
El vigués, nuevo presidente del Comité Técnico de Árbitros, y abogado de profesión, destaca por su talante conciliador y por su capacidad organizativa
03 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Entró por la puerta del colegio de árbitros diciendo que quería sera árbitro, hizo el cursillo y ya veíamos que era muy bueno haciendo los exámenes teóricos», recuerda Fernando Iglesias, entonces Delegado de árbitros en Vigo, del primer día Francisco Soto Balirac (Vigo, 1980). Era el año 2002 y veintitrés después, aquel joven se convirtió en el nuevo presidente del Comité Técnico de Árbitros de la Real Federación Española de Fútbol.
A lo largo de este tiempo, su carrera en el estamento arbitral, tanto como colegiado (llegó hasta Preferente) como en la dirección del colegio de árbitros vigués, ha estado marcada por el diálogo y su buen talante, dos aspectos que ahora deben ser fundamentales en un cargo repleto de retos. Su formación es otro aval: licenciado en Derecho, era socio de cuota, con más de 20 años de experiencia, en el despacho de Garrigues en Vigo, donde coincidió con Antonio Chaves (exdirector general del Celta), es especialista en asesoramiento tributario y en temas fiscales y también profesor en el doble grado de Derecho y ADE en la Universidad de Vigo.
Fran Soto, como lo conocen en el mundo arbitral, llegó al estamento a los 22 años, pasando por Tercera Autonómica, Segunda Autonómica, Primera Autonómica, Preferente (8 temporadas), asistente en la vieja 2ª B, y en fútbol base. Se retiró en el 2015. En uno de sus últimos partidos, en Preferente, el vigués se rompió el radio en una caída y terminó el encuentro con el brazo roto. Un síntoma de su amor por el arbitraje.
«Era un árbitro con mano izquierda, hablando con jugadores. Su gran arma era el diálogo», comenta su primer jefe en el mundo arbitral. Iglesias añade que «en el campo era bueno, dejaba jugar, controlaba los partidos, no se le ponían difíciles, no sacaba muchas tarjetas y era muy difícil que no finalizasen los dos equipos contentos». Algunos lo comparan, a escala, con el talante de Mateu Lahoz.
Nada más aparcar el silbato, Soto Badiac, entró en la Junta de Gobierno del Comité Gallego de Árbitros de Fútbol y en el 2020 se convirtió en el delegado arbitral el Vigo. Quienes trabajaron de cerca con él en este lustro añaden al diálogo, su talante y el trabajo en equipo, además de su cercanía. «Por su perfil profesional, su forma de llevar el colectivo era muy diplomática y trabajaba mano a mano con la Federación», dice de él un colegiado en activo.
«Por su trabajo en Garrigues, tiene un perfil técnico muy bueno sabiendo dirigir y organizar. Después, tiene un buen trato con la gente y toreaba bien los problemas arbitrales de los clubes al escucharlos e intentar buscar soluciones», añade sobre su gestión al frente de los árbitros vigueses Borja Arca, el delegado de la RFGF en Vigo.
Además, durante su gestión, consiguió dar un impulso a la delegación viguesa, que pasó de 150 a 200 colegiados, todos ellos en sintonía con su presidente como demuestra que la inmensa mayoría estuvo presente en una cena de fin de temporada dos semanas atrás. Aquel día no hubo anuncio de su adiós, de hecho, todavía no se ha despedido de los colegiados vigueses, pero en el ágape estuvo presente Rafael Louzán, algo poco habitual.
Desde su puesto en Vigo siempre mantuvo una buena relación con el presidente de la RFEF, con quien tiene buen trato personal, fue de su mano desde el principio, incluso ejerció como su abogado y finalmente ha sido el elegido para dar paso a una nueva etapa que borre de un plumazo la época anterior en el CTA. «Fue un hombre que siempre nos gustó», dicen en el cuerpo arbitral. El reto es que ahora le guste al fútbol español.