Lleva la cafetería de la facultad y forma parte de la orla

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Carmen, que regenta la cafetería del INEF, recibe los trofeos de los alumnos y figura en la orla oficial.
Carmen, que regenta la cafetería del INEF, recibe los trofeos de los alumnos y figura en la orla oficial. MARCOS MÍGUEZ

«Me podría jubilar, pero no me lo planteo viendo el cariño de los alumnos, no los puedo dejar solos», dice Carmen, que regenta la cafetería del INEF de la Universidade da Coruña

12 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A Carmen todos la quieren. «Nos alegra los días que no estamos muy animados. Cuando venimos de estar haciendo deporte varias horas nos prepara la comida que necesitamos, mucho arroz, pasta y pollo», comenta la alumna Antía Fromiñán. Son las cuatro de la tarde y ella es la única clienta de la cafetería de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidade da Coruña, a la que mucha gente conoce con el nombre primigenio, INEF. En verano baja la intensidad de trabajo y Carmen Barral Freire, que tiene la concesión del negocio, atiende fundamentalmente a los chavales que asisten a campamentos de verano. Mientras espero por una persona con la quedé allí, me llaman la atención varias cosas. Por ejemplo, la orla del curso que se acaba de terminar, la de los estudiantes que integran la promoción del 2020-2025 no está como las otras en el recibidor del edificio, sino en una pared de la cafetería. «Llevo 16 años aquí y es la primera vez que incluyen mi foto a petición de los alumnos. Estoy muy emocionada, es mucho más de lo que me podría imaginar. Fíjate que me podría jubilar, pero de momento no me lo planteo viendo el cariño de los alumnos. No los puedo dejar solos», asegura Carmen. «Al menos aguanta hasta que acabe yo la carrera», dice la alumna que asiste a la conversación. Y Carmen se emociona, porque para ella los miles de jóvenes que se preparan en esta facultad son como sus hijos. Se le nota que los quiere de verdad. Y ellos a ella también.

 «Me podría jubilar, pero no me lo planteo viendo el cariño de los alumnos, no los puedo dejar solos»

LA CAMARERA CON MÁS TROFEOS

Les decía que esperaba a que llegase la persona con la que me había citado y hubo más aspectos en los que me fijé mientras Carmen pasaba un paño húmedo a las numerosas y largas mesas del comedor. En las baldas y estanterías del interior del mostrador hay cantidad de trofeos, algunos con un papelito debajo en el que se puede leer escrito a mano «para Carmen». No creo que exista una camarera, una responsable de cafetería con más galardones que esta mujer. «Somos muchos los que le damos los trofeos que ganamos en campeonatos interuniversitarios. Nadie mejor que ella para tenerlos, se lo merece», asegura otro alumno que aparece por la barra. Carmen acumula trofeos y cariño. Es una pasada. Me cuenta que antes trabajó en la Facultad de Aparejadores, ahora Arquitectura Técnica, y después se vino para estas instalaciones ubicadas en Bastiagueiro, en Oleiros. Ella es oriunda de Aranga, en concreto, de la aldea de Pedramaior. Su vida no fue fácil. Con 14 años se instaló en A Coruña contra su voluntad porque quería seguir con sus abuelos. Estuvo en el instituto, pero reconoce que no le gustaba estudiar y con 16 años ya trabajaba para un mecánico dentista. «Después, en comercios de distinto tipo, pero siempre de cara al público, y luego en hostelería, tanto en locales como en empresas de cátering», me explica. Pero su vida cambió cuando empezó a trabajar en la universidad y se hizo amiga de los que podían ser sus hijos. «Mira, unos alumnos me mandaron fotos por WhatsApp desde Pamplona porque fueron a los Sanfermines. En los vasos pone mi nombre y dicen que me echan de menos, con lo que a mí me va la juerga. Ellos son lo más importante de mi vida», sentencia esta camarera de orla y trofeos.