Si a un compostelano le piden que identifique Zas en un mapa mudo de la provincia, las posibilidades de que se equivoque parecen altas. Zas es un municipio que ha vivido del sector primario, y con un potencial histórico y arqueológico como la práctica totalidad de los concellos gallegos: gigantesco.
La suerte se alió con Zas porque el puente de Brandomil (romano según la creencia popular, faltaría más, aunque no lo sea) se levantó en lo que hoy es su territorio. Y más suerte aún porque hubo una coincidencia de voluntades para cuidarlo y promocionarlo. Sus alrededores fueron excavados y quedó al descubierto un largo trecho de un viejo camino, construido —este sí— sobre una base romana. Un impresionante castro del otro lado del río Xallas espera su turno.
Y todo eso se canalizó a través de la llamada Fundación Brandomil, que ha publicado un magnífico libro firmado por los arqueólogos Lino Gorgoso y Abel Vigo en el cual explican los esfuerzos, los proyectos y los logros. Una puesta al día necesaria y muy pertinente.
En este reino de Taifas que es Galicia y donde cada municipio tiene su propia estética a la hora de definir pueblos, aldeas y monumentos, el ejemplo de Zas-Brandomil arroja un rayo de esperanza. Pensar que varios concellos van a seguir sus pasos de manera coordinada es no conocer el carácter gallego, pero al menos que lo hagan cada uno a su ritmo siempre y cuando muestren lo que tienen, y, antes, que estudien, analicen, excaven si procede, señalicen y promocionen. Y si tienen dudas de cómo hacer todo eso, que vayan a la portuguesa Caminha y que allí se lo expliquen. Porque mientras no transiten por ese camino, los visitantes pararán el mínimo tiempo posible.