Tuvalu, el país de Oceanía descubierto por un berciano cuyos habitantes tienen que emigrar por la subida del nivel del mar

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

Funafuti, el atolón más poblado de Tuvalu
Funafuti, el atolón más poblado de Tuvalu Kirsty Needham | REUTERS

El territorio cartografiado por Álvaro de Mendaña será el primer país en desaparecer bajo las aguas. 280 ciudadanos ya han obtenido en un sorteo el visado de refugiados climáticos para Australia

24 ago 2025 . Actualizado a las 12:51 h.

El 16 de enero de 1568, un «gallego» fue el descubridor —para la perspectiva europea— de unos pequeños atolones habitados en pleno océano Pacífico. A uno la cartografió como Isla de Jesús; a otro, en un segundo viaje en 1595, la identificó como La Solitaria. Pero las islas que el berciano Álvaro de Mendaña —fue identificado como gallego en las crónicas durante más de cien años, aunque era de Bembibre— puso en el mapamundi en la época de los grandes navegantes de la época tienen los días contados. Nui y Niulakita, como se llamaban las islas en el idioma local, y el resto de atolones que conforman el país de Tuvalu serán las primeras víctimas de la subida del nivel del mar debido al cambio climático.

La nación de 25 kilómetros cuadrados repartidos en nueve atolones y decenas de diminutas islas de coral, que logró la independencia del Reino Unido en 1988, es, con sus 10.000 habitantes, el segundo país menos poblado del mundo después del Vaticano, y también el menos visitado. Y lo será mucho menos, ya que incluso sus habitantes están preparando un éxodo sin prisa pero sin pausa, tras el reconocimiento de los locales como los primeros refugiados climáticos víctimas del calentamiento global.

La desaparición progresiva del país era algo bien sabido desde hace tiempo. En el 2001 se dio el primer aviso, cuando su capital quedó totalmente cubierta por el mar, y en el 2002, un informe oficial ya lo catalogaba por el primer espacio físico habitado que desaparecería del mapa. En el 2007, el primer ministro de entonces, Apisai Lelemia, contaba cómo era la vida en primera persona. «Los ancianos han notado los cambios: algunas playas han desaparecido, los islotes están siendo cubiertos por el océano y los cultivos mueren por el agua salada», escribió en la revista Crónica ONU. En las últimas tres décadas, el nivel del mar ha aumentado 15 centímetros, y la mitad de Funafuti estará sumergida en 2050 y en 2100 será ya el 90%..

La salida a sus 11.204 habitantes les ha venido de la mano de un acuerdo con Australia en el 2023, el Tratado de la Unión Falepili Australia-Tuvalu, que pretende una migración planificada y digna para los tuvaluanos. Podrán residir, trabajar y estudiar en Australia y, además, tendrán acceso completo a la sanidad y la educación. Pero la selección de los migrantes se hará poco a poco, y por un procedimiento poco usual: una lotería, que ya ha celebrado sus primeros sorteos.

Feleti Penitala Teo, primer ministro de Tuvalu, en una sesión plenaria de la ONU
Feleti Penitala Teo, primer ministro de Tuvalu, en una sesión plenaria de la ONU Manon Cruz | REUTERS

«¡Ya se ha realizado el sorteo y se notificó a los seleccionados!», apuntó en Facebook el Alto Comisionado de Australia en Tuvalu para anunciar los primeros 280 ciudadanos de la nación insular que han obtenido el visado de refugiado climático.

Fueron muchos los solicitantes, un total de 8.750 que suponen más del 82 % de la población. «Debido a la cantidad limitada de visas disponible, no todos pueden obtener una. Es normal sentirse decepcionado si no resulta seleccionado. No se preocupe, la votación se realizará nuevamente el próximo año y durante muchos años más», remarcó el organismo australiano.

A este ritmo, todos los que han solicitado la reubicación lograrán su objetivo en poco más de 30 años, antes de que, a finales de siglo, el país sea completamente inhabitable.

En todo caso, y dado el funesto futuro que le espera al país desde la perspectiva física y geográfica, el Gobierno ya ha decidido mantener su nación a través de una copia exacta de sí mismos en el hiperespacio, una nación digital clonada, que, durante unos años, todavía convivirá con la real.