Desconozco si, tras lo acontecido esta temporada, Antonio Agrasar se ha arrepentido de haber tomado la decisión, iniciada la 2022-23, de coger las riendas de la S.D. Compostela. Solo espero, por el bien del club y de la ciudad, que no se arrepienta y que no dé pasos en esa dirección. En el fondo, y aunque no puedo hablar más que por las vibraciones que me ha transmitido su personalidad en las ocasiones que he podido hablar con él sobre la ciudad, sobre su empresa y sobre la Esedé, estoy convencido de que no va a arrojar la toalla. Cualquiera que se encontrase en su misma posición lo haría. Pero esa no es su forma de ser. Motivos no le faltan y nadie se lo podría reprochar porque, hasta ahora, lo único que le ha reportado su aventura futbolística son disgustos económicos y deportivos. Económicos, porque es él —con el apoyo de una exigua masa social y de patrocinadores resistentes contra viento y marea—, quien mantiene el club a flote aportando dinero de su bolsillo. Y deportivos, porque ¡qué vamos a decir a estas alturas! Menudo drama. El Compos hundido en el abismo de la quinta categoría del fútbol español. No es Agrasar quien ha tomado las decisiones deportivas. Y no creo que se pueda echar la culpa del descenso a que no se hayan podido realizar determinados fichajes por motivos económicos. ¿O es que el Compos no tuvo en esta lamentable temporada una plantilla con capacidad suficiente, no ya para evitar el descenso sino para no pasar apuros e incluso para luchar por algo más? Habría que hablar del vestuario, pero eso ya es agua pasada. De lo único que se le puede culpar —y espero que no se arrepienta tampoco de eso— es de pensar que un empresario de éxito debe ser un presidente futbolero de éxito, y de resistir en el palco los insultos, injustificables contra cualquiera y en cualquier circunstancia, producto de la pasión y nada de la razón. Porque si Agrasar estuvo, está y estará ahí es por puro ánimo de aportar a la ciudad que ama. Ahora, partiendo prácticamente de cero, es el momento de iniciar un proyecto de largo plazo, de construir desde abajo, una vez que Agrasar pueda liberarse de la espada de Damocles-Quinteiro que aún mantiene atenazada su gestión. Esta ciudad necesita al Compos. Y todos somos un poco responsables de que haya caído tan bajo.