Alén Fest, la dosis de metal imprescindible que sigue creciendo a orillas de O Con

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Mónica Irago

Aquelarre abrieron una jornada de música afilada en Vilagarcía bajo un sol de justicia que no amedrentó al público metaleiro

06 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Que la quinta edición del Alén Metal Fest coincidiese este sábado con una propuesta del tamaño de PortAmérica, a un puñado de kilómetros de Vilagarcía, jamás podría constituir un problema para la parroquia metaleira. No es ni medio probable que, con la notable excepción de Molotov, se diese ningún tipo de cruce que pudiera arrastrar público de uno a otro cartel. Mucho menos teniendo en cuenta que los mexicanos, en plena gira de su trigésimo aniversario, descargaron en Portas el viernes por la noche, en el mejor de los conciertos que, al menos hasta entonces, había acogido A Azucreira.

El caso es que, un mes y medio antes de que A Xunqueira sea tomada por los conciertos gratuitos de San Roque —ahí estarán también Mägo de Oz—, su escenario se abrió ayer para recibir la imprescindible dosis de metal de cada verano en la capital arousana, El Alén sigue una fórmula equilibrada, con sorprendentes resultados para un festival de una única jornada.

Mónica Irago

Señora, caballero, les gustará a ustedes más o menos la potencia, el grosor o la profundidad de la música que sonó a orillas de O Con, pero desde Aquelarre, que brillaron en la apertura con su esencia Hierro —los de por aquí ya me entenderán— hasta los legendarios Artillery, pasando por Dark Oath, Revolution WithinHour Glass y los tremendos Freedom Call, llamando a las puertas de Helloween, todos y cada uno de sus integrantes saben lo que son sus instrumentos, vozarrones incluidos, y saben tocar. Si a esto le añadimos un público que también sabe lo que quiere y una organización muy bien planteada —no suele haber líos por este lado del pentagrama, pero por si las moscas ahí estaba la gente de seguridad— y que los conciertos son gratuitos, se comprenderá que el Alén vaya creciendo edición tras edición. A las siete de la tarde, con un calor de justicia, había ya una entrada bien maja, que medraba a medida que caía el sol. De acuerdo, no pudimos despedir los padres de todo este asunto, Black Sabbath, en Birmingham, pero, carallo, no estuvo nada mal.