Rebeca Medina, coordinadora de intimidad: «A los actores les digo: 'Si te gusta alguien, espérate a que haya pasado un mes del rodaje'»

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Ella es quien se encarga en los rodajes de las escenas sexuales, de proteger a los actores, garantizar que estén cómodos y que se cumplan sus límites. «Cuando hay una reacción corporal, como una erección involuntaria, lo primero es tranquilizar al intérprete», dice
08 abr 2025 . Actualizado a las 10:23 h.Trabaja con materia altamente sensible, la intimidad de los intérpretes, que ya no queda a merced del director de turno. Cada práctica, caricia, límite, complejo o incomodidad se negocia previamente a través del coordinador de intimidad, figura indispensable en tiempos que ya no admiten que esas escenas se rueden con el gentío que históricamente las presenciaba, saltándose en su contenido todo tipo de acuerdo, cuidado y consentimiento. «Esas escenas en principio eran cerradas, y de repente veías que ya empezaba a aparecer gente que nunca había estado», indica la también coach actoral Rebeca Medina que, entre otros muchos proyectos, viene de coordinar las escenas sexuales de Física o Química: La nueva generación, y aclara: «Nosotros hacemos ficción, no porno».
—¿Cuáles son las funciones de una coordinadora de intimidad en un rodaje? ¿Las mujeres sois mayoría?
—Sí, la grandísima mayoría somos mujeres. Tenemos cinco funciones principales. Una es proteger, garantizar el entorno de seguridad de los intérpretes. También servir como enlace a la hora de negociar entre los actores y la producción. Luego, facilitamos una comunicación muy clara y fijamos el consentimiento y los límites entre los intérpretes. Es decir, que una vez que ya hemos hablado con los directores sobre su visión creativa y hablamos por separado con cada zona, abrimos una vía de comunicación entre ellos para que cuando vayamos a los ensayos o al set, si la escena no es complicada, que sepan directamente cuáles son los límites de antemano de su compañero o su compañera. Y, por último, garantizamos el cumplimiento de todos los protocolos de seguridad, como es que sea un espacio cerrado, y el cumplimiento de los parámetros de la dignidad y las reglas físicas.
—¿Los actores ahora, al sentirse más protegidos, se sueltan más?
—Exactamente, porque realizan su trabajo con más confianza, más relajados y, al final, más disponibles a la hora de hacer trabajos más atrevidos. Lo que ocurría era que esto no se hablaba, y a veces llegabas al set y ya te encontrabas un poco la sorpresa de la visión creativa del director. A veces era algo de no exponer mucho al actor o a la actriz en términos de desnudo, o de posiciones, o de contenido de sexo simulado, pero otras los pillabas totalmente por sorpresa y con una escena de intimidad muy larga, con muchas repeticiones. Entonces claro, al actor o a la actriz, si tú no les das esa información que hace falta para dar el consentimiento, pues de primeras puede decir: «Mira, yo llego hasta aquí». Ahora esto no ocurre, porque llevas todo muy hablado, por lo que al llegar ocurre lo que se ha pactado.
—Aunque todo esté hablado y pactado, hay cosas que se escapan del guion. ¿Cómo actuáis ante una reacción corporal involuntaria?
—Lo primero es tranquilizar al actor o a la actriz, porque no olvidemos que al igual que una persona con pene puede tener una erección involuntaria, un aumento del flujo sanguíneo en los músculos pélvicos puede dar lugar a una lubricación vaginal. Entonces, lo primero es decirles que eso puede ocurrir y que no se preocupen. Ponemos unas barreras de protección para intentar minimizar el roce, como coquillas o prendas de intimidad que se utilizan para asegurar que el área genital esté cubierta, porque lo que no vayamos a mostrar en pantalla no tiene por qué estar descubierto en el set. Así reducimos la posibilidad de que ocurran reacciones inesperadas.
—¿Todas las barreras son físicas?
—Dentro del set hay otro tipo de cosas, como por ejemplo, pactar una palabra de seguridad o un gesto. Entonces, si en un momento dado ocurre que te descentras o te sientes abrumada o abrumado por la situación, me miras y, automáticamente, sales conmigo del set. Ese intérprete se toma cinco minutos y después volvemos a trabajar. Y no tiene por qué dar ningún tipo de explicación. En cuanto a las físicas, hay barreras internas, las que van dentro de las prendas de intimidad para evitar el contacto; y externas, para que no se toquen las pelvis. Después, está el tipo de ángulo y de sexo simulado, por ejemplo, si es sexo oral se utiliza una barrera física, si es de coito otra... Sin olvidarse del mundo de la coreografía y la alineación.
—¿Para que parezca que se toca algo que en realidad no se está tocando?
—A esto se le llama enmascaramiento. Utilizamos técnicas para intercalar el cuerpo, para que las dos pelvis no estén en realidad juntas. Con el alineamiento conseguimos que, si tienes una relación simulada, la cámara pueda estar detrás de la espalda de uno de los actores, por ejemplo, y que no se aprecie el contacto físico. Puedes estar totalmente separado.
—Nicole Kidman confesó que en su última película, de alto contenido sexual, paró el rodaje para no tener más orgasmos. ¿La simulación puede generar deseo sexual real?
—Eso no es normal, porque para nosotros una pieza clave es que hacemos ficción, no porno. Partimos de la base de que somos profesionales y estamos representando tener un orgasmo que no se está sintiendo en la vida real.
—Salvo que se enamoren los actores y las escenas sean cada vez menos simuladas, que también ocurre mucho. ¿Cuando es así os dais cuenta?
—Sin ir más lejos, en Física o Química trabajé con una pareja muy joven, que eran pareja en la vida real. Entonces, lo primero que hago es decirles que vamos a cuidar su relación, es decir, que si hay algo dentro de su vida sexual y romántica que hagan no necesito que me lo digan, pero les digo que lo piensen para conservarlo y no utilizarlo en sus personajes. Y si hay material confidencial, ya no se lo paso al director. Luego, a mí no me ha ocurrido, pero sé que ha habido parejas que dicen: «Somos pareja, no nos importa llegar a más». Claro, pero al resto del equipo sí, porque vuelvo a recordar, el resto del equipo técnico también tiene límites y no hemos dado nuestro consentimiento para trabajar en una película porno, sino en la ficción. No tengo por qué estar viendo una relación sexual.
—¿Esto ocurre en todas las edades o se emparejan más los jóvenes?
—Puede pasar en todas las edades, pero sobre todo cuando es gente más joven, les digo: «Mira, si te gusta alguien, espérate a tener esta relación cuando haya pasado un mes del rodaje». Porque te puedes sentir atraído por alguien, pero también te puedes confundir por lo que está ocurriendo en la ficción. Por eso, si quieres llegar a más, espérate, porque seguramente la realidad cambia totalmente.
—¿Qué pasa si los actores no quieren interpretar el tipo de encuentro que quiere el director?
—Para eso estamos los coordinadores, para que nos digan que no están de acuerdo con un contenido y cuáles son sus límites. Nos pueden pedir un doble de cuerpo para hacer algo en concreto, por ejemplo. Porque a lo mejor pueden haber tenido una mala experiencia en su vida personal, o un trauma, y no quieren ni verse representados. O simplemente, por sus valores, pueden no querer estar en ese tipo de escenas. Y ahí es cuando el director o directora tiene que modificar un poco el contenido. Lo que pasa es que también depende de la película, por ejemplo, en la serie de Nacho Vidal, en la que trabajé, ya sabes que va a haber violencia sexual. O si vas a hacer un casting para Rocco Siffredi, que era un porno hardcore, tienes que tener una coherencia del papel que estás tomando.
—¿Cómo es ese set cerrado en el que se ruedan las escenas de intimidad?
—Lo primero es que haya un equipo mínimo de personas donde no van a estar permitidos los teléfonos móviles u otros dispositivos personales, lo que garantiza que nadie pueda hacer una foto y eso se escape. No puede haber más gente, ni otros actores, que eso antes pasaba. Alguien decía: «Venga, que se mete mi amiga fulanita, u otra compañera actriz». Y no, solo pueden estar las personas esenciales para llevar a cabo la escena. Tampoco puede haber otro equipo técnico ni foto fija —los profesionales que hacen fotos durante las escenas— sin el consentimiento previo del artista.
—¿Pero antes había tanta gente e incluso se hacían fotos?
—Totalmente. De repente, aparecían a lo mejor directores de producción o productores ejecutivos que nunca habían estado. Y luego, si en un set cerrado hay una persona con un móvil, tú no puedes controlar eso. En el caso de la foto fija, solo puede ser con el consentimiento escrito del artista y de una manera controlada. Es decir, tiene que ser antes o después del rodaje y recreando la posición y la acción, pero no haciendo la acción.
—¿Te inclinaste hacia esto por malas experiencias previas como actriz?
—Para mí la coordinación de intimidad fue un camino que se abrió de manera natural. Me apareció la oportunidad en la primera serie que hizo Apple TV en España, Now and then. Surgió la necesidad de esta figura, que todavía no existía, y presentaron mi currículo. Me dieron una formación y después saqué la certificación oficial en Los Ángeles. Durante mi carrera sí que me han pasado cosas. Yo me acuerdo de cuando me tenía que enfrentar a este tipo de escenas, que muchas veces no se hablaban, y tú llegabas al set y no tenías ni idea de lo que iba a pasar. Y he llegado a una obra de teatro y de repente me han metido la lengua para un beso cuando no hacía falta.
—Hiciste de «coach» actoral en «El caso Asunta». ¿Para quién?
—Yo me dediqué al coaching de las niñas que hacían de Asunta, que eran menores. Había una niña de 7 años que recreaba la escena de una entrevista que les hacen en Santiago a Rosario y a su marido con la niña, que estaba saltando. Y luego hice el de todas las escenas de Asunta con 12 años. En los dos casos, las niñas que cogieron no eran actrices ni habían estado nunca en un set. Trabajamos toda la técnica, el funcionamiento del rodaje, la voz... Y las diferentes energías, como en la parte en la que a Asunta ya le están suministrando lorazepam, o cuando se está durmiendo en clase cuando ella era una niña muy viva, muy activa y con altas capacidades. Había que entrenar para que vieran que, aunque estuviésemos en una situación dramática, tenían que proyectar que estaban contentas.