos sino de servicios ecosistémicos que aportan valor a las regiones.
Desigualdades territoriales: de lo global, a lo local
Hace 10 años se acuñó el término de «España vaciada» con declaraciones y manifestaciones, incluso con derivadas políticas. Sirvió para un despertar de las conciencias y analizar los problemas (conectividad, empleo, servicios, vivienda y burocracia, principalmente), tratando de aportar soluciones. Desde entonces, con la pandemia de por medio que ha marcado un hito, se han arbitrado medidas, pero dada la complejidad del problema, aún insuficientes.
En España, a día de hoy, el 80% de la población vive en el 20% del territorio. Y esto no es bueno, pues de no corregirlo irá a más con desequilibrios cada vez más acusados y con consecuencias difíciles de revertir. Para establecer las políticas y los planes de acción es necesario considerar lo global para poder actuar con acierto en lo local.
El territorio de Costa da Morte forma parte de las regiones próximas a las ciudades o intermedias, con unas aceptables infraestructura de comunicación que deberían ser el soporte para activar la economía de la zona con iniciativas empresariales rentables, que fijen población y que permitan la sostenibilidad de los servicios. También habría que solucionar los problemas de la vivienda para los nuevos entrantes de trabajadores del sector primario y también simplificar la burocracia para la instalación o consolidación de iniciativa emprendedoras en el rural.
La formación
Las propuestas de formación deben estar al servicio del desarrollo de los territorios y desde los centros educativos, a partir de la educación secundaria obligatoria, debe considerarse la importancia de la orientación profesional anclada en las realidades y potencialidades del territorio, en conexión con el tejido productivo.
Y poniendo el foco en el sector primario en la zona hay realidades empresariales punteras en el lácteo que demandan trabajadores cualificados para garantizar el relevo, desarrollar nuevos proyectos o para consolidar la empresa. En el sector forestal y en el hortícola también hay potencial productivo y de inserción profesional. Y solo teniendo sectores de producción consolidados, pueden establecerse empresas de servicios.