Naiara Briones, profesora de plástica: «Intentamos que los niños manchen lo menos posible, y ese chip hay que cambiarlo»

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Dice que potenciar la creatividad entre los más pequeños les da seguridad, y asegura que para hacer manualidades hay dos materiales que no pueden faltar en una casa

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los padres de niños (sobre todo pequeños) tienen mucho que agradecerle a Naiara Briones, que acaba de publicar un libro con 60 actividades para aprovechar al máximo esos ratitos juntos. Agujetas maternales está dedicado a las madres, «el 98 % de mis seguidores, y las que buscamos constantemente ideas para hacer con los peques», señala Naiara, madre de tres, que ejerce la docencia de Educación Plástica, Pintura y Dibujo Técnico en primaria, ESO y bachillerato.

—Un material muy valioso, porque a veces las ideas se nos acaban, ¿no?

—A veces no tienes tiempo, quieres hacer algo, te pones a buscar y entre que buscas y no buscas, se te pasa el ratillo. Aquí están todas compiladas, ordenadas para que ese ratillo lo podamos aprovechar.

—¿Qué son las agujetas maternales?

—Tienen un doble sentido. Por un lado, hablan del cansancio profundo que sentimos las madres, no solo físico, sino mental. Esa carga invisible de planificar comidas, recordar cumpleaños, visitas al pediatra, que no se ven, pero están ahí. Y también es un homenaje personal, yo de joven tenía otro blog que se llamaba Agujetas mentales, donde volcaba mis pensamientos, lo que me preocupaba en ese momento, reflexiones sobre el arte, fotografía... Cuando quise crear este nuevo blog y la cuenta de Instagram, me acordé de mis agujetas mentales, y ya que me había convertido en madre, pensé en esas agujetas maternales.

—Unas agujetas que no siempre tienen los padres.

—Yo creo que no las sienten los padres. De hecho, el libro está dedicado a madres, actividades para mamis ocupadas. Mucha gente me decía: «¿Cómo lo dedicas solo a madres? Estás perdiendo ventas. Lo estás dedicando solo a la mitad de la población». Y digo: «Es un homenaje personal a las madres». Primero, porque yo soy madre y puedo hablar de maternidad, la paternidad no la he experimentado. También porque mis seguidores de Instagram, donde germina esta idea, son un 98 % son madres, que somos las que estamos buscando constantemente ideas para hacer con los peques. Los hombres que me siguen, casi todos, son amigos, gente que me conoce o profes. Las madres tenemos esta visión de nuestros hijos y de su bienestar en todos los aspectos, hasta en el creativo. Mi marido fue el primero que me dijo: «¿Pero cómo lo dedicas solo a madres?». Le dije: «¿Tú cuántas actividades buscas para hacer con los niños?... Pues eso, como tú yo creo que muchos hombres». Encima el mérito siempre es compartido, pues no, este homenaje es para las mamás.

—Dices que la creatividad nos ayuda a conectar como familia.

—En el libro lo llamo el «superpoder familiar», porque al final es pasar ese ratito con tus hijos haciendo algo, una actividad o un juego sencillo mientras esperas en la consulta del médico. Es un rato en el que dejas el móvil aparcado, en el que estás pasando tiempo consciente con tus hijos, los conoces un poquito mejor, porque siempre surgen interacciones, preguntas, te conocen a ti en otro plano, más lúdico. Genera una conexión muy profunda y muy bonita.

—Creatividad, explicas, no es sinónimo de manualidades.

—Efectivamente, creo que con la creatividad infantil lo primero que se nos viene a la cabeza son manualidades, como las que hacemos en los coles para el Día de la Madre... Yo creo que creatividad es una visión del mundo, enseñar a nuestros hijos, y recordarnos a nosotros mismos que la vida siempre se puede mirar con otros ojos, y que hay soluciones que han buscado otras personas a los problemas, pero que nosotros podemos buscar las nuestras propias. Es nuestra propia mirada del mundo.

—¿Qué les supone a ellos?

—Potenciar la creatividad en los niños les da esa seguridad en su propia visión, en decir: «Yo también puedo aportar una solución diferente a ese problema», que no solo se refiere al de hacer manualidades, sino un problema de la vida cotidiana. Contar con ellos para solucionar un problema familiar. «Chicos, quiero reorganizar los libros de la estantería, cómo hacemos». Muchas veces te proponen cosas que te dejan alucinada, porque tienen una visión mucho más fresca que la nuestra, y les tenemos que dar ese valor para que ellos realmente digan: «Mi visión del mundo también vale». Eso es creatividad.

—Pones ejemplos tan sencillos como preguntarles cómo volver a casa.

—Eso es, preguntarles, darles voz en cosas cotidianas. No te van a decir con qué banco pedimos la hipoteca, pero sí cositas del día a día, como por qué camino volvemos a casa... Esto es una cosa curiosa que me ha pasado con mi hijo mayor, que se orienta especialmente bien y le gusta entender por cuántos caminos se puede llegar a un sitio. Esa cabecita está dándole vueltas a si se podrá llegar por otros caminos de casa del abuelo a nuestra casa. Al final, estás validando esa pregunta y le estás dando la posibilidad de encontrar una respuesta juntos y él se siente escuchado. Estamos potenciando su autoestima y validando su voz. En la infancia es muy importante, porque siempre queremos ir muy rápido, y que las cosas sean eficientes, y siempre les estamos dando ya las fórmulas con las que sabemos que todo funciona más rápido y mejor, pero de vez en cuando es importante parar, y dejarles a ellos que opinen y que escojan.

—¿Cómo podemos hacer que el tiempo que pasamos con ellos sea de calidad?

—Muchas veces la rutina manda, y de lunes a viernes la vida es muy complicada, pero tenemos que pisar el freno un poco y dejar que ellos decidan lo que quieran hacer. No tienen que ser días enteros, pero cuando tienes un ratito y se lo puedes dedicar a ellos les puedes preguntar qué quieren hacer. Este libro es un poco para eso, para sacar un ratito y hacer algo con ellos de distintas índoles: desde experimentos hasta manualidades o actividades al aire libre. También tenemos que bajar el nivel de exigencia del producto final. Si haces una manualidad y no queda bonita, ¿qué?, has pasado un rato divertido con tus hijos. No pasa nada.

—A veces parece que están preparando una obra para el Thyssen...

—En la parte de manualidades muy pocas son de un producto final, que realmente puedas regalarle a alguien o poner en un sitio. Si estás todo el rato diciéndole cómo lo tiene que hacer para que quede cómo tú quieres, estamos consiguiendo todo lo contrario, que el niño no se sienta validado. Si quieren hacer una cosa y no les dejas o estás más preocupado porque no manche la mesa que porque experimente un rato. Tenemos que bajar esa exigencia, preparar un poco el espacio previamente para que si se manchan no pase nada, porque hemos protegido la mesa y no les hemos puesto la ropa de los domingos. Hay que aprender a disfrutar del proceso, que no es fácil, porque estamos programados para hacer una cosa bonita y manchar lo menos posible. Todo lo demás nos hace cortocircuitar, pero hay que cambiar ese chip.

—El mundo se divide entre los padres que hacen manualidades y los que no.

—Mi hermano y yo no parece que vengamos de la misma casa, de la misma madre, que era de hacer siempre un montón de cosas con nosotros. Conmigo, que era la que se dejaba, porque a él no le interesaba en absoluto. Y tampoco es algo que haya hecho mucho con mi sobrino. Sin embargo, su mujer sí, aunque no le apasiona, busca esos ratitos.

—¿En qué franja de edad triunfan las manualidades?

—A partir de los 6 añitos, que ya pueden empezar a hacer ellos el proceso con cierta supervisión, y hasta las 12 o así. Depende de cada niño, pero cuando ya dejan de hacer cosas con sus padres, porque entran en la preadolescencia, y sus intereses ya están más con sus iguales.

—¿Qué materiales básicos deberíamos tener en casa?

—Hay uno que es un poquito menos habitual y que es superversátil y baratísimo, los cuentagotas de plástico. Mucha gente ni los conoce, y son muy buenos para potenciar la motricidad fina. También está el pincel, pero hasta que no tienen 6-7 les cuesta manejarlo. Y para terminar las manualidades, y para un uso adulto, una pistola de pegamento termofusible. Las témperas sólidas son poco conocidas, y además no tienen la parte negativa de las otras, el pringue, porque no manchan y el resultado es el mismo. Se extienden muy bien y cubren muy bien.

—¿Cuál no deberíamos usar nunca?

—La pintura acrílica. A veces la gente no diferencia entre témpera y acrílico, y esta última una vez seca, no se va de la ropa. Y por supuesto, óleo ni nada que vaya con aguarrás o con disolventes.

—¿Qué actividad triunfa entre los 4 y 6?

—Yo la llamo Crea y Recrea, que es una tabla de cartón, dibujamos una imagen con un rotulador negro y ponemos forro autoadhesivo. Los peques pueden pintar con témperas sólidas o rotuladores de tiza, y se puede borrar con un paño húmedo y volver a colorear las veces que quiera.

—Y una fácil para esos días que no apetece hacer nada.

—Yo diría una que se llama Arte Sorpresa, que pones como un celo o una cinta de carrocero, y cuando hayas terminado, la levantas. No mancha nada, no te supone prácticamente nada, y a ellos les encanta.

—Los experimentos son una manera de saciar su curiosidad.

—Totalmente, despiertan muchas preguntas. La pasión escondida de los niños por las ciencias se empiezan a ver aquí.

—Me encantan los juegos para las esperas...

—El libro lo hicimos en un formato pequeño para poder llevarlo a cualquier sitio, porque a mí me parece que, efectivamente, la maternidad es supervivencia. A los niños, a veces, les pedimos lo que no son capaces de darnos. Y saber que tienes unos cuantos recursos para convertir esos ratos de espera, que pueden ser hasta desagradables, porque se aburren y tienen que estar callados, o en un ambiente en el que no pueden corretear, ni subir... en momentos de conexión. Además, tienes sus cabecitas trabajando en vez de recurrir a las pantallas. A veces no nos queda otra, y todos lo hacemos de vez en cuando, pero a veces somos muy rápidos en recurrir a ellas, porque nos faltan recursos.

—Hay actividades para dar rienda suelta a la imaginación.

—Este apartado está muy centrado en utilizar materiales de reciclaje que tenemos por casa, darles una segunda vida y convertirlos en juguetes. Nosotros tenemos una parte de la casa que es como un punto limpio, y siempre que se nos acaba algo me dicen: «Vamos a limpiarlo, porque podremos hacer algo». Y cuando nos piden del cole, llevamos para toda la clase.

—Por último, hay actividades que hay que hacer fuera de casa.

—Sí, ya pone que hay alguna que mancha un poco más. Están pensadas para hacer al aire libre, porque a todos los niños les gusta mancharse las manos y de vez en cuando hay que dejarles que disfruten, ya tendrán tiempo para ser mayores y que su vida se vuelva más aburrida.