
Se trata de una estrategia que busca validar números activos para perfilar a futuras víctimas y ejecutar timos personalizados
20 jun 2025 . Actualizado a las 16:36 h.Es probable que le haya pasado: responder al teléfono y no escuchar nada al otro lado de la línea. Solo silencio. No una voz, ni un clic, ni una respuesta. Lo habitual es colgar, pero en eso cinco o diez segundos de llamada con un interlocutor que no habla, pueden ser el inicio de varias estafas.
La llamada silenciosa se ha convertido en una de las puntas de lanza de las redes de fraude telefónico cada vez más sofisticadas. Y lo que puede parecer un fallo es, en realidad, un anzuelo.
¿Qué buscan los ciberestafadores con una llamada muda? En muchos casos, el objetivo inmediato es muy simple: verificar que la línea está activa. En ocasiones, se trata de un sistema automático que lanza miles de llamadas a número generados de forma aleatoria, o extraídos de bases de datos antiguas.
Estos sistemas no están —normalmente— diseñados para hablar, sino para observar: si la llamada es contestada, si salta un buzón de voz, si el número está fuera de servicio, o si hay tono. Cuando alguien descuelga, aunque no diga nada, el sistema ya ha cumplido su objetivo principal: confirmar que ese número existe y que hay una persona detrás. Esta información, que puede parecer trivial, se convierte en un activo valioso, porque permite alimentar campañas posteriores de estafas más sofisticadas dirigidas a usuarios que han demostrado disponibilidad.
No todas las llamadas mudas son necesariamente una estafa, sino que en ocasiones tienen fines comerciales. El funcionamiento es similar: un sistema marca un número automáticamente y solo cuando el usuario contesta un operador coge la llamada. Las centralitas también utilizan el método del silencio para asegurarse de que un número efectivamente existe o para determinar la hora a la que solemos estar disponibles. Esta información llega luego a una base de datos para que diferentes compañías puedan llamarnos para ofrecernos servicios, sabiendo el momento del día en el que, con mayor probabilidad, les contestaremos.
El peligro de responder sí
En otros casos, las llamadas silenciosas están relacionadas con el conocido timo del «sí». Aquí el objetivo no es solo comprobar que hay un usuario al otro lado, sino grabar su voz. Tras un breve silencio, el sistema puede activar una grabación programada que pregunta: «¿Me oyes?» o «¿Puede repetir su nombre?». No es una conversación real, sino una trampa semántica: si el usuario responde con un «sí», esa palabra se aísla y se archiva como potencial prueba de consentimiento. Y ni siquiera hace falta que el sistema pregunte algo: muchas personas, por pura inercia, contestan al teléfono diciendo «¿sí?» nada más descolgar, lo que facilita aún más que se capte esa afirmación clave sin que se haya dicho nada más.
«El simple acto de decir "sí" en una llamada de teléfono puede ser una puerta de entrada para una serie de problemas», explica el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe). En fraudes más elaborados, esa grabación puede ser editada, fragmentada o insertada en llamadas falsas a servicios de contratación por voz.
Una estafa con la que a menudo se confunde la llamada silenciosa —aunque su lógica es opuesta— es el llamado fraude Wangiri, un término japonés que significa literalmente «una llamada y cuelga». En este caso, el estafador no quiere que respondas, sino que devuelvas la llamada. Se trata de números internacionales o de tarificación especial que hacen una llamada breve, insuficiente para que el usuario llegue a contestar, pero suficiente para que quede registrada como «llamada perdida». El objetivo es despertar la curiosidad o la inquietud del destinatario —especialmente si el número parece extranjero— y lograr que devuelva la llamada, momento en el que se activa una tarificación abusiva.