Aunque la oportunidad le llegó a una edad que no se lo esperaba, Lorena Green Vázquez no tiene reparo en confesar que le «gustan las cámaras» y se lo pasa bien
11 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Llama la atención. Es una mujer que no deja indiferente. «Mi madre era así. Y mi abuela de Londres, también. Esa impronta, digamos, la tienes o no la tienes», reflexiona Lorena Green Vázquez. A sus 58 años, está haciendo sus primeros pinitos como modelo. «Nunca imaginé que la madurez me iba a traer esta sorpresa. Firmé con una agencia de modelos de Barcelona, pero les pedí tener libertad para coger trabajos en Galicia. No pretendo ser influencer ni nada de eso. Solo quiero disfrutar de esta inesperada etapa», asegura mientras busca en una bolsa un ejemplar de la edición de Vogue Turquía donde aparecen varias fotografías suyas. También protagoniza una campaña de Rectoral de Amandi y otras de la Xunta de Galicia «que van a salir ahora», anuncia. «La publicidad siempre parece enfocada a la juventud y ahora se apuesta por tallas reales. La verdad, ser modelo con 58 años es una pasada y un honor», sentencia a la vez que confiesa que en esta aventura profesional ha contado con la ayuda y el apoyo de Belén Correa de Galicia de Moda.
Dice que hace 20 años dejó de ser esclava del tinte. «Ahora se lleva, pero entonces éramos muy pocas las que renunciamos a la esclavitud de teñirnos las canas. A los hombres siempre se dice que les favorece y a nosotras ¿por qué no? En cualquier caso, el pelo blanco hay que cuidarlo, es otro tipo de esclavitud. En verano voy con pamela porque si le da mucho el sol, amarillea», explica. Su padre era inglés y su madre coruñesa. Nació en Inglaterra y cuando se vino para España le llamaban la inglesa. Tiene dos hijos de 24 y 22 años que alucinan con esta faceta de su progenitora. «Siempre estamos de broma. Si nos hacemos una foto, yo les digo que me debo a mi público y que no puedo jugar con mi imagen», apunta sonriente. Es una mujer un tanto intrigante. Una caja de sorpresas con el pelo blanco. Si fuese a uno de esos programas de televisión en el que los concursantes tienen que adivinar la edad de un personaje, con Lorena no ganaría un euro nadie. «Todo lo que tengo es natural y me cuido. Hace años fui gordita y llegué a los 100 kilos. Sé lo que se siente. No bebo alcohol, procuro no tomar dulce, voy al gimnasio y tengo entrenador personal. Como de todo, pero no grandes cantidades», confiesa.
CLASES DE CALCETA
Además de la familia, las que más la vacilan con el tema de su aventura como modelo son sus compañeras de ganchillo y calceta. «Me animan mucho. Me encanta coser y de hecho me hago yo los trajes para ir a las bodas. Aunque me encantaría posar para algún diseñador importante de aquí. Creo que soy supercamaleónica», apunta. Viste siempre con colores y nunca lleva «nada negro. No cambio de talla desde hace 25 años. Soy una loca de la moda. Si me gusta, me los cuelgo, me lo pego o me lo pongo», asegura esta mujer que tiene claro que no cambiaría su pelo para una sesión de fotos. «Cortármelo no me importaría, pero teñirlo, no. Represento a un target de la población determinado», afirma esta gallega que debutó como modelo con 58 años y ya sale hasta en el Vogue. «Lo que quiero es posar. Me gustan las cámaras y me lo paso bien. Pero no le digo a nadie que salgo en un anuncio determinado ni me apetece verme en las redes sociales. Es un hobby que me llega a una edad a la que ya no esperas este tipo de cosas. Me gusta verme en las fotos, no lo niego, pero no me subió el ego ni nada parecido», analiza. Lo que está claro es que le encantan los complementos, los collares, los bolsos... «Es evidente que no soy minimalista», sentencia, mientras me muestra los vistosos colgantes que lleva al cuello. Una gallega singular que ahora se acostumbró a ser requerida para posar. Quién sabe hasta dónde llegará. Ella se lo toma, ante todo, con buen humor.