El pequeño conjunto está unido por un sendero ascendente empedrado que hace despertar la envidia
16 nov 2025 . Actualizado a las 05:05 h.Suman legión los peregrinos del Camino Francés que al tener el albergue de Santa Irene a la vista, en el concello de O Pino, siguen directos hacia él apurando el paso y haciendo caso omiso de una señal que les invita a pasar por debajo de la carretera antes de alcanzar el edificio. Nadie podría decir que no hacen lo correcto, puesto que si siguen las señales se verán obligados a cruzar el asfalto un poco más adelante y con un elevado riesgo. Ya está tardando quien corresponda en abrir un túnel como se hizo en otros lugares cercanos. Pero eso es harina de otro costal. El caso es que al actuar así se pierden un pequeño conjunto con mucho encanto que forman fuente-altar, lavadero y ermita, unidos por un sendero ascendente empedrado que hace despertar la envidia.
La fuente presume de hornacina y de gran frontón superior coronado por cruz, aunque no puede esconder que tanto ella como el lavadero necesitan más mimos, muchos más, porque en Galicia la vegetación crece a ritmos agigantados e impide que luzcan con la belleza que desde luego poseen. Esa hornacina tenía una imagen de la santa, pero lamentablemente fue robada hace unos cuarenta años, y a ella se rezaba para que no hubiera pestes agrícolas. Se decía, y aún hay quien así lo considera —por suerte las tradiciones pasan de padres a hijos y pueden agonizar, pero no morir— que las aguas poseían propiedades curativas para las afecciones de la piel, lo cual las convierte en muy buenas para reducir o aliviar las ampollas o meras bambollas que les aparecen a muchos peregrinos.
La ermita es de mampostería que está a la vista. Muy sencilla y, por lo tanto, la fachada se enmarca en esa humildad, con su puerta rectangular, un vano encima de ella, un campanario con una sola campana y, claro, la cruz rematándola. Un muro que desempeña el papel de banco de piedra exterior se llena de peregrinos en los días de verano, deseosos de un poco de sombra.
El edificio es mayor de lo que parece, pero los árboles prácticamente impiden una visión completa de su única nave, con el presbiterio más alto, y todo ello obra del siglo
XVIII. ¿Bajo la advocación de quién está puesta esa ermita? Pues de San Pedro y este apóstol da nombre a la magnífica carballeira que se extiende desde allí mismo, un bosque precioso.
Un apunte final: como bien indica una mouteira jacobea colocada entre la fuente y la ermita, desde ahí faltan exactamente 22.771 metros para llegar a la plaza del Obradoiro. ¡Buen Camino!
COORDENADAS
42°55’39"N; 8°19’50"W