Álvaro Benito, cantante de Pignoise: «En la música puedes engañar, en el fútbol no. El campo siempre dice la verdad»
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Una lesión de rodilla truncó su exitosa carrera en el Real Madrid. La música fue entonces su «salvavidas». Y la sintonía de una serie su plataforma de lanzamiento. Hoy, más de dos décadas después, Pignoise se reivindican poco menos que como unos visionarios
19 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La música estuvo siempre en los planes de vida de Álvaro Benito (Salamanca, 1976). Pero para cuando acabase su trayectoria como futbolista profesional. Con lo que no contaba era con que sucediese cuando tenía 20 años. Una grave lesión de rodilla jugando con la selección de España sub-21 truncó su carrera. La música fue su refugio. Fundó Pignoise en el 2003, junto a Pablo Alonso y Héctor Polo, y tras un par de años con más pena que gloria, una canción como sintonía de la serie Los hombres de Paco los catapultó al éxito. Un éxito que ya no les abandonó hasta que en el 2019 decidieron tomarse un respiro. Hasta el 2024 duró. «Obviamente, cuando regresamos había incertidumbre, porque fueron casi seis años sin actividad y uno nunca sabe qué pasa con sus canciones ni con su público. Pero en el primer concierto que dimos la sensación ya fue buena, y eso nos dio el impulso moral y emocional para decir: ‘Hostia, esto todavía está bastante vivo’. Y a partir de ahí las giras han ido a más, hasta el punto de que la de este último año ha sido la mejor que hemos hecho en nuestra carrera», comenta.
—Incluso aquellos que en vuestra primera época os minusvaloraban porque decían que érais un grupo para fans y niñatos, ahora os reivindican.
—Pues no lo sé, la verdad. Lo que la gente piense de mí es algo que hace mucho tiempo que dejó de preocuparme. A ver, uno es consciente de lo difícil que es abrirse camino en la música, pero en nuestro caso todo se reduce a hacer lo que sentimos. Y eso nunca sabes si puede emocionar a cien o a cien mil. Nosotros hemos currado muchísimo para mejorar como músicos y yo, personalmente, como compositor. Y al final, pienso que cuando algo se hace de forma sincera y profesional, si consigues llegar a la gente, eso perdura y el público termina convenciéndose de que tu carrera es honesta y es de verdad.
—Casi se podría decir que fuisteis un poco visionarios. Aquel sonido pop punk que proponíais a principios de siglo está ahora en auge con grupos como Carolina Durante, La La Love You, Alcalá Norte, Arde Bogotá o Shego.
—Desde el primer momento, nosotros hicimos lo que nos gustaba y lo que nos salió sin tener en cuenta qué posibilidades había de éxito. Y ya te puedo decir que durante los primeros años de existencia de Pignoise no nos querían en ningún lado. Las discográficas y las radios nos decían que esa música en España jamás funcionaría, que era muy minoritaria. En aquel momento, la industria musical era muy diferente a la de ahora. No había festivales en los que grupos como lo que has nombrado se pudieran abrir camino sin necesitar una promoción al uso. Antes, si no sonabas en la radio, eras prácticamente inexistente. Nosotros tuvimos la fortuna de que nos escogieran para hacer la sintonía de una serie de televisión y a partir de ahí se desencadenó todo. Pero sí que es cierto que Carolina Durante o La La Love You nos han dicho que hemos sido inspiración para ellos.
—He visto que llevas tatuadas en la mano las palabras «rock and roll». No corren buenos tiempos para el género pero ¿ves luz al final del túnel?
—Hay poca, pero hay. Yo estuve seis años como entrenador de categorías inferiores del Real Madrid y te puedo decir que todo lo que escuchaban los chavales era latino. Pero también es cierto que, por ejemplo, los festivales han posibilitado que grupos como los que has citado u otros como Arde Bogotá, Viva Suecia, Siloé, Biznaga o Cala Vento cada vez sean más masivos. Y creo que eso va a ayudar a que el rock sobreviva. O a que pueda convivir con lo latino. De hecho, una cosa que me sorprende es que vas a un festival y muchos chavales cantan las canciones de Arde Bogotá y las de Bad Bunny igualmente. Es algo que cuando nosotros éramos chavales era absolutamente impensable.
—¿Puede ser que aquel fenómeno fan que surgió a raíz de la sintonía de «Los hombres de Paco» os perjudicase en cuanto a reconocimiento?
—Yo creo que nosotros hicimos las cosas bien. Nosotros podíamos haber seguido haciendo música para todas las temporadas de la serie, pero decidimos que no queríamos encasillarnos ahí. Así que después de la primera, fuimos valientes y nos fuimos. Y nuestras canciones ya no volvieron a sonar en la serie. Pignoise tuvo la fortuna de que nos pusieron en un escaparate y a la gente le gustó. No creo que eso sea ni bueno ni malo. Hay artistas a los que la compañía los pone a sonar en Los 40 Principales y otros a los que la empresa de booking de turno los mete en 80 festivales al año, y así crecen. Trucos de márketing hay un montón, porque la música no deja de ser un producto, y para venderlo necesitas hacer márketing de él.
—Aquella fue la época dorada de la música de las series. Lo petó la canción de Fran Perea en «Los Serrano», la de Despistaos en «Física o Química», la vuestra... Y es curioso, ahora mismo, que hay un bum de las series, no hay ninguna sintonía que sea un gran éxito.
—Sí, estoy de acuerdo. Quizá sea porque antes las series reunían a más gente en el momento justo en el que se emitían. Ahora una serie pueda verse mucho, pero la audiencia no se concentra en el mismo momento. Pero bueno, antes también había muchas series y nunca sabes lo que va a funcionar y lo que no. De hecho, nosotros pensábamos que iba a ser una cosa anecdótica, que a lo mejor nos podía ayudar en algo para grabar un disco. Nosotros nos conformábamos con subir algún peldaño, no pensábamos que fuera a ser el impulso definitivo que nos pudiera otorgar una carrera.
—¿La música para ti fue terapia, fue un refugio o solo fue un plan b?
—Con el tiempo ha sido un salvavidas, pero al principio no hubo nada que pudiera curar la herida de tener que dejar el fútbol profesional por una lesión. Y seguramente sigue sin curar. Está ahí y sigue doliendo cuando miro para atrás. Yo nunca he sido de mirar para atrás, nunca veía mis partidos ni nada de eso. La vida siguió y ya está. Pero ahora, con motivo de un documental que me han hecho para Movistar+, he tenido ocasión de ver un montón de imágenes y me he dado cuenta de que hay emociones que estaban latentes y que de nuevo han florecido. Pero sí, a nivel profesional la música fue un salvavidas, me dio un nuevo objetivo y nuevas metas. Y en la vida lo más importante es tener ilusiones. Y las sigo teniendo. Acabamos de grabar el nuevo álbum de Pignoise y es uno de los discos con los que más satisfecho me he quedado de toda mi vida. Soy consciente de que seguramente no vamos a poder competir con éxitos como Nada que perder, Te entiendo, Todo me da igual o Estoy enfermo, porque los tiempos son otros. Pero para mí el disco está en el top 3 de lo que hemos hecho a nivel de canciones. Yo con eso ya soy feliz.
—En vuestra última canción, «Las promesas que se van», dices: «Nunca quise quedarme en la mitad, de cero a cien en un pis pas, nunca nos daba tiempo de frenar». ¿Es una licencia para la letra o una confesión en toda regla?
—Yo en la vida, si voy a por algo, voy con todo. Soy una persona que siempre se pone metas. Ahora, por fin, empiezo también a disfrutar un poco más del camino, que creo que es necesario. Pero nunca he sido de palmaditas en la espalda, de decir: «Joder, qué guais somos». Siempre he sido de: «Sí, muy bien, pero venga, miremos hacia adelante e intentemos hacer las cosas mejor». Ese ha sido mi objetivo desde pequeño. Cuando estudiaba, tenía que ser el mejor de la clase. Si jugaba al fútbol, tenía que ser el mejor del equipo. Y si me pongo a hacer canciones, tengo que hacer las mejores dentro de mis posibilidades y del estilo que he elegido. Es algo que tiene que ver con mi personalidad y con mi carácter.
—¿Y qué pasará el día que, como dices en «Atardecer», dejes de ser especial?
—Pues no pasará nada. Todo tiene principio y final. Ahora mismo estamos disfrutando mucho más esta segunda etapa que la primera, porque en la primera, cuando te metes en el tren del éxito, vas a mucha velocidad. Nosotros llegamos a dar 141 conciertos en un año. Una auténtica salvajada. Y no disfrutas la profesión. Ahora disfrutamos más de todo. Pero cuando se acabe, pues se acabó. Eso lo decide la gente. Yo te puedo decir que yo seguiré haciendo canciones. Aunque sean para mí.
—Decías antes que la industria musical ha evolucionado mucho, pero tu otro ámbito, el del fútbol, no le va la zaga. ¿En cuál tienes la sensación de que se está cambiando más?
—Uf, difícil saberlo. Seguramente, el fútbol sea menos cambiante. En la música, por ejemplo, hace diez años nadie sería capaz de imaginar que alguien haciendo lo que antes llamábamos música de pachanga, y que incluso deforma para mal su voz, pudiera llenar diez Metropolitanos. Eso nadie lo vio venir.
—¿Y dónde hay más zancadillas, en la música o en el fútbol?
—A ver, en el fútbol no tienes escapatoria ni puedes engañar a nadie. El campo te dice la verdad siempre. En la música, en cambio, sí. Yo mañana me hago reguetonero y si a la gente le gusta, puedo ganar millones en muy poco tiempo. En el fútbol no puedes hacer eso. Tú no puedes hacerte mañana futbolista y al día siguiente jugar en el Real Madrid. Tienes que empezar desde muy pequeño, tener un talento innato y luego tienes que cultivarlo durante muchos años y hacer muchos sacrificios. Si no, es imposible.
—¿Si te diesen a elegir entre volver a ser campeón de Liga o llenar el Bernabéu con Pignoise?
—Llenar el Bernabéu con Pignoise, porque campeonatos de Liga ya tengo dos (se ríe). Son dos cosas muy bonitas, pero de hecho, nosotros ya con haber llenado el Movistar Arena el año pasado tuvimos la sensación de haber culminado algo.