Cierra su tienda, tras 44 años al frente: «No ejercí de maestra pero enseñé a los niños en el mostrador de mi librería»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

NOGUEIRA DE RAMUÍN

Antonia González Rodríguez Toñi, de Librería Queixumes
Antonia González Rodríguez Toñi, de Librería Queixumes Alejandro Camba

Antonia González Rodríguez, Toñy, de librería Queixumes, agradece la fidelidad y lealtad de sus clientes

29 jun 2025 . Actualizado a las 23:05 h.

El próximo 5 de julio será un día especial, pero también profundamente emotivo para muchos ourensanos. Antonia González Rodríguez, Toñy, bajará por última vez la persiana de la Librería Queixumes, en la calle Doctor Fleming, el pequeño templo de libros, cuadernos y cuentos que ha sido parte esencial de la vida cultural de la zona durante más de cuatro décadas. «No sé si yo seré capaz de cerrar las persianas para siempre, me da pena tras 44 años, a lo mejor lo hace alguno de mis hijos. Cada día viene alguien despedirse, con lágrimas y con sonrisas. Me siento tan agradecida que no encuentro palabras», dice con la emoción contenida quien ha sido el alma de este establecimiento.

Nacida en Pombar, una aldea del municipio de Nogueira de Ramuín, en plena Ribeira Sacra, Toñy creció en una Galicia rural donde el acceso a los libros no era tan sencillo como hoy. Sin embargo, desde pequeña sintió una profunda pasión por la lectura. Y recuerda perfectamente una maleta llena de libros que había en su casa: «Aprendí a leer con tres años, antes incluso de ir a la escuela y nunca dejé de hacerlo. Los libros fueron siempre mis acompañantes, mi refugio». A los 10 años se trasladó a Ourense para estudiar en el colegio Divino Maestro. Más tarde, estudió Magisterio, aunque nunca llegó a ejercer como maestra.

La vida la llevó por otros caminos, pero nunca se apartó de su vocación por la educación y la cultura: «Siempre me gustaron los niños. De alguna manera, aunque no ejercí de maestra enseñé a los niños en el mostrador de mi librería». Con apenas 23 años, y junto a su marido Aurelio, Toñy abrió la librería Queixumes en un local que pertenecía a los padres de él. «Estaba cerrado y pensamos que podría ser un buen lugar para vender libros, material escolar. Un poco de todo. Pero sobre todo, queríamos tener un proyecto común», dice.

Lo que comenzó como un pequeño comercio de barrio se convirtió pronto en un rincón imprescindible para generaciones de vecinos, especialmente para los niños del colegio Padre Feijoo, situado justo enfrente. Desde el principio, entendió que una librería no era simplemente un lugar de venta: era un espacio de encuentro, de escucha, de acompañamiento. Con el paso de los años, los lazos con la comunidad crecieron. A lo largo de este tiempo, vio pasar generaciones enteras por su mostrador. Los niños de los años 80 regresaban años después con sus hijos. Algunos incluso han vuelto recientemente con sus nietos. Esta misma semana, algún escolar se acercaba hasta la librería para enseñarle las notas antes de irse de vacaciones de verano.

La elección del nombre de la librería no fue casual. Queixumes dos pinos, el poema de Eduardo Pondal, inspiró a Toñy por su sonoridad melancólica. «Me parece una imagen muy gallega: el viento entre los pinos, como una música íntima, triste pero hermoso. Esa fue siempre mi idea de librería: un lugar tranquilo, sosegado», explica. Aunque reconoce que no ha sido fácil, nunca perdió la ilusión. «Los comienzos fueron duros, como los de todos los negocios. Había que trabajar mucho, levantar la persiana temprano, atender a los clientes, llevar la contabilidad. Pero tuvimos la suerte de tener siempre una clientela muy fiel y leal», afirma. A pesar del esfuerzo, siempre creyó que estaba en el lugar adecuado. La librería fue adaptándose a los tiempos: desde los catálogos en papel hasta las plataformas digitales, desde los cuadernos Rubio hasta materiales de robótica educativa. Pero hubo algo que permaneció: «Solo traía libros que me parecían buenos. Quería que lo que vendía tuviese algo que contar, que enseñar, que emocionar». La jubilación llega con una mezcla de sentimientos. Por un lado, quiere dedicar más tiempo a su familia, especialmente a su nieta Gaia, de siete meses. Por otro lado, deja atrás una parte fundamental de su identidad.

 «Nadie como Rosalía de Castro explicó los sentimientos de nuestra tierra»

Toñy no tiene pensado vender ni traspasar el negocio: «No quiero que se convierta en otra cosa». Prefiere cerrar, como lo hace un libro bien escrito. Con un final sereno. De todos modos, se llevará consigo muchos recuerdos: las libretas de pedidos escritos a mano, los catálogos escolares de hace décadas, y sobre todo, el cariño recibido. «Me gustaría que quedase en la gente la idea de que una librería puede ser un lugar de cuidado, de escucha, de belleza», dice. Mientras organiza los últimos días de actividad, sigue atendiendo con la misma cercanía y dedicación de siempre. Por sus manos pasaron cientos de escritores, pero tiene claro quién es su favorita: «Rosalía de Castro. Creo que nadie explicó tan bien los sentimientos de nuestra tierra. Es puro sentimiento». Y sobre el libro que más le gustó, afirma sin pensar: «Todos los libros que he leído me han gustado. Todos. Porque el que no me gustado lo abandoné y ya está». Estos días, hasta su cierre definitivo, Queixumes está de liquidación. Toñy se va despidiendo poco a poco. «Seguro que nos seguimos viendo, que yo vivo por esta zona», repite a los que más que clientes son amigos. Alguno solo se acerca para darle un abrazo, dos besos, desearle suerte y, sobre todo, darle las gracias.

DNI. Antonia González Rodríguez, Toñy, tiene 66 años. Nació en la aldea de Pombar, en el concello de Nogueira de Ramuín. Estudió Magisterio.

 El rincón. La librería Queixumes, en donde pasó 44 años de su vida, es su referencia: « Es una extensión de mi misma»

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