
Celia, Begoña y Manuela toman el relevo de tres vecinos para portar con orgullo y sentimiento las mazas y el tambor
26 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Encantadas», «orgullosas» y «con moita ilusión». Así se sienten Celia Losada, de 44 años; Manuela Sanmarco, de 41 y Begoña Gándara, de 54, al vestir las ropas y portar las mazas del Concello de Padrón. Lo hicieron por primera vez en la Semana Santa del 2024 y este año repitieron, de modo que su presencia no pasa inadvertida en los actos en los que participa el Ayuntamiento, por ser mujeres y por sustituir a los tres vecinos que llevaban muchos años portando las dos mazas y el tambor. «Vivímolo dende dentro, con sentimento, porque é un orgullo e unha honra defender un privilexio real que se lle concedeu á vila de Padrón e que se mantén no tempo», resume Celia Losada la opinión de las tres vecinas. En el caso de Manuela Sanmarco, hay más emoción si cabe ya que su abuelo fue macero durante muchos años y habla de que es como «rendirlle unha homenaxe», más de cuarenta años después de su fallecimiento. «Ver as fotos del e ver agora as miñas si que me emociona», asegura la vecina de la calle Santiago. A ello Celia añade que también es homenajear a todos los maceros de la zona de A Trabanca y A Pedreira, de donde procedían muchos, junto con Extramundi. Por su parte, Begoña Gándara habla de que para ella es mantener una tradición «moi bonita» y añade que «parece mentira que a xente de aquí non valore isto». Cuentan que el año pasado, cuando vistieron las ropas por primera vez, «á xente chamoulle moito a atención vernos e tivemos moi boa acollida», algo que agradecen. «O certo é que foi un choque o feito de ser tres mulleres porque sempre foron homes», aseguran, salvo alguna excepción puntual de la participación de alguna otra vecina. En cuanto al atuendo, usan las mismas ropas que sus antecesores, salvo el calzado que el Concello tuvo que renovar por ser muy grande. «O gorro notamos que nos abanea un pouco, pero nada máis», explican. Los trajes son los mismos que se usan desde hace años y Manuela cree incluso que podría ser alguno de la época de su abuelo, con arreglos posteriores. «Nótase que as roupas teñen anos, pero aguantan», opinan las vecinas. También las mazas son antiguas y creen que no les sobra una pequeña restauración. En cuanto a la función de una macera, lo tienen claro: es un privilegio real concedido a la villa para «a defensa da corporación nos actos públicos», de modo que ellas la ejercen con mucha autoridad: «por favor, dejen paso a las autoridades», escenifica Celia. Las tres cuentan que disfrutan vistiendo las ropas de maceras y que, por ellas, lo seguirán haciendo mientras el Concello quiera. Mañana tienen la última salida de la Pascua, con el acto de la Irmandade de Fillos e Amigos de Padrón. Después volverán a salir en la festividad de San Xoán do Raio; de Corpus Christi; los días de Padrón en Santiago y en Rianxo y, por último, en la celebración de la Traslatio. «Pasámolo moi ben e facemos bo equipo», aseguran estas mujeres, para las que portar las mazas sigue siendo lo que creen que representó antiguamente: un honor y un orgullo porque, explican, «forma parte do noso Padrón e da nosa cultura».