
Es un remanso de paz. «Está en la senda del río Mero y la gente cuando llega dice que es como un oasis», comenta su propietaria. Se trata de O Chiringuito 1992, que en realidad no fue inaugurado coincidiendo con los Juegos de Barcelona o la Expo de Sevilla, sino que es el año de nacimiento del hijo de Esperanza Gestal, la jefa de este singular espacio que abrió hace apenas tres años. Todo el mundo le llama Tita y es una mujer que irradia optimismo. Ni siquiera las lluvias de las últimas semanas humedecieron su buen carácter. «La cosa cambia mucho con buen o mal tiempo. De hecho, hay zonas que todavía no se pueden utilizar porque hay fango, pero sitio hay de sobra», destaca. No le falta razón, porque el merendero tiene unas dimensiones espectaculares, 15.000 metros cuadrados dedicados al disfrute de los visitantes. «Teníamos una finca y compramos otras dos, que son muy llanitas. La gente aparca en otro terreno que ofrecemos y la entrada es totalmente libre. Aquí puede venir quien quiera. Lo que decimos es que si es para celebrar un cumpleaños o cualquier otra fiesta con mucha gente, que nos avisen con antelación. Y si piensan utilizar alguna de las cinco barbacoas que tenemos es mejor reservar para no encontrárselas ocupadas», informa Tita desde este paraíso natural próximo al embalse de Cecebre (A Coruña). Hasta septiembre piensan mantener abierto este merendero de 15.000 metros cuadrados en el que solo te piden una cosa.
EL ASUNTO DE LAS CONSUMICIONES
Aparcamiento gratuito, todo el terreno que quieras a tu disposición, entrada libre... Tita es buena persona, pero también necesita ganar algo de dinero. «Lo único que pedimos es que las consumiciones las pidan en el chiringuito. Que traigan la comida que quieran de su casa, pero que se acerquen al bar para pedir los refrescos o las cervezas. También hacemos pizzas, hamburguesas y bocadillos para los que les entre el hambre y no hayan traído nada de comer. Con el estómago vacío no se van», explica. Lógicamente, los días buenos son los fines de semana en los que la meteorología acompaña. «Es imposible calcular cuánta gente se puede llegar a juntar, pero fácil unas 600 personas. En San Juan preparamos sardinas y churrascos, y por las que despachamos te digo que había una cifra todavía más grande», recuerda. Es un merendero sin más pretensiones, pero para los que lo visitan es una especie de paraíso en el que estar en contacto con la naturaleza, pasar el día con la familia y amigos, y no gastar demasiado. Tita explica por qué se le ocurrió. «Por aquí no había nada, y al ver esta finca tan llana pensé que sería el sitio ideal para eso, para un merendero de los de toda la vida. De lunes a viernes abrimos desde la una de la tarde hasta las once de la noche, pero si llueve o hay gente, cerramos antes o después. Los fines de semana empezamos a las diez de la mañana hasta la hora que sea, en función de lo que te comenté del mal tiempo o de los clientes que quieran estar», explica. Si van buscando lujos, comida sofisticada o decoración de diseño, O Chiringuito no es su sitio. Pero si está libre la hamaca que cuelga de unos árboles, pueden dormir una siesta a la sombra dos salgueiros. Y todo gratis. Si les entran las ganas de beber algo, no dejen de visitar a Tita en la barra.