35.000

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO CIUDAD

07 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

l igual que en el desierto egipcio de vez en cuando se descubre una tumba faraónica, y el mundo abre la boca de asombro porque los hallazgos de esa civilización milenaria parecen infinitos, en el Santiago oculto ocurre algo parecido y de tarde en tarde surge la sorpresa, y muchos o pocos se preguntan, meneando incrédulos la cabeza, cuánto más hay escondido por ahí adelante.

El último descubrimiento no fue en absoluto pequeño: nada menos que 35.000 negativos fotográficos recuperados gracias al buen hacer de los trabajadores del Arquivo Diocesano, que debe de ser el baúl del pirata (con perdón) donde resulta posible encontrar de todo. Pero hay que destacar también, y con letras grandes, el esfuerzo que en su momento acometió un hasta ahora ignorado sacerdote de nombre Salvador Ares Espada, que medio siglo atrás empezó a disparar su cámara, y lo hizo nada menos que esas 35.000 veces (como mínimo). Y además, documentando las imágenes. Por cierto, que Salvador Ares es otro ejemplo más de los curas cultos que siempre ha tenido Santiago en mayor proporción que muchas, muchísimas, otras diócesis.

La pregunta es cuántos tesoros más esperan el momento de salir a la luz desde algún rincón no solo del Arquivo Diocesano (seguro que otro aparecerá), sino en cajones de familias de raigambre compostelana y en desvanes. Y luego ampliemos el espacio y miremos en los cajones y los desvanes de las viviendas tradicionales del mundo rural: todo un mundo por descubrir, la historia propia, el reencuentro con el pasado. Que es justo lo que sintió Ana Manteiga, una mujer que había sido retratada por aquel cura viajero cuando todavía era una cría (preciosa, por cierto) en su Frades natal.