Andrea Duro, actriz: «Tuve una cita con un tipo que, cuando llegué, estaba mirando mi Wikipedia. Fue la última»

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CUCO CUERVO

«Me he convertido en una mujer adulta, funcional y con las cosas muy claras», dice la intérprete, que triunfa en «La Favorita 1922», el que ella define como el segundo gran proyecto de su vida tras «Física o Química», donde la conocimos con solo 16 años. «Esta serie es muy importante, a todos los niveles», insiste

26 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco tiene que ver Andrea Duro (Madrid, 1991) con la imagen que proyecta en los estrenos y ante la pantalla, donde se sale en la serie La Favorita 1922, que se emite cada lunes a las once de la noche en Telecinco. Ana promete ser su segundo gran personaje tras la inolvidable Yoli de Física o Química. Dieciocho años se van a cumplir ya de ese éxito que marcó a una generación y que nunca la ha abandonado en su carrera, tanto en el cine como en la televisión. Este supone su esperado regreso a la pequeña pantalla como una actriz consagrada, pero también como una mujer con las cosas muy claras. «Mi novio es cámara, y antes de conocerme íntimamente, pensaba que cómo me iba a fijar yo en un chico cámara. Pues sí que me fijo, y además, digo: ‘¿Qué te piensas, que yo me levanto y hay caviar en mi casa? Soy una chica normal ‘», asegura.

—¿No es mucho decir que este será tu segundo gran proyecto?

—Sí, es mucho decir, pero bueno, también teniendo en cuenta que todavía me queda muchísima vida, o eso espero. Para mí por lo menos ha sido un proyecto muy importante a todos los niveles. Venía de un pequeño paroncito de un año, donde la cosa se había resentido, y me habían ofrecido algún proyecto que no me llenaba, que tampoco me interesaba mucho. Creo que estaba yo también ahí en un momento un poco introspectivo, y de repente llegó La Favorita, como para darme muchísima luz. Yo creo que la serie está recogiendo muy buenos datos en una televisión abierta, cuando es muy difícil que algo funcione ahora mismo ahí. Estamos muy contentos todos.

—¿Pero fue un salvavidas como comentaste alguna vez? ¿Temías que no te llamaran más?

—Bueno, a día de hoy que no sabemos qué futuro tendrá La Favorita, que nadie todavía nos ha informado, existe ese miedo, ¿no? Dices: «Bueno, presenté una película en el Festival de Cine de Málaga [Pequeños calvarios], tengo una serie que está actualmente emitiéndose en televisión, ruedo dos películas, una de ellas internacional, otra cosa con un amigo director, que le he echado una mano en su proyecto... Y aun así, te juro de verdad que vives asustada diciendo: ‘Madre mía, nadie me volverá a llamar’. Es una psicosis que nunca podrás quitarte de la cabeza porque, al final, ser actor es un mundo muy complicado.

—Pues no te queda nada, ¿no?

—Ya, y eso que solo, como aquel que dice, acabo de empezar. O así es como me siento yo, como si acabara de empezar realmente.

—Lo que está claro es que eres una de las favoritas para las series de época. Ya llevas unas cuantas.

—Sí, y a mí me encantan, me parecen muy divertidas. Esta es la segunda serie de época que hago con Bambú Producciones, porque hice primero Velvet Colección, que creo que a mí me tocaba ya en los años sesenta... Había una época que no había tratado, y ahora esta serie de repente me da la oportunidad de meterme en el año 1922. Estas series me parecen especiales, creo que de niña este era mi sueño, ¿sabes? Era una de las cosas que a mí me motivaba mucho para ser actriz, el ver las pelis de época me encantaba. Y mira, pues aquí estamos.

—Tu personaje, Ana, y tú, creéis en la unión de las mujeres. ¿Es más necesario que nunca con todos los casos que trascienden de maltratos, abusos o agresiones sexuales? Se habló mucho de esto a raíz del caso Alves.

—La unión entre las mujeres hace la fuerza, y al final alzar la voz y reivindicar lo que consideras que no se está haciendo bien es necesario, y más cuando hay cosas que son evidentes. Ya no entro únicamente a cuestionar el caso de Alves. A mí personalmente me parece, y no he dicho nada al respecto, va a ser la primera vez que me pronuncie sobre eso, una vergüenza. Cuando hay una víctima que al final ha dado la misma declaración continuamente y hay un acusado que cambia hasta en seis, o no sé en cuántas ocasiones llegó a cambiar el alegato... Y siempre diciendo una cosa diferente: «No, es que no quería que me pillaran porque soy un infiel», «no, es que no quería que no sé qué y que no sé cuánto». La presunción de inocencia existe, y ahora mismo no es culpable, pero hay cosas ahí que no están claras. Y también te paras un poco a pensar que cuando uno tiene privilegios, tiene privilegios. Y hasta aquí voy a decir, porque a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Juan Naharro Giménez

—Nunca has tenido problemas a la hora de hablar claro y mojarte.

—Yo intento siempre explicarme bien y que las cosas queden bastante claras. Hay temas en los que prefiero no entrar o no hablar, a lo mejor incluso a veces por desconocimiento, porque realmente no es algo de lo que esté bien informada, y entonces no quiero decir unas palabras que no sean coherentes y que no tengan sentido. Y luego, por otro lado, yo tampoco es que quiera estar agradando al público, yo defiendo mis ideales, pero hay temas que prefiero no tratar y que se queden un poquito más en la intimidad. Pero bueno, yo creo que si lees un poco entre líneas puedes saber muchas cosas de mí, de mi pensamiento.

—Algunas veces sí, pero otras van más allá y hasta se ponen en tu lugar. Pasó hace poco, el día que coincidiste con Juan Betancourt [su expareja] y los medios allí presentes interpretaron incomodidad en tu cara. Te molestó.

—Sí, lo interpretaron, pero la persona que estaba allí e hizo ese vídeo estaba siendo superconsciente de lo que estaba haciendo. Mi cara es por esa persona. Yo la vi hacer zoom para intentar generar polémica y buscar algo que no estaba ocurriendo con mi expareja. Pero es que además lo que dije el día de la premier, que me preguntaron muchos compañeros tuyos, es que a mí lo que me da pena es tener que estar hablando de una cosa de la que yo no debería estar hablando, porque era el estreno de mi serie. Yo llevo trabajando 17 años como actriz, y eso es lo más importante. Entiendo que todo forma parte de esto, y lo respeto, y yo nunca me he ocultado, si he tenido una pareja la enseño; ser feliz y estar enamorada es una cosa preciosa, no hay nada que esconder. A mí no me persiguen los paparazis, y si me sacan algo, como digo, no vivo enfadada con la prensa, todo lo contrario. A mí siempre me habéis cuidado mucho, me habéis tratado genial, pero eso me pareció muy bajo por parte de esa persona que hizo ese vídeo y generó una noticia que no era cierta.

—Como acabas de decir, hace 17 años que empezaste en «Física o química». ¿Cuál es tu percepción del paso del tiempo a tus 33 años? ¿Cómo te hace sentir?

—En verdad van a ser 18 años, que es peor [se ríe]. Y te prometo que no entiendo nada. No sé en qué momento han pasado 18 años, y además lo que es increíble es que la serie siga estando tan presente. Me declaro fan absoluta de la nueva generación y de los chicos, del producto que han conseguido hacer. Pero lo que me parece increíble es lo presente que tiene la gente a la generación antigua.

—¿Qué ha cambiado de ti desde entonces?

—Pues mira, yo que sé. Supongo que hay muchas cosas que uno cambia, pero porque entiendo que la vida te hace cambiar y que te lleva a un montón de lugares. Creo que me siento un poco la misma, aunque no puedo decir que lo sea. Y menos mal, porque me he convertido en una mujer adulta, funcional y con las cosas muy claras. Pero yo creo que en lo que he cambiado es simplemente en la madurez. Antes era una niña y ahora soy una mujer.

—Después de casi 20 años en esto, viviste el antes y el después de los rodajes en cuanto a las escenas sexuales. Hoy tenéis coordinadores de intimidad, ¿lo notaste?

—A mí siempre me incomodó mucho rodar estas escenas, pero también tengo que reconocerte que a lo mejor es un poco como lo he vivido yo y es mi percepción, que no tiene por qué ser la del resto de compañeras y de compañeros. Cada uno tendrá su propia historia y su vivencia, pero yo siempre he tenido la sensación de que se me ha cuidado mucho. Sí que hubo un feo una vez a una compañera muy en concreto, porque la engañaron un poco, le dijeron que no se le iba a ver el pecho y se le acabó viendo, pero yo siempre me he sentido muy cómoda. Cuando hacía Física o Química vivíamos en una burbuja de amor donde nos enseñaban cuál era este oficio. Con La catedral del mar he tenido escenas sexuales más tórridas, pero también se me cuidó muchísimo y el equipo era maravilloso. Y luego, es que yo también tengo una manera de ver las cosas o una visión en ese sentido... Nunca he tenido conflictos con los desnudos, pero no me gustan las escenas sexuales, me dan una pereza que alucinas. Me parecen a veces innecesarias por completo, pero tampoco he tenido conflicto con ellas. De hecho, es que yo soy partidaria de que cuanto antes y mejor lo hagamos, antes acabamos con esta tortura.

—Nada que ver con el resultado que vemos después en pantalla. ¿Te impones llegado el momento?

—Yo con el carácter que tengo y siendo la persona que soy, de repente se habla una cosa y llegan y se cambia, y a lo mejor cojo y digo: «No, no, esto no me lo cambias». Tengo esa facilidad para confrontar algo que no quiero hacer, y siempre he intentado tener reuniones previas, de subir a dirección y decir: «Tengo esta escena y me preocupa». Yo siempre pido que se me cuente cómo se van a rodar las escenas sexuales. Las figuras que existen ahora de coordinación de intimidad me parecen necesarias, por si hay gente que no tiene esa facilidad que tengo yo para confrontarlo.

—Alguna vez dijiste que los rodajes son como un «Gran Hermano», ¿pero qué tal llevas esta vida de proyectos, presentaciones y noches de hotel muchas veces lejos de la familia, de la pareja o de los amigos? Es decir, ¿de la realidad?

—Es que es mi forma de vivir, y a mí lo que me ocurre es que yo me vuelvo loca precisamente cuando eso no pasa. Sé que es algo temporal, que la promo, la gira o el rodaje de cuatro meses en Gran Canaria se van a terminar y después voy a volver a mi casa. Yo es que lo disfruto mucho, pero también llevo desde los 16 años, no he trabajado de otra cosa en mi vida. No sé si una oficina sería para mí.

—Esto te viene por tu madre, que hacía teatro de forma aficionada.

—Sí, yo veía mucho a mi madre y luego veíamos mucho teatro y mucho cine también en casa. Yo creo que la vocación me vino de verlo desde muy pequeñita, de tenerlo ahí en casa. No había ningún actor en mi familia, y menos a nivel profesional... Y la fama con el tema de Física o química era supernueva para nosotros, aunque uno al final acaba asentando las cosas. Mi madre no se pierde un capítulo de nada, todo lo ve.

—En tu Instagram avisas: «Mis redes no me definen». ¿Por qué, recibes mucho “hate”?»

—No, no recibo nada de hate. Eso viene a que la gente supone cosas de ti que no son ciertas, se hacen una idea de quién eres o de cómo eres porque ven tres fotos. Esto me pasó por una cosa que nunca la conté, es la primera vez que voy a hacerlo. Yo me acuerdo de que estaba soltera y tuve una cita con un tipo. Y cuando llegué, el tipo se estaba mirando mi Instagram entero y leyendo mi Wikipedia. Entonces, empezó a darme un poco de... fue la primera y la última cita que tuve con él, también te digo. Empezó a sorprenderse mucho de ver a una persona muy distinta a lo mejor de lo que yo podía estar reflejando en las redes sociales, como que él se pensaba que se iba a sentar con una muchacha así un poco ñoña, o un estilo de mujer que no le atraía en absoluto. Y de repente se sentó conmigo, que soy todo tralla, todo energía... Y me dijo: «¿No crees que estás dando una imagen por tus redes sociales de alguien que no eres?». Y le dije: «Bueno, es que mis redes sociales no me definen como persona», y por ahí vino. Aunque, obviamente, hay algunas cosas que sí que tienen que ver conmigo.

—Todos tenemos una imagen de ti, por lo que al final es un poco convivir con tu propio personaje, ¿vives entonces en un desdoblamiento entre lo que eres tú de verdad y lo que los demás creen que eres?

—Yo no le doy mucha importancia, de hecho me gusta más que la gente haya pensado que soy de una manera y luego vea que soy de otra. La gran mayoría de las veces entiendo que ha sido mucho más agradable descubrir quién soy yo realmente que desagradable, ¿sabes? Porque bueno, mi chico, que no es actor ni un personaje público, que se dedica a la industria pero detrás de la cámara, según nos fuimos conociendo, llevábamos trabajando juntos seis meses y habíamos coincidido en muchísimos otros rodajes, pero nunca me había tratado íntimamente, y de repente él me dijo: «Yo no te esperaba para nada así». Es que se hace todo el rato una imagen de una actriz, de una tía que lleva desde los 16 años en esto, ¿y cómo se va a fijar en un chico cámara? Pues sí. Yo digo: «¿Y tú qué te piensas, que yo me levanto y hay caviar en mi casa? Es que soy una chica más. Que entiendo que hay una cosa que no es normal, que es anormal, que es que la gente te conozca o que trabajes a lo mejor en temas publicitarios y en cosas así, que vayas a hacer series... eso es una cosa anormal. Pero luego yo, en mi día a día, soy una persona más. De hecho, a mí me ha generado siempre mucho rechazo la expresión «soy una persona normal». Siempre pienso: ‘¿Y qué pasa, que los demás no son normales?’.

—A ti que te gusta comer [tiene un perfil gastronómico con una amiga], ¿has probado la gastronomía gallega?

—Sí, he comido, pero muy poco. Quiero ir más ahí. Lo estuve mirando para Semana Santa, pero es que cualquier alojamiento que tiene un fin de semana un precio normal, esos días se triplica, y no me da la gana. Pero estuve allí cuando presentamos en Noia La Favorita, y nos llevaron a comer a un sitio que ahora no recuerdo su nombre, pero comimos que se te va la olla. En Lugo y en Vigo, que también he estado alguna vez, lo mismo. Quiero volver porque quiero conocer aquello muchísimo más. Y estuve rodando en Coruña. Las playas que vi, los sitios donde estuve... es que todo me parecía increíble. Galicia la tengo como pendiente.