El peor momento en la vida de Eva: «Me quedé viuda con 30 años, embarazada de 5 meses y con dos niños más»

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El 20 de septiembre su destino dio un vuelco. Perdió a su marido en un accidente y ella se quedó sola con dos menores y un bebé en camino: «No sé cómo soy tan fuerte. Todo lo que hago es por los niños»
16 jun 2025 . Actualizado a las 14:24 h.Eva tiene una fuerza interior que ni ella misma sabe de dónde la saca. Pero la tiene, y todos los días se levanta de la cama porque tiene que seguir adelante por sus niños. Esa es su obsesión y su salvación al mismo tiempo. La vida ha sido injusta con ella, con sus hijos y con su marido Rafa. Tanto, que cualquiera de nosotros en su misma situación no sabríamos si podríamos soportarlo. Un accidente de tráfico les truncó la vida el pasado 20 de septiembre. El padre de sus hijos se fue a trabajar y nunca más volvió. Pero lejos de hundirse, ella decidió entregarse en cuerpo y alma a los pequeños. Con una sonrisa, con un gesto cariñoso, con lo que fuera necesario para sobrellevar la pena que la invade, y solo se permite el lujo de expresarla libremente por la noche, cuando se encierra en su habitación. Pero, sobre todo, lo hace para que sus hijos sigan siendo felices. Tirar hacia adelante es su medicina, el alivio que encuentra ante un hecho que la rompió por dentro y por fuera.
«Mi marido falleció cuando estaba embarazada de cinco meses. Me quedé viuda con 30 años y dos niños más», cuenta esta joven malagueña en una frase que resume toda su lucha diaria por salir adelante. «La verdad es que no sé cómo lo afronto. Sinceramente, no sé cómo puedo ser tan fuerte. Yo pienso que soy así por los niños, son ellos los que me sacan a mí adelante. Porque si no, sería muy difícil», explica, mientras todavía tiene los sentimientos a flor de piel. Nueve meses es muy poco tiempo aún para digerir todo lo sucedido: «Él se fue en el último tramo del embarazo. Justamente cuando nos dijeron que era una niña y habíamos decidido el nombre. El parto lo viví con muchos nervios, la verdad. Lo necesitaba a él. Me faltaba. Entró mi madre y ella me ayudó en todo lo que pudo. Pero claro, no tenerlo conmigo fue duro. Aunque yo sé que me acompañaba, pero no es lo mismo».
11 Y 7 años y cuatro meses
A Eva todavía se le quiebra la voz al recordarlo, pero cuando esos pensamientos la invaden, se acuerda de sus hijos y de que su lucha es esa, el día a día, y conseguir que sigan sonriendo: «Mi niña mayor, Nayra, de 11 años, me ayuda mucho. Ahora mismo es como la segunda madre de la chiquitina, Arabya, que tiene cuatro meses. Pero claro, no la puedo dejar sola con ella. Ella le cambia el pañal y le encanta. Y se queda con ella mientras yo voy a hacer la cena. Cosas así. Sin olvidar que es una niña y que lo hace porque le gusta, no por obligación. La responsabilidad es mía. Pero ella está loquita con su hermana», explica Eva, que cuenta que sus hijos mayores sufren mucho la ausencia de su padre. «Tienen días. Algunos están tristes, otros más alegres. Antes de que naciera la niña, estaban muy nerviosos. Estaban muy apegados a su padre. Él venía de trabajar y era un padre muy presente. Se los llevaba a jugar al fútbol, a la piscina... siempre estaba con ellos. Yo era la que más regañaba, y él les daba más juego. Y ahora me ha tocado a mí hacer las dos partes», cuenta. Dice que lo peor fue al principio: «Los primeros días les dije que papá había tenido un accidente y que estaba muy grave, pero que iba a volver. Y después del entierro ya me senté con ellos y les dije que había fallecido. Luego, cuando yo iba a dar a luz, ellos se pusieron muy nerviosos porque tenía que ir al hospital. Temían que no volviera. Pero ahora ya están más tranquilos».

«Él se fue por la mañana a trabajar, yo me despedí de él y ya no llegó más», cuenta, mientras insiste en que tiene que sacar a sus hijos adelante: «Es que tengo tres hijos. No me queda otra. Yo lo echo muchísimo de menos. Es mi marido. Llevaba 13 años con él. Y eso no me lo va a quitar nadie. Pero no me puedo quedar estancada, porque a tu alrededor la vida sigue. Y no me queda otra que tirar para adelante con mis tres niños. Además, la bebé me necesita todo el rato. Y eso hace que no tenga tiempo para pensar y que durante el día no me den bajones. Me dan por la noche, cuando me acuesto y ya estoy sola».
Eva todavía se encuentra de baja maternal y prefiere no pensar en el momento en el que se tenga que incorporar de nuevo a su trabajo de ayuda a domicilio. Todavía no se lo ha planteado. Aún le quedan algunos meses y trata de ir día a día. Además sigue dándole el pecho a su bebé: «Es mucho más sacrificado, porque es a demanda. La tienes que llevar contigo a todos lados. No la puedes dejar con nadie y se lleva toda tu energía, pero decidí darle el pecho exclusivo, y no porque eso signifique que sea mejor madre. Eso no tiene nada que ver. Sino por crear un vínculo emocional más fuerte con ella. Con la primera hija que tuve, no le pude dar el pecho. Y eso se me quedó ahí. Al mediano le di mixta —pecho y biberón—. Y con Arabya me costó que cogiera el pecho, pero yo insistí porque necesitaba que supiera que estaba aquí con ella. Y quiero disfrutarlo hasta que ya no pueda».
Reconoce también que tienen muchísima ayuda de toda la familia, tanto económica como emocional, y en el día a día: «La verdad es que no me puedo quejar. Viven todos cerca y todos me ayudan en lo que pueden. La familia de él también. Me ayudan mucho», pero ella insiste de nuevo en que su prioridad es pasar con sus hijos el máximo tiempo que pueda. «En estos momentos no tengo otra cosa en mi cabeza. Luego ya pensaré en mí, pero primero son ellos. Que disfruten, que aunque noten la ausencia de su padre, sea lo mínimo. Que tengan más confianza conmigo, que me cuenten lo que sea. Yo he cambiado también. Antes estaba todo el día regañándoles, pero ahora tengo que repartir los papeles y darles juego». E insiste en no saber qué haría sin ellos. «La fuerza me la dan ellos. Son ellos los que me ayudan a no hundirme. Muchas veces me he echado la culpa y he pensado: “¿Por qué estoy mal?, ¿por qué no he caído en depresión y no estoy en cama sin querer salir?’. Pero luego me digo que no me puedo permitir ese lujo. Si mis niños hubieran sido más grandes, a lo mejor hubiera caído en una depresión. Pero verlos crecer, ver cómo se ríe el bebé... es que ellos me lo quitan todo», asegura.
Esta madre coraje es incapaz de pensar en el futuro. Prefiere vivir el presente y centrarse en lo que está haciendo en este momento. Ella sabe muy bien que de nada sirve hacer planes, porque la vida te puede cambiar en apenas unos segundos: «Es que ni me lo planteo. Vivo el día a día, porque con lo que ha pasado pienso que no hay futuro. Tú puedes planificar cualquier cosa dentro de un año, de dos y en un momento se destruye todo. Por eso, prefiero disfrutar cada día con los niños. Yo ya no pienso en el futuro». «Si hubiese sido una enfermedad, hubiera sido de otra manera. Pero cuando te quitan a tu pareja así, de un momento para otro, no hay futuro. Porque nosotros teníamos planes. Habíamos hablado de irnos de viaje aquí y allá, y ahora ya no está. Así que prefiero vivir el día a día», dice con resignación.
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Cuidarse ella tambien
A pesar de que solo tiene ojos para sus hijos, Eva también reconoce que está intentando cuidarse ella, aunque le cuesta: «Me he apuntado al gimnasio y me despejo un poquito para también verme más animada y motivarme un poco. Pero los niños siguen siendo lo primero. Voy cuando ellos están en el cole, que es cuando me puedo escapar. A veces dejo a la pequeña un ratito con mi madre, que ya está recién comida y todo, y me escapo. Pero la verdad es que soy muy cabezota y solo pienso en los niños. A veces, la familia me dice que se los deje un rato, que no les va a pasar nada. Pero en estos momentos lo primero son ellos».
Cuenta, además, que su hija pequeña ha sido el último regalo que le dejó su marido. «Sí, porque recuerdo que no nos poníamos de acuerdo a la hora de tener el tercer hijo. Cuando yo quería, él no quería. Y al revés. Cuando él quería, yo ya no. Entonces, cuando me quedé embarazada le dije: ‘Al final ha sido cuando tú has querido’. Y ahora lo pienso y digo que ha venido cuando tenía que venir. Mi hija tuvo que venir en este momento para darme a mí la fuerza que necesitaba para afrontar todo esto», comenta.
Hace unas semanas que Eva publicó en su cuenta de Instagram una foto con una frase que decía: «Un aplauso por seguir en pie tras el fallecimiento de mi marido, dar a luz a nuestra tercera hija, dar el pecho exclusivo y sacarlos adelante yo sola». Pues sí Eva, un aplauso muy fuerte por todo eso, pero también por tu valentía y porque te mereces que, después de esto, solo te pasen cosas buenas en la vida.