De ganadera a modista: «O destino quixo que cambiase de traballo»

Uxía López Rodríguez
Uxía López ROIS / LA VOZ

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Celia Villar, de Rois, cumplió su sueño de ser costurera, y es de las pocas que quedan

16 jun 2025 . Actualizado a las 21:49 h.

De ganadera a modista: «O destino buscoume para que cambiase de profesión», asegura Celia Villar Neo, vecina de 51 años de Vilar de Castro, en el municipio de Rois, que añade que «creo que eu xa nacín coa paixón pola costura». Tras vender en 2020 la explotación ganadera que tenía, Celia Villar empezó en una profesión a la que «nunca lle perdín o fío», afirma. Primero la llamaron para hacer sustitución en un taller de Santiago y después, a raíz del fallecimiento de una modista de Urdilde, montó el taller en su casa, en buena medida con máquinas, telas, hilos y complementos ofrecidos por la familia de la profesional difunta.

Desde entonces, su trabajo ha ido a más porque la vecina de Vilar de Castro cree que «serei das poucas modistas que quedan», a lo que añade que «hai xente que lle gusta ter a roupa feita a medida» y de ahí que prefieran ir a la costurera antes que a la tienda.

A la vez que se encargaba de la explotación ganadera, en la que Celia Villar asegura que «fun moi feliz coidando as vacas», tenía la costura como una afición. Con 14 años fue aprender el oficio con dos costureras de la parroquia de Herbogo, Dolores y Mari, que le enseñaron patronaje, corte y confección. «Xa ía con ilusión e gañas e, a partir de aí, empecei a facer cousas e cada día que pasaba metíame a facer máis», hasta convertir la afición en profesión.

Pero antes de los 14, Celia tiene recuerdos con 8 años calcetando con dos varillas de paraguas y ya soñaba con la costura. «Estou moi contenta e ilusionada co traballo que realizo e son feliz ao ver á xente que marcha satisfeita co que me pide. Supoño que tamén terei erros, pero a inmensa maioría marchan moi contentos, senón non tería a clientela que teño», explica la modista.

Entre esos clientes, de aldea y de ciudad, están los que acuden para arreglos de ropa, para rescatar o transformar prendas antiguas, pero también «xente do espectáculo, do cine e da televisión», afirma, sin contar alumnos de Diseño de la escuela Mestre Mateo, a los que asesora en su proyecto final. También confeccionó los trajes de la Escuela de Danza de Navarra.

Vivir y trabajar desde la aldea no es un problema para tener clientela en su profesión pese a que, en un principio, la modista creyó que «si que me podía condicionar, pero non. O certo é que nunca pensei que o meu traballo no mundo da costura tivera a saída que está tendo e menos na aldea», de modo que en primavera y verano, que es la época alta, tiene jornadas intensas de 16 y 19 horas de trabajo. «Agora mesmo teño moito traballo; fáltanlle horas aos meus días», asegura la mujer trabajadora y autónoma.

Esa pasión por la costura se la transmitió a sus hijas, de modo que la mayor ya estudió Diseño, ahora está con Patronaje Industrial y a la más joven también le tira la moda, aunque curse otro tipo de estudios. «As fillas aportan moito», asegura la madre.