Fátima Granja: «Se ha despertado un interés increíble por la lengua de signos»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

BOQUEIXÓN

ICIAR PEREIRAS

Se ha avanzado en integración, pero hay una escasez importante de intérpretes, dice la presidenta del colectivo de personas sordas de Santiago

21 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

LA PROTAGONISTA. Fátima Granja (Boqueixón, 1993) es presidenta de la Asociación de Personas Sordas de Santiago de Compostela, una organización sin ánimo de lucro en la que trabaja como voluntaria. Es la segunda mujer que ocupa el cargo de esta entidad, que lleva más de cuatro décadas trabajando por la inclusión del colectivo.

Fátima Granja Fernández (Boqueixón, 1993) es la presidenta de la Asociación de Personas Sordas de Santiago, una entidad que actualmente engloba a unos 180 socios. La inclusión en los diferentes ámbitos —educativo, sanitario, laboral— ha mejorado de forma significativa en los últimos años pero todavía queda camino y barreras que derribar, «si una persona quiere hacer alguna gestión en una entidad pública, sin intérprete es complicado», cuenta Fátima.

Cada vez más sectores incorporan aplicaciones como SVisual, que a través de un ordenador permite contactar con un vídeo intérprete, pero en muchos otros la única opción es que el usuario vaya acompañado de alguien que realice esta tarea. «En el Sergas está implantado SVisual, pero en los centros de salud pequeños no, lo tenemos en la Guardia Civil, en el 016 —el teléfono de atención a la violencia de género— o para atender a personas con enfermedad mental, poco a poco se van ampliando pero todavía no está implantado en el cien por cien de entidades», señala Fátima. Las personas sordas son una comunidad muy unida y la asociación es precisamente un nexo más, «nuestros objetivo es que los miembros participen en diferentes actividades, interactuar entre nosotros y colaborar con otras entidades para tener una accesibilidad completa». Esta integración ha mejorado de forma considerable en los centros educativos y en general en la sociedad, aunque muchas veces «depende de la sensibilidad que tenga cada persona».

¿Y la inserción laboral? ¿Es sencilla? Fátima responde con rapidez: se ha avanzado mucho. «Ahora las personas sordas pueden encontrar de forma relativamente rápida un trabajo». La inclusión es mucho mayor que hace décadas y hay empresas, como Ilunion o Coregal, con una bolsa importante de empleo. Eso sí, los sectores son limitados, «operarios para almacén, limpieza, lavandería...». Otros nichos tienen muchas barreras para este colectivo «por lo que la persona al final acaba desistiendo». Es diferente, añade Granja, en aquellos casos en los que la discapacidad auditiva no es absoluta y puede solventarse con un audífono o un implante, «en ese caso sí podrían trabajar como dependientes, por ejemplo, pero una persona sorda al cien por cien tiene muy complicado encontrar trabajo en determinados servicios de atención al público».

Una de las formas de integrarse es que la sociedad conozca su lenguaje, un idioma que, aclara Fátima, no es universal sino que cada país tiene el suyo propio, como ocurre con las lenguas orales. Sí hay un Sistema de Signos Internacional (SSI), que sería el equitativo al inglés para comunicarse a nivel en contextos globales. Cada vez más usuarios se interesan por aprender el lenguaje de signos, bien por motivos personales o laborales, «la estadística ha aumentado considerablemente en los últimos años y se ha despertado un interés increíble en la gente por la lengua de signos», cuenta Fátima, que señala que una vez que se hace un curso, «se suelen hacer más».

Solo un grado en A Coruña

Y eso que ahora hay un problema muy importante de falta de intérpretes. Hace años había un ciclo superior de formación profesional en A Coruña, lo que permitía tener cada año una nueva promoción. Desde hace un tiempo la única formación oficial es un grado en Madrid, lo que complica mucho que lleguen profesionales a la comunidad gallega. La asociación compostelana, por ejemplo, solo tiene un intérprete, lo que limita la disponibilidad para realizar actividades o ayudar en trámites a los socios de la entidad.